Usted está aquí: viernes 30 de diciembre de 2005 Cultura España medieval, recorrido por las raíces culturales de la hispanidad

La muestra continúa en los museos nacionales de Antropología y de Historia

España medieval, recorrido por las raíces culturales de la hispanidad

Trescientos cincuenta objetos provenientes de 107 instituciones ibéricas y mexicanas dan cuenta de los antecedentes latinos, visigodos y árabes de la civilización que llegó a América

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Ampliar la imagen Tapiz que forma parte de la exposici�reparada al alim�or instituciones de Espa� M�co FOTO Mar�Luisa Severiano Foto: Mar�Luisa Severiano

¿Cómo cambian el color y la textura del mármol al estar dentro del mar? ¿Qué es un ataifor? ¿Y una arqueta? ¿Qué construyó el maestro Mateo? ¿Qué onda con los visigodos? ¿Dónde está la tumba del apóstol Santiago? ¿Qué tienen en común todas estas preguntas?

Que las respuestas se encuentran en un solo periodo histórico: la Edad Media, y para no meterse a los libros de historia sólo se necesita pagar 30 pesos por visitar la muestra España medieval y el legado de Occidente, que desde octubre se exhibe en dos espacios: el Museo Nacional de Antropología y el Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec.

Los visitantes lo reconocen: la Edad Media no es un tema que llame mucho la atención, como en su momento lo hizo la exposición Faraón, el culto al sol en el antiguo Egipto, que reunió 600 mil visitantes en 104 días, entre marzo y julio pasados. Por eso no se encuentran esas filas de horas que caracterizaron la muestra egipcia y que se extendieron metros y metros y representaron horas y horas de espera.

Para entrar a España medieval, en la sala de exposiciones temporales del Museo Nacional de Antropología, no hay nadie que grite por los altavoces portátiles afuera del recinto: "los que van a la muestra hagan fila, los que van a las exposiciones permanentes la entrada es por la puerta central".

No hay filas... Tampoco hay gente. Al menos entre semana es posible recorrer el medievo español y tomarse todo el tiempo del mundo para ver cada una de las 350 piezas traídas de 90 instituciones de España y 17 mexicanas. A la entrada un amable policía advierte: "no se pueden tomar fotos" y pasa el lector de barras por el boleto para llevar un control de las personas que pueden estar adentro.

''Eso es para cuidar las piezas; cuando hay mucha gente, sobre todo sábado y domingo, hace un montón de calor y sólo dejamos estar 600 personas", dice el guardia. Como entre semana no hay tantos visitantes, conviene llevarse un suéter, porque dentro de la sala hace un frío fenomenal, cosa contraria a lo que ocurre sábado y domingo.

De nada sirve la advertencia de no tomar fotos. Si no hay cámara sirve perfecto la que se encuentra en casi todos los teléfonos celulares. Pocos son los que dejan pasar la oportunidad de fotografiar alguna de las piezas, aun cuando vigilantes mal encarados se aparecen cuando uno menos lo espera.

Al visitar esta muestra es necesario dejar atrás las ideas preconcebidas de que el medievo sólo son caballeros y damas, animales fantásticos -como unicornios y dragones-, o que todo se decidía por la espada y el caballo. Algo hay de cierto en eso, pero se debe en gran parte a la literatura fantástica y a las leyendas tejidas alrededor de grupos religiosos como los templarios (militares y sacerdotes), los cátaros o los hospitalarios, por ejemplo.

Aquí el espectador se encuentra con la formación de un país; su crecimiento geográfico, económico, político y artístico; su mezcla y convivencia, a veces a las malas, con otras culturas (léase aquí judíos, musulmanes y cristianos). Fue esa España de mezclas la que llegó a América.

A la entrada un torso de Venus actúa de anfitrión. Es de mármol pero de un color y texturas peculiares porque estuvo mucho tiempo bajo el mar y pertenece a la colección del Museo Pedro Coronel de Zacatecas. Esta primera sala es la introducción y, como en toda buena introducción histórica, hay un mapota y una cronología. La mayoría ve el mapa, pocos leen la cronología.

Siguen piezas como una jarra de aguamanil litúrgico del siglo VII, joyas y adornos, sedas, una bella inscripción en árabe realizada sobre mármol, las réplicas de las aldabas de la puerta principal de la mezquita mayor de Sevilla, piletas de abluciones, o ataifores (palabra que proviene de tayfur y que significa una mesa pequeña o plato pequeño para servir las viandas), la fuente de Santa María de la Alhambra tallada en mármol, la réplica de la Cruz de Alfonso III, o facsímiles y originales de libros y documentos como el mapamundi del beato de Valcabado; Comentarios al Apocalipsis de San Juan; el Libro de horas, de Fernando I, y el Tratado de Paz y Amistad entre Ramón Berenguer III, conde de Barcelona e Ibn Hilal, qa'id de Larida.

También la figura de una naveta en plata sobredorada de 1487 o el documento que reza "Enrique II condena y obliga a los vecinos del obispado de Avila a pagar voto de Santiago" del 16 de febrero de 1376, hecho en papiro y escrito con letra chiquitita y apretadita.

Cierran la exposición tapices y cuadros con temática religiosa y, al final, una silla jamuja o de tijera, un astrolabio, una caja o arquilla amatoria y dos réplicas de instrumentos musicales.

El arribo al nuevo mundo

El viaje no termina ahí. El visitante puede ir, el mismo día o cualquier otro y por el mismo boleto, al Castillo de Chapultepec. Esta parte de la muestra está dedicada a la llegada de los europeos a América, en 1492, que para unos marca oficialmente el fin de la Edad Media aunque para otros este fin llegó en 1453, con la desaparición del imperio bizantino. En el castillo sí podrá ver armaduras y espadas, aunque pocas.

 
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