Usted está aquí: lunes 20 de febrero de 2006 Política Los incendios forestales, peligro prevenible

Iván Restrepo

Los incendios forestales, peligro prevenible

Según cifras oficiales, el año pasado se registraron cerca de 10 mil incendios, que acabaron con casi 300 mil hectáreas de selvas y bosques. Se trata de una enorme extensión que evidencia cómo no han funcionado las medidas que anualmente anuncian las autoridades con el fin de evitar los incendios forestales.

Cada año, por estos días, se advierte en la radio y la televisión los peligros que representa el fuego en el medio rural, mientras los funcionarios responsables del área forestal y ambiental nos dicen que todo está listo para evitar en todo lo posible que las llamas acaben con árboles y causen víctimas; que existen las brigadas, los aviones y demás equipo técnico necesario para evitar problemas durante la época de secas.En buena medida tienen razón. Desde hace algunos años el país dispone de modernos sistemas, capaces de detectar con la mayor exactitud posible dónde ocurre un incendio, su dimensión y hasta su grado de peligrosidad. Están a cargo de una institución que goza de prestigio y seriedad: la Comisión Nacional de Biodiversidad.

Hasta aquí, todo suena bien, pero las cosas se complican cuando hay que mandar personal a combatir un incendio detectado con tan modernos sistemas. Porque sucede con muchísima frecuencia que los municipios, las rancherías y las comunidades rurales no cuentan con personal capacitado ni con el equipo necesario para controlar el fuego oportunamente y así evitar que se extienda rápidamente, afectando fauna y flora de áreas a veces muy aisladas. Por eso cuando hay víctimas que lamentar se trata de campesinos que con la mejor voluntad trataron de apagar un incendio y fueron víctimas de su impericia. Pero también de la irresponsabilidad de las autoridades que mandan personal impreparado sin los elementos necesarios para combatir el fuego.

Este año precisamente es muy peligroso en cuanto a incendios forestales. Por ejemplo, en la península de Yucatán, donde existe casi un millón de hectáreas con árboles que se cayeron por la fuerza de los huracanes Emily y Wilma. Y estos árboles son material combustible, auténtica pólvora que con cualquier descuido puede originar incendios de enorme magnitud. Dado que además se pronostica poca humedad y altas temperaturas, el resultado es un futuro nada halagüeño.

Un símil de lo que puede ocurrir en la península sucedió en 1989, en el norte de Quintana Roo. Luego del paso de Gilberto quedaron muchos árboles caídos. Con la secas, la falta de humedad y, sobre todo, el descuido humano, de pronto comenzó un incendio que tardó en apagarse casi dos meses y arrasó con 200 mil hectáreas. En cierto momento se pensó que afectaría las instalaciones del aeropuerto de Cancún, donde hay enormes depósitos de hidrocarburos. Las autoridades locales actuaron con irresponsabilidad criminal, pues de haber iniciado el combate de los incendios oportunamente las llamas no habrían consumido tan extensa área y los daños a la flora y la fauna habrían sido menores. Es famosa la respuesta del gobernador de la entidad a todo aquel que le preguntaba por qué no se hacía lo necesario y urgente para controlar el fuego: "incendios tenemos cada año y se acaban cuando comienza la temporada de lluvias, a fines de mayo". En 1998 cerca de 800 mil hectáreas ardieron en el país, y los muertos en el combate al fuego sumaron más de 50. Ese año brilló la negligencia oficial en la materia. Nos gobernaba el ahora consultor estrella de las trasnacionales.

Además de Yucatán, Campeche y Quintana Roo también figuran este año con alto riesgo de incendios: Michoacán, Jalisco, Veracruz, Durango, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. En los dos últimos el huracán Stan derribó mucho árbol, por lo que es necesario atender ese foco rojo con la seriedad requerida.

Nuevamente, la mejor estrategia es prevenir, educar a la población a fin de que no propicie el fuego en el campo con fogatas, que no se apagan completamente luego de un día de campo; o por limpiar un terreno para siembras, sean legales o prohibidas. No está por demás recalcar que la mayoría de los incendios son provocados.

El sexenio del señor Fox está terminando en medio de muchos escándalos. Ojalá el de los incendios forestales no sea otro.

 
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