Muerte-vida-fin principio ayuuk
Tuk it ets ja tuk it Este mundo, el otro mundo
Juan Carlos Reyes Gómez
Yo Netzahualcóyotl lo pregunto: ¿Acaso se vive con raíz quí en la tierra? No para siempre en la tierra, sólo un poco aquí. Aunque sea de oro, se rompe; aunque sea de jade, se quiebra; aunque sea plumaje de quetzal, se desgarra. No para siempre en la tierra, sólo un poco aquí. Netzahualcóyotl
Cuentan nuestros ancianos ayuuk que Ja tuk it (el otro mundo) es un lugar que Tääy-Jëkëëny (quienes son fin y principio de todas las cosas) crearon cuando decidieron que los humanos, por nuestra desobediencia, no merecíamos ser eternos, entonces fue que nos hicieron mortales. De estos seres mortales descendieron los primeros padres de nuestros padres y los primeros abuelos de nuestros abuelos. De ellos descendemos todos nosotros, los que pertenecemos a esta nueva generación de hombres y mujeres que actualmente habitamos Tuk it (un mundo, este mundo). Fue en ese tiempo, entonces, que Tääy-Jëkëëny construyeron ese lugar llamado Ja tuk it para que fuéramos allí a continuar la otra parte de nuestra vida los que aquí, en este mundo, iríamos falleciendo.
Santiago de Machaca, Altiplano boliviano
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Dicen, pues, que Ja tuk it es un lugar muy parecido a éste. Que, de hecho, es otro lugar como éste, sólo que más limpio y más bonito es. Que también así tiene su tierra, su agua, su aire y su fuego. Que también así tiene su cielo, su sol, su luna y sus estrellas. Que todo hay allí como aquí. Que igual tiene sus plantas y sus animales, sus hombres y sus mujeres. Que allí igual se trabaja, se come y se bebe, se viste y se calza como aquí.
Platican, entonces, que allí todo es más limpio, más puro, más bueno que aquí. Que ese es un mundo de paz, de tranquilidad, de alegría, de bondad, de igualdad. Que allí no hay maldad, egoísmo, pena, enfermedad, tristeza, dolor, sufri-miento, miseria, desigualdad, soledad, porque dicen que Tääy-Jëkëëny no permitieron la entrada a Ko'oypyë (el malo), ese mismo que ya había traído la maldad aquí a Tuk it, donde vivimos nosotros.
Así pues, dicen que allí todas las plantas y animales, los hombres y las mujeres, todas las cosas, hacen bien, que ninguno de ellos hace mal, así como dicen que era antes aquí en Tuk it antes de que Ko'oypyë viniera a él a descomponer muchas de las cosas que, a su parecer, no estaban bien.
Comentan también que los habitantes de Ja tuk it poseen más fuerza, más energía, más saber y que, de este modo, son mucho muy superiores a nosotros, pues, se dice que allí todavía nuestros creadores les dieron bastante poder y entendimiento. Es por eso que, cuando vienen a visitarnos, no los podemos ver, es por eso que pueden ir y venir de Ja tuk it a Tuk it y de Tuk it a Ja tuk it, lo que nosotros a excepción de nuestros hombres y mujeres de gran conocimiento, de gran poder, no podemos hacer. Es por eso que están más cerca de nuestros creadores. Es por eso que son ellos los que cumplen el papel de intermediarios entre Tääy-Jëkëëny y nosotros. De allí el culto y el respeto grande hacia ellos.
Por eso cada fin y principio de cada ciclo de nuestra existencia hacemos fiesta grande para ellos; es, pues, en estos días cuando vienen a visitarnos y con ellos compartimos nuestras comidas, nuestras bebidas, nuestro contento, nuestra alegría, hasta nuestras preocupaciones y nuestras tristezas: nuestra vida.
Dicen, pues, nuestros ancianos que los antiguos dejaron dicho que cuando la gente muere es porque ya su anmajä'äwën (su alma, su fuerza, su energía) ha salido de su cuerpo. Entonces, es cuando dicen que inicia su recorrido de regreso por las cuatro grandes aguas, los cuatro grandes caminos por los cuales pasó cuando su persona vivió aquí en este mundo: el camino rojo, que es el del nacimiento; el camino amarillo, que es el del fallecimiento; el camino blanco, que es el de la bondad y siempre está lleno de luz y el camino negro, que es el de la maldad y está siempre lleno de oscuridad.
Y es el camino amarillo, que es el camino que el sol sigue al ocultarse, hacia donde el alma vuela en cuanto ha abandonado un cuerpo, para cruzar una región oscura hasta encontrar nuevamente el camino rojo y volver a nacer, con la salida del sol.
Es por eso que es tan importante para nosotros este camino; así, nuestras comunidades, nuestras casas, nuestras vidas, nuestros muertos, deben siempre orientados hacia el camino rojo, hacia el camino de la vida, que es la dirección a donde sale el sol.
Y dicen que en ese recorrido inverso que hace el alma todo lo vuelve a mirar, todo lo vuelve a encontrar; todo lo que miró y encontró a su paso, durante su vida aquí, desde que nació, desde que empezó la etapa de su tiempo y su vida aquí en Tuk it. Y así hace su recorrido, hasta que llega allí donde nació, donde empezó su tiempo y su vida aquí en este mundo. Justo allí están los límites de este mundo y el otro. Este es un lugar muy difícil de pasar. Allí es donde el alma se cansa más, por eso la gente le pone a los muertos su agua para que no sufran de sed y de hambre. Esa es una región oscura donde hay maldad todavía. Allí el alma tarda mucho en pasar por eso también debe llevar su machete para que se pueda abrir paso y sus huaraches para que no se espine. Por eso hay que ayudarlo desde aquí.
Los que mueren por muerte natural no tienen muchos problemas para pasar pero los que mueren por accidente o son muertos por alguien o por sí mismos (los llamados aatsu'ux'okpë), que mueren en desgracias, esos sufren mucho. A las almas de esos difuntos hay que ayudarlos mucho más. Es por eso que sus familiares hacen rezos, ce-lebraciones, rituales, y depositan ofrendas a nuestra madre la Tierra y nuestros dioses para que no sufran mucho y puedan pasar bien. Allí es donde dicen que hay un gran río. Allí es justamente la mitad entre este mundo y el otro. Allí es donde realmente termina esta vida e inicia la otra. Hasta allí viajan el tecolote, el águila nocturna, el zorro, la comadreja, la culebra prieta, el wakoo (un pájaro negro más pequeño que el zopilote que, al anunciar desgracias, parece reír a carcajadas), entre otros. Ellos son mayuut (seres al servicio de los principales), los mensajeros, y son ellos quienes vienen a avisarnos, a llamarnos, cuando ya se nos está requiriendo allá en Ja tuk it.
Allí, en los límites de este mundo y el otro, es donde dicen que nuestros cazadores dejaron a un perro negro que es el que ayuda a las almas a cruzar el río y así pasar al otro lado, porque ese río no lo deben tocar las almas porque sus aguas son impuras y las almas deben llegar limpias al otro mundo donde vuelven a nacer para empezar una nueva vida.
Más allá del río, se vuelve a ver la luz y el camino es amplio y bonito, está lleno de flores diversas y mucha vegetación y siempre hay gente barriendo y limpiando. Así esperan y reciben a nuestras almas y las conducen por ese camino tan bonito entre plantas y flores. Allí es donde el alma tiene que ir bañado, cambiado, por eso la gente baña a sus difuntos y los arreglan con su mejor ropa, calzado y otras prendas. A las mujeres se les pone su peine, sus listones, sus aretes y sus collares en su ataúd, además de los que se lleva puestos, para que puedan arreglarse allá y se vean muy bonitas. Porque allá siempre es como si fuera día de fiesta aquí. Así es como llega el alma al otro mundo, al lugar de la dicha y la felicidad, donde empieza su otra vida, que es una vida mejor.
Juan Carlos Reyes Gómez, lingüista mixe de Alotepec, Oaxaca, colabora como investigador en el Centro de Estudios Ayuuk-Universidad Indígena Intercultural Ayuuk
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