CONCENTRA Y VENCERAS | 30 de enero de 2006 |
En
pocos días el Senado acometerá el
debate de la reforma a la ley de
radio y televisión, ya aprobado en diciembre por la
Cámara de
Diputados. Los críticos de la enmienda aseguran que tiende a
concentrar
el poder de las dos empresas televisoras dominantes y relegar otras
opciones públicas y privadas. Además del enorme ingreso
que reciben por
publicidad cada año, las dos compañías
obtendrán los beneficios
adicionales de unas largas campañas políticas volcadas a
la pantalla y
del mundial de futbol.
María de la Luz González
La Ley Federal de Radio y Televisión (LFRT) define este sector como una actividad de interés público y le asigna una función social. Pero la televisión mexicana es un negocio en el que dos empresas controlan la mayor parte de las concesiones y extienden ese poder a la vida pública y la economía al concentrar 70 por ciento del gasto publicitario anual, valuado en 2 mil 600 millones de dólares. Así, la televisión se lleva mil 820 millones de dólares, de los cuales Televisa obtiene mil 183 millones, 65 por ciento del total, y Televisión Azteca otros 600.4 millones, 33 por ciento. El resto, poco más de 34 millones de dólares, va a la televisión restringida o algunos sistemas locales. Pero este año el pastel será mayor, pues el gasto publicitario crecerá por la venta de publicidad política para las elecciones presidenciales y legislativas, y de espacios en las trasmisiones del mundial de futbol. Según el Instituto Federal Electoral (IFE) y analistas financieros las televisoras captarán unos 4 mil millones de pesos por publicidad política y venta de tiempos durante los partidos de futbol, cifra que casi duplica el gasto publicitario en años sin comicios y actos deportivos. De ese gasto, Televisa obtendrá 3 mil millones de pesos y Tv Azteca 900. La primera ha hecho públicas sus expectativas de recibir, sólo por propaganda, mil 500 millones de pesos, unos 140 millones de dólares. La cifra no es desmesurada, pues los partidos gastarán 3 mil 500 millones de pesos, de los cuales 75 por ciento, unos 2 mil 500 millones, irán a la televisión. Los candidatos y sus partidos, sin duda, han asumido que la consecución del poder pasa por la televisión, pues, de acuerdo con el IFE, entre 1994 y 2003 destinaron a propaganda en medios de información, principalmente en los electrónicos, 5 mil 150 millones 449 mil pesos, que sumados al gasto esperado en 2006 darían un total de 8 mil 650 millones 449 mil pesos en 12 años.
El modelo europeo
El modelo estadunidense
El poder de penetración de la televisión permite al duopolio no sólo fijar condiciones en el mercado publicitario, sino también imponer patrones de consumo a su amplio auditorio, promoviendo las marcas de sus anunciantes, con quienes mantienen estrecha relación. Propietarios y altos directivos de empresas que se anuncian en Televisa, que también son concentradores en sus respectivos mercados, forman parte del consejo de administración de la televisora, como María Asunción Aramburuzabala, del Grupo Modelo; Carlos Slim, del Grupo Carso; Roberto Hernández, de Banamex, y Alberto Bailleres, propietario de El Palacio de Hierro y de Peñoles. De monopolio a duopolio El duopolio televisivo se construyó en los últimos 10 años tras la privatización y venta de la televisora estatal, pues durante las primeras cuatro décadas de su historia la televisión mexicana no tuvo más referente que la empresa de la familia Azcárraga. Surgida en la década de 1950, a imitación del modelo comercial estadunidense de televisión, Televisa fue favorecida por los gobiernos priístas con concesiones que le permitieron ampliar su cobertura e influencia en el territorio nacional. El grupo opera 306 de las 730 estaciones de televisión concesionadas, casi 50 por ciento. Cuatro de sus emisoras son cadenas nacionales. Posee 51 por ciento de las acciones de Cablevisión, la mitad de Sky y la cartera de clientes de DirecTv, con lo que su influencia se extiende a la televisión por cable y satelital. La otra empresa, Televisión Azteca, cuenta con 180 estaciones y dos cadenas nacionales, controlando 30 por ciento del negocio. Durante 21 años el Estado trató sin éxito de consolidar un sistema estatal de televisión en torno al canal 13, que nunca pudo competir con el monopolio de Televisa y en 1993 concesionó a Ricardo Salinas Pliego Tv Azteca, que incluía los canales 13 y 7 y su red de repetidoras. En 1995 inició operaciones CNI Canal 40, propiedad de Javier Moreno Valle, que durante 10 años trató de competir con el duopolio. En su última etapa, el empresario estableció una alianza comercial con Tv Azteca y, en un caso que aparece como turbio, la llevó a la quiebra. Así se canceló, al menos hasta ahora, la posibilidad de una tercera opción televisiva. La falta de competencia en televisión se expresa también en la pobre calidad de contenidos, que tienen como eje la producción y transmisión de telenovelas, talk shows copiados de Europa, programas de variedades y noticiarios con los que ambos consorcios se disputan la audiencia. El mismo modelo opera también en la banda restringida, con el grupo Multivisión, que encabeza Joaquín Vargas. Del sistema estatal de televisión sólo sobreviven los canales 11, del Instituto Politécnico Nacional, y el 22, en la banda de UHF, ambos con una cobertura limitada; televisoras educativas, como Tv UNAM; y sistemas de radio y televisión operados por los gobiernos estatales. Agrupados desde 1994 en la Red Nacional de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales AC, los 38 sistemas tienen un perfil educativo y cultural y presencia regional en 28 estados del país, pero el ser permisionarios les impide comercializar tiempos, una de sus demandas. La reforma a la LFRT aprobada por los diputados no sólo mantiene, sino que amplía el grado de concentración del sector, aunque algunos de sus impulsores, como el PRD, parecen dar marcha atrás en el Senado y demandan un nuevo modelo de industria televisiva § |