El ISSSTE frente a un títere de la "reforma" espejo
Un análisis de la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Diputados revela que la mayoría de los trabajadores inscritos en el SAR corren el riesgo de no obtener pensión, y apenas podrán retirar los recursos de sus cuentas individuales. Sólo 5.7 por ciento de los que se encuentran registrados en alguna Afore recibirán pensión completa, y el resto perderá su dinero, u obtendrá una cantidad menor a la esperada.
Además, aquellos ahorradores inscritos en las Afore que perciben entre uno y tres salarios mínimos (56.2 por ciento de los afiliados) deberán cotizar un mínimo de 25 años y obtener rendimientos de 10.2, 8.1 y 6.1 por ciento, respectivamente, para alcanzar la pensión mínima garantizada: un salario mínimo del Distrito Federal, es decir, mil 400 pesos mensuales.
Mientras tanto, en 2001 las Afore ganaron por cada 100 pesos de ahorro de los trabajadores 24.88 pesos; en 2002, 24.66; en 2003, 21.64; en 2004, 21.25, y en 2005, 20.55 pesos. Porque tratándose de ellas, la noticia relevante es solo cuánto bajó hoy la comisión de alguna de las 15 inscritas en la Consar, no cuánto ganarán los trabajadores, sino cuánto dejarán de perder vía esas comisiones que les cobran.
Pero, incapaz de hacer crecer la economía y generar empleo formal en todo el sexenio -aunque fatigándose inútilmente contra la sombra de su "maestro" Pedro Aspe-, el todopoderoso tecnócrata Francisco Gil Díaz declaró que la "reforma" del ISSSTE sería "espejo" de la que impuso Zedillo al IMSS en 1995.
Y a pesar de las evidencias contundentes sobre el SAR, se valió del títere Joel Ayala para presentar ante el Senado una iniciativa de "nueva" Ley del ISSSTE que -evitando evaluar el impacto de esa ley Zedillo y su SAR- obliga a los trabajadores al servicio del Estado a "ahorrar"en una Afore "pública-pública", que -con los mismos problemas estructurales de diseño que las que agrupa la Consar- regenteará previsiblemente Ayala y su pandilla.
A diferencia de lo que ocurrió en el IMSS (donde la cuantía promedio de la pensión suma mil 300 pesos), la "reforma" de Ayala no permite que los afiliados al ISSSTE (con cuantías promedio de casi 3 mil pesos) opten entre la ley vigente y la "nueva".
Aunque el verdadero problema de fondo consiste en que con la "nueva" ley Ayala, la cuantía de la pensión de los afiliados al ISSSTE ya no alcanzará el equivalente de 100 por ciento del promedio salarial del último año laborado, sino que resultará de la cantidad que se haya acumulado en la cuenta individual de la Afore, así sea "pública-pública", pero bien dotada de sus jugosas comisiones. Por ello, a Hacienda y su títere les resulta "indiferente" la edad de jubilación. De ahí que el SNTISSSTE indicara que "a la larga, este esquema representa la peor opción: por sus altos cobros, bajos rendimientos y que sólo sume recursos aportados por los trabajadores y no por la parte patronal".
Así que, independientemente del brutal incremento de la deuda pública (por el peso fiscal del "bono" de reconocimiento que contempla la propuesta "hacendaria" que reproduce la iniciativa Ayala), la cacareada "reformita" espejo -como antes la del IMSS- va al más completo de los fracasos: los trabajadores no la aceptarán. ¿Por qué habrían de hacerlo cuando no sólo no ganan nada, sino que con ella pierden el derecho a una pensión digna que, por la ley vigente, es responsabilidad del Estado?
Precipitará su colapso, además, el hecho de que la iniciativa Ayala carece absolutamente de propuesta médica: es esféricamente antintegral. Los remedos "reformistas" del Banco Mundial (separación entre financiamiento y prestación; "acuerdos" de gestión, amagos de copago) que todavía alcanzó a mal embadurnarle a la "propuesta" el aprendiz de tecnócrata Pedro Vázquez Colmenares (subdirector general de Finanzas del instituto), revelan el costo que tiene para la propia tecnocracia agregar a su equipo de miopes a un auténtico baldado.
Ese Banco Mundial, los tecnócratas hacendarios, Benjamín González Roaro, la Conago y el tenebroso senador Fauzi Hamdan con su bancada panista, cuando aprenden, aprenden lento, lento y mal.
Para tener la legitimidad y fuerza de realmente reformar, la mayoría involucrada debe ganar más con la propuesta de reforma que lo que con ella pierde. Ayala y su repetición de la "reformita" espejo no cumplen esta máxima: "provoca más confrontación que acuerdo, más polaridad que convergencia", ha comunicado el SNTISSSTE. Y como advirtieran oportunamente frentes sindicales y magisteriales como la CNTE: tendrán los paros, protestas y movilizaciones a la puerta.
El gobierno que gane las elecciones de 2006 ya puede empezar, también, a estudiar las experiencias internacionales de referencia (señaladamente Reino Unido, España y Panamá). En todas ellas se establece, de entrada, que, en salud y seguridad social, el primer paso de cualquier intento de reforma es ganar el proyecto del gobierno con mejor información, persuasión y suficiente tiempo para la deliberación democrática.
Sólo eso "gana": organizando con claridad la naturaleza, tamaño y urgencia del problema público. Para el México de 2007, ese primer paso debe empezar cumpliendo con una clara demanda que, como muchas otras, Fox prefirió cómodamente ignorar: auditoría integral a los diversos seguros del ISSSTE y rendición de cuentas (sin títeres y espejos) de todos sus titulares vivos, que no son pocos.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco