Es conocida como La Dama del Silencio en el ambiente de la lucha libre
Cae mataviejitas tras consumar otro de sus crímenes; es mujer
Fue denunciada por un inquilino de su víctima, de 89 años de edad, a policías preventivos
En su mundo público, el de la lucha libre, la conocían con el nombre de La Dama del Silencio. Mide un metro 75 centímetros, es robusta, fuerte, de maneras bruscas y voz decidida. La fuerza física es el instrumento con el que se ganaba la vida y asesinaba ancianas, hasta ayer, que cometió un error que derivó en su captura: Ana María de los Reyes Alfaro, de 89 años de edad, no vivía sola. Tenía un huésped que dio la voz de alarma momentos después de que la asesina ahorcara a la anciana con la delgada manguera de hule de un estetoscopio.
Ahí, apenas unos minutos después de haber cometido su último crimen contra una anciana, casi en flagrancia y con varios años de operar, fue detenida finalmente la homicida serial de adultos mayores, cuyas huellas digitales fueron encontradas en fragmentos en 11 de los casos de homicidios y un intento fallido.
Juana Barraza Zamperio, de 48 años de edad, entró por última vez al domicilio de una anciana, en la colonia Moctezuma de la delegación Venustiano Carranza.
Vestida con saco rojo y pantalón negro, con documentos apócrifos y la promesa de gestionar apoyos económicos, Barraza Zamperio se ganó la confianza de Ana María de los Reyes Alfaro, de 89 años de edad.
Con gran seguridad y un discurso bien aprendido, la homicida logró, como en las otras ocasiones, traspasar el portón de la entrada.
Ingresó en la estancia del domicilio, se sentó en la sala junto con su anfitriona y en cuanto hubo suficiente confianza y un descuido por parte de su víctima, perpetró el asesinato con la manguera de un estetoscopio, instrumento médico utilizado para oír los latidos del corazón y la respiración.
La Mataviejitas sometió a su víctima con una fuerza adquirida en un cuadrilátero de lucha libre, ya que Juana Barraza confesó dedicar su tiempo libre a la práctica de esta actividad, donde se le conocía como La Dama del Silencio.
Ubicada en el número 21 de la calle José I. Jasso, en la colonia Moctezuma, la casa de Reyes Alfaro estaba dividida. Sus propietarios decidieron rentar la parte del fondo, decisión que en parte llevó a la captura de la homicida.
En la casa, de portón verde y fachada blanca, además de la anciana vivía un inquilino de nombre José Joel López Gónzalez.
El joven de 25 años llegó a las dos y media de la tarde al lugar, y al ver la puerta abierta de su arrendataria decidió entrar a saludarla antes de pasar a su cuarto.
Fue cuando vió que Juana Barraza salía del lugar con paso apresurado: en el suelo de la sala yacía el cadáver de la octogenaria, aún con el arma homicida en el cuello.
La detención
Al verse descubierta, Barraza Zamperio trató de huir a empujones, corrió en sentido contrario a la calle, rumbo al norte.
Los policías preventivos Marco Antonio Cacique Rosales e Ismael Alvarado Cruz, adscritos al Sector Balbuena, se encontraban en el interior de la patrulla rotulada 1050, a unos metros del domicilio de la anciana.
Al percatarse que Barraza corría con dos bolsas, los efectivos policiacos abandonaron su unidad para perseguirla. Sin saber de quién se trataba la sujetaron, no sin antes recibir varios golpes por parte de la homicida serial, quien para tal fin utilizó las bolsas que portaba en sus manos.
Ya asegurada, López González la identificó como la mujer que salió del domicilio de "doña Ana María".
Al lugar acudió el titular de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina, Joel Ortega Cuevas, en medio de una intensa movilización policiaca.
La complexión corpulenta, el cabello teñido y la estatura de Barraza coincidieron plenamente con el retrato tridimensional que meses antes realizaron peritos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal como el retrato hablado del Mataviejitas.
Cuando los policías preventivos relataban a los medios de comunicación sobre la forma en que la habían capturado, la presunta asesina negó que ella tuviera una identificación de promotora social, como explicaban los uniformados.
Segundos después, Barraza confesó haber asesinado a la mujer de 89 años.
"Lo de promotora es mentira y los papeles que tienen yo no los traía. Sí lo hice, pero yo no traía papeles. Yo nada más traía mi credencial de elector. Cuando me tomen mi declaración sabrán por qué lo hice (...) Yo nada más voy a decir una cosa, yo respeto a la autoridad, pero habemos varios que nos dedicamos a la extorsión y matar gente también. Hoy sí lo hice, pero no tengo que pagar por todos los demás".
La asesina confesa aseguró que ella no era la asesina serial. Argumentó que las autoridades "hablaban de un hombre".
En el interior de una de las bolsas se encontraron algunas credenciales de elector además de una lista de beneficiarios de apoyos para la tercera edad. Finalmente la detenida fue traslada al edificio central de la procuraduría capitalina.
Conferencia de prensa
Seis horas después del asesinato se ofreció una conferencia de prensa conjunta entre el procurador capitalino, Bernardo Bátiz, el jefe de la policía capitalina, Joel Ortega Cuevas, y el secretario de Gobierno, Ricardo Ruiz.
"De manera serena confesó haber cometido el crimen aduciendo necesidad económica. Al registrar su bolsa de mano cayó un folder verde con una imagen religiosa y diversas fotocopias de credenciales de elector de mujeres de la tercera edad afiliadas al programa de asistencia de gobierno, además se le halló instrumental médico para la medida de hipertensión arterial, así como un gafete para simularse promotora del programa referido", refirió Ortega Cuevas.
Por su parte, Bátiz Vázquez dijo: "ahora ya tenemos la certeza de que las huellas digitales (de Barraza Zampeiro), ahora sí tenemos las 10, las cuales se tomaron cuando fue detenida, corresponden a huellas digitales halladas en 10 casos más, además del intento fallido de la Jardín Balbuena".
El abogado de la administración del Distrito Federal explicó que en junio del año pasado se registró un intento fallido de robo y "probablemente de homicidio" en un domicilio de la colonia Jardín Balbuena.
"El ilícito se frustró con la llegada de uno de los hijos de la víctima, y además porque otro se encontraba en casa con una pierna enyesada. Estas circunstancias fueron las que evitaron que se cometiera el homicidio. Ahí logramos obtener algunas huellas, una de ellas indudable, ya que la encontramos en una radiografía del muchacho lastimado.
"Ella al tratar de explicar por qué estaba ahí pidió ver las radiografías y la tomó con sus dedos, para nosotros esta es una prueba indubitable. A partir de esta indagatoria logramos determinar que en otros casos la huella era muy similar, teníamos nada más fragmentos, pero suficientes como para considerar que se trataba de la misma persona", abundó.
"Fue un trabajo muy a fondo, muy profesional, muy técnico. Imagínense que el patrón de los homicidios era atacar a personas con las que no tenía relación previa,. No eran conocidas, sin relación, no eran familiares ni venganzas, tenía la paciencia de buscar quién estaba solo, hacía su trabajo con mucha habilidad y lograba cometer los homicidios.
"El trabajo fue muy cuidadoso y profesional. Ahora haremos interrogatorios y el trabajo de averiguación previa y prepararemos el pliego de consignación que estará dentro del término que la ley marca", sentenció.