Propone el Observatorio Eclesial rendición de cuentas y transparencia económica de quienes ejercen el poder en la Iglesia Aleyda Aguirre Aunque la mayoría de las practicantes en las instituciones religiosas son mujeres, su palabra y actividad apostólica es poco reconocida "y mas bien anulada". La mujer en la Iglesia es marginada por cuestiones de género y por tanto de pensamiento, de trabajo y remuneración, aunque su labor sea de igual o incluso a veces de mejor calidad que la del hombre. "No podemos seguir pensando que por ser Iglesia somos practicantes de justicia y equidad", dijo la teóloga Marilú Rojas, durante la presentación del libro Los derechos humanos dentro de la Iglesia católica, resultado del seminario organizado por Católicas por el Derecho a Decidir. "Aquí las mismas mujeres no nos sentimos con la capacidad de exigir nuestros derechos por miedo a ser censuradas y algunas veces hasta por un falso sentido de humildad, hay un miedo a la libertad, entendida ésta como práctica de los deberes. El nombre de las mujeres de la Iglesia no existe", afirmó. Ahí impera el patriarcado y no se toman en cuenta las decisiones y la capacidad y credibilidad de las mujeres, abundó, y las llamó a buscar su derecho a la igualdad, a la reflexión, a las posturas teológicas, a la plenitud, a la diferencia, "a no esperar que se nos dé un lugar en la Iglesia", sino a tomarlo por propia decisión y a tener una identidad jurídica. Ante las múltiples violaciones a los derechos humanos que se han ejercido en la iglesia católica, como las violaciones sexuales a mujeres y niños, tanto Guadalupe Cruz, coordinadora del Observatorio Eclesial como Emilio Alvarez Icaza, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, propusieron se nombre a un ombudsman eclesial, una comisión de vigilancia o una contraloría que permitan la rendición de cuentas y la transparencia económica de quienes ejercen el poder en la Iglesia. Los derechos humanos dentro de la Iglesia católica es un libro, expresó Cruz que "surge de la afirmación de que las personas no somos propiedad de Dios, de las instituciones y del Estado". Este documento "da la clara conciencia de que nuestros derechos humanos son violados en nuestra iglesia y se requiere documentar, denunciar e investigar los casos para que no queden impunes". Hay que analizar el tema del poder y su vínculo con lo sagrado “para desmitificar la autoridad eclesial", habrá que revisar también desde el punto de vista sociológico, teológico y sicológico "nuestras actitudes de sumisión y obediencia", porque aseveró la Iglesia católica "está urgida de un sicoanalista". Este libro, anotó, también nos ayuda a reconocer que los derechos humanos también pueden ser violados por omisión, por el silencio de muchos y por negligencia. "También nos propone tener arrojo para luchar por un buen gobierno, por una moral sexual reproductiva más humana y también por una mayor justicia laboral en los espacios eclesiales". En su momento, Edgar Cortés, secretario técnico de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos, comentó que en el documento encontramos "las realidades negativas" que se viven en nuestras iglesias como la violación a los derechos humanos de las mujeres, a los homosexuales, a las lesbianas, hacia los indígenas que tienen que renunciar a su cultura para poder participar y los abusos sexuales cometidos en contra de los y las menores, por mencionar algunos. La Iglesia católica se
está privando de la mirada de las mujeres, la cual aporta nuevas
y mejores posibilidades. Asimismo, el doctor en teología, Raúl
Cervera, urgió a abrir la discusión entre la jerarquía
católica y el resto de la comunidad porque "nos sentimos
poseedores de verdades absolutas e irrefutables, pero la Iglesia debe
aprender de las sociedades". |