Usted está aquí: viernes 10 de febrero de 2006 Opinión La razón y la fe

Jorge Camil

La razón y la fe

"No debo dibujar a Mahoma", escribió Plantu, el genial caricaturista de Le Monde, para resumir el grave conflicto que amenaza la paz europea tras la publicación en un diario danés de dibujos y caricaturas que muestran al profeta con un turbante en forma de bomba a punto de estallar, o como formidable señor de horca y cuchillo (o cimitarra) rodeado de pizpiretas doncellas de ojos morunos. Sólo que Plantu, con esa ingeniosa habilidad que tienen caricaturistas y moneros para burlarse de la vida, y en ocasiones, también, de la muerte, repitió la frase como si fuese un castigo escolar: decenas de veces, obsesivamente, en forma vertical, horizontal y circular, hasta construir con ella una estupenda viñeta de Mahoma con barba y turbante.

Algunos diarios europeos, ofendidos por las amenazas de muerte contra los periodistas daneses, se hermanaron con los escandinavos y pretendieron defender la libertad de expresión reproduciendo "las 12 caras de Mahoma", tal como aparecieron en Jyllands-Posten, contribuyendo con ello a atizar el fuego. Otros, como Le Monde y El País, pretendiendo ser más inteligentes, se limitaron a publicar la caricatura de Plantu en la primera plana, y sin decir nada lo dijeron todo. Porque una viñeta inofensiva no será una caricatura humorística, pero viola la prohibición islámica de reproducir la imagen del profeta.

De cualquier manera, el conflicto muestra que al final del día la cultura europea, racional, escéptica, alejada de la fe, pudiese ser irónicamente el factor que aglutine a las dispersas naciones y facciones del Islam para convertir en realidad el anunciado choque de civilizaciones. Porque de la Franja de Gaza a Indonesia, de Damasco a Beirut; de los bulliciosos bulevares parisinos a los tranquilos cantones suizos, y de Pakistán a la gran mezquita de Regent Street en Londres, muchedumbres musulmanas protestan, incendian embajadas y consulados euro-peos, y lanzan fatuas contra los diarios infractores. Los testarudos europeos se llaman sorprendidos, o actúan desafiantes. Como France Soir, que justificó la publicación de las caricaturas con un enorme titular en la uno: "¡Sí, uno tiene derecho a hacer caricaturas de Dios!", afirmaron con soberbia justo arriba de una gran caricatura a color en la que varios habitantes celestiales aconsejan al profeta: "Tranquilo, Mahoma, todos aquí hemos sido blanco de caricaturas".

¿Es válido burlarse de cualquier cosa?, preguntan ingenuos los diarios europeos invitando a la participación de los lectores, como si las encuestas de última hora justificaren la violencia. Y con esa maldita costumbre de sentarse a racionalizarlo todo, desde las musarañas kantianas hasta la bomba atómica, pretenden olvidar la fatua del ayatola Jomeini contra los Versos satánicos, de Salman Rushdie, y, peor aún, el asesinato en 2004 del cineasta holandés Théo Van Gogh -pariente del pintor- a manos de un joven fundamentalista que protestaba por el documental Sumisión, que describe con detalle las humillaciones de la mujer islámica. Vamos, señores agnósticos, racionalistas, herederos de Voltaire con 20 millones de musulmanes europeos ya deberían saber que estos señores no juegan con asuntos de la fe, y por tanto era de esperarse que reaccionaran como lo hicieron. Y cómo no, cuando dibujan al profeta rechazando kamikazes en las puertas del paraíso "porque se acabaron las vírgenes".

No obstante su cultura milenaria, los europeos olvidaron que el Islam cree en el supremo sacrificio como forma de salvación. Son, como dijo Juan José Millás refiriéndose a Mariano Rajoy, de los que se preguntan por qué estar bien pudiendo estar mal.

A pesar de todo, algunos de los principales diarios franceses, belgas, alemanes y suizos insisten en continuar la provocación "en aras de la libertad de expresión". Y lo único que han conseguido es atraer la atención de Mahmud Ahmadijenad, que con el dedo en el gatillo nuclear, retando a Naciones Unidas y burlándose del Organismo Internacional de Energía Atómica, aguarda impaciente para sumar al conflicto los 70 millones de chiítas de la República Islámica. "Las caricaturas son una provocación de Occidente" -advirtió-, y al buen entendedor pocas palabras.

Hoy, Le Monde y El País, que como todos sabemos van de la mano, discuten el problema haciendo disquisiciones sobre André Malraux y los fundamentos del principio democrático. Así que vamos de mal en peor. Las caricaturas pueden haber sido un error, reconoce El País, pero ésa es la esencia de la democracia, "donde la libertad incluye caer en el error".

Por su parte, Le Monde recuerda la frase de Malraux que dice: "el siglo XXI será religioso o no será", pero el autor del editorial le da la vuelta asegurando que el autor de La condición humana quiso decir "místico" y no "religioso", así que tal vez no tengamos de qué preocuparnos, aunque hayan ocurrido las primeras muertes, Líbano acuse a Siria de politizar el conflicto, y continúen sumándose a la protesta más musulmanes, asegurando con ello que el siglo XXI no sea laico ni religioso ni místico. Simplemente, que no sea.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.