Usted está aquí: sábado 21 de enero de 2006 Ciencias De prietitos y gorgojos

Julio Muñoz

De prietitos y gorgojos

En principio, es honrosa distinción que la sección Ciencias de La Jornada publique análisis y comentarios míos. Que en este espacio aparezca de vez en cuando un prietito en el arroz es disculpable, pero si el comensal -el lector- descubre además un gorgojo vivo, el guiso se vuelve poco apetecible, aunque es peor que no lo descubra y se lo trague enterito.

El miércoles 11 de enero, en la página 2a de este diario, un gran gorgojo me revolvió el estómago. El coleóptero lo coló, gracias a la confianza que tiene La Jornada a Nelda Judith Anzar, corresponsal en Guadalajara, al parecer ignorante en temas de ciencia, aunque seguramente sin mala intención.

Se trata de una nota reporteril con un largo encabezado: "Dos especialistas mexicanos (e investigadores) inventaron el EF Sistem (sic), único en su género a escala mundial" (podría haberse puesto "a esca- la cósmica" para gloria de los inventores).

"La neuroestimulación trata con éxito a 10 mil personas en cinco años" (¡vaya que trabajan esos inventores mexicanos!) "El tratamiento, con costo de unos 12 o 13 mil pesos" (ganancia total de 120 a 130 millones), "eficaz en problemas visuales y la migraña. El aparato está registrado en el Cofepris" (el Comité Federal para la Prevención de Riesgos Sanitarios, y se dice que el sistema está patentado). "Los pacientes pueden hacer vida normal, dicen."

Como mostraré a continuación, la nota merece menos crédito que las promesas televisivas de la síquica Amira, aunque los espots de ésta y la nota de marras siguen similar patrón. Además de ofrecer milagros, se dan los números telefónicos para quienes aspiren hacerse merecedores de sus bondades mediante corta feria, aunque no tan corta en el caso de la terapia milagrosa. Parece una inserción pagada.

Un compañero de causa periodística me comentó: "nos metieron un gol". Autogol, pensé yo; y no uno, sino dos. La nota que aquí comento es un refrito de otra similar publicada el 25 de diciembre de 2005 en nuestra maltratada sección bajo la misma firma. El marcador ya es: Anzar 2, La Jornada 0. Nada dije en aquella ocasión pensando que era un prietito que había pasado inadvertido, pero la repetición contumaz es alarmante y vaticina una goleada.

No me arriesgo a aburrir al lector dando detalles del cúmulo de barbaridades que exhibe Anzar en su descuido. Basten dos aspectos. Uno, el milagroso EF Sistem (sic) consiste de una computadora común y silvestre (bastaría con una microcomputadora baratita), un programita comercial y un estimulador eléctrico similar a los que nos ponía a hacer El Chato Figueroa a los alumnos del primer semestre de maestría del Departamento de Fisiología del Cinvestav, hace unos 40 años. Dos, actualmente sólo hay un método no invasivo para la neuroestimulación: la estimulación magnética transcraneal, que en México está en sus albores.

En las notas referidas se dice que el EF Sistem (sic) se utiliza para la neuroestimulación no invasiva con "estímulos microprocesados", que los sesudos inventores aplican a través de la piel. ¡Josú, que poca vergüenza!, pero por 120 o 130 millones vale la pena apantallar. Los "expertos" Héctor Tostado Romo y Carlos Joel Miramontes, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Guadalaja (UdeG), en la que tengo amigos, ex compañeros de estudios y ex alumnos, son, simple y sencillamente, a mi juicio, un par de charlatanes. Su negocio y su fama de sabios tapatíos podría seguir viento en popa, pero ¡ay!, La Jornada lo dio a conocer. No hay mal que por bien no venga. Salió el peine.

Antes de escribir esta nota consulté con un neurofisiólogo de la UdeG, digno de todo crédito, y con un verdadero experto en neuroestimulación en humanos, quienes no conocen ni el invento ni a sus inventores, que además no parecen haber publicado artículo alguno en revistas clasificadas (indexadas).

No creo que la UdeG avale la "invención", y lo de la patente está por verse. En conclusión, es un fraude de baja estofa, aunque el "tratamiento" podría tener algunos aparentes resultados como placebo. Amira habría salido más barata.

La ciencia mundial vive una época contradictoria. Por un lado se siguen haciendo promesas infundadas, seudomédicas y seudocientíficas, y se llega a mentir. Por el otro, se va dando cuenta pública frecuente de mentiras, inexactitudes y desacuerdos con resultados publicados, lo que me parece indispensable para la medicina y la ciencia en general, que se fundamentan en el principio de objetividad, el cual depende del acuerdo entre los datos obtenidos por distintos individuos o grupos siguiendo el mismo procedimiento, y de la confirmación independiente de hallazgos.

En la página que sigue a la nota que aquí reseño se da cuenta de la retractación de un investigador coreano, la cual no fue espontánea -lo que sería un signo de honestidad-, sino forzada por una investigación acerca de los resultados que dijo haber obtenido.

En el Cinvestav, que es mi casa, se acaban de dar dos penosos casos: los resultados dados a conocer por un par de investigadores distinguidos en diferentes disciplinas, uno de ellos miembro reciente del Colegio Nacional, no han podido ser reproducidos por otros investigadores extranjeros que siguieron minuciosamente los mismos procedimientos indicados por nuestros colegas.

El asunto es público. Vergüenza para la casa que además no lava su ropa sucia. La casa pierde.

 
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