Declaran inexistentes a miserables de Cancún
Niegan autoridades ayuda a 33 colonias irregulares azotadas por el huracán Wilma
Ampliar la imagen Habitantes de Canc�tentan reconstruir sus chozas que fueron destruidas por el hurac�Stan FOTO Jos�ntonio L� Foto: Jos�ntonio L�
Ampliar la imagen "Los colchones ya no sirven, se mojaron varios d�; ahora hay que juntar dinero para comprar otros": una damnificada FOTO Jos�ntonio L� Foto: Jos�ntonio L�
Cancún, QR., 29 de diciembre. Cientos de las miles de precarias viviendas azotadas por el huracán Wilma hace dos meses, en las extensas zonas de miseria de este polo turístico, siguen destruidas. Quienes las habitaban, migrantes casi todos, sólo recibieron como ayuda oficial "un fardo de láminas de cartón" para levantar chozas.
En colonias como Tres Reyes, La Libertad y Santa Cecilia, entre otras, el paisaje es desolador. Sin ayuda oficial ni recursos, poco a poco algunas familias han levantado sus moradas con desperdicios: cajas de cartón, hules, tarimas y hasta los pendones de campañas políticas. Pero sólo con su esfuerzo.
Para ellos, los habitantes del otro Cancún, donde viven los que nada tienen en miles y miles de chozas, no habrá ayuda gubernamental, porque oficialmente "no existen".
El presidente municipal, Francisco Alor, dice a La Jornada: "En total fueron 14 mil las viviendas dañadas. La Secretaría de Desarrollo Social hizo el registro. El gobierno distribuyó 5 mil toneladas de alimentos y la iniciativa privada 2 mil 500, además de ropa y más de 40 mil fardos de láminas de cartón".
-¿Hay algún programa para apoyar a los habitantes de las zonas de miseria, quienes aseguran que no han recibido ayuda?
-A todas las personas se les ayudó. Se otorgaron créditos de vivienda para pies de casa, que tienen un costo de 40 mil pesos, y sólo van a pagar 8 mil; el resto será subsidio. Con eso se edificará un cuarto de cuatro metros de largo por cuatro de ancho, con su baño.
-¿Qué programa social benefició a los habitantes de esas zonas que perdieron sus chozas?
-Se les distribuyeron atados de láminas de cartón. Se les repartieron despensas, agua.
-¿Hubo algún programa de vivienda y de introducción de servicios para esas colonias?
-No. Son asentamientos irregulares ubicados en zonas ejidales. Los ejidatarios fraccionaron y vendieron los lotes, pero no están regularizados; por tanto, esas colonias no existen oficialmente.
-Es decir, ¿sus habitantes son invisibles para el gobierno?
-No, sí se ven. Ahí están, son miles de habitantes. Hay 33 colonias irregulares con más de 40 mil personas, que en su mayoría provienen de otros estados y han venido en busca de trabajo.
El alcalde abunda: "Sí, nos llegaron recursos para la reconstrucción. Sí hay apoyos, pero no puedo como autoridad tomar de esos fondos para darlos a los habitantes de las colonias irregulares, porque me implicaría responsabilidades. Como autoridad tengo que cumplir una normatividad, y por ello no puedo disponer de ese dinero".
El Instituto de Fomento a la Vivienda refirió que hay 63 asentamientos irregulares con 11 mil 800 lotes y un plan de ponerlos en orden, pero se requiere el apoyo de los ejidatarios que fraccionaron, y sólo podrán entrar a un programa de reconstrucción si la Federación aporta recursos.
La Dirección de Planeación y Desarrollo Municipal, a su vez, informó que se distribuyeron en esas colonias 23 mil 500 fardos de láminas de cartón, 125 mil despensas y 240 mil litros de agua.
"Ahí estaba mi casa, pero no salvamos más que la televisión"
Durante un recorrido por la colonia Tres Reyes, la señora Elena Pereda Robles expone: "¿Andan anotando para la ayuda? Porque aquí no nos tocó nada. Los camiones con las láminas nomás pasaron de largo, pero dijeron que nosotros no las necesitábamos".
Ella habita en el predio de su madre con tres hermanas. Todas ellas, casadas, construyeron su palapa en el largo terreno. Sus precarias viviendas fueron derribadas por el huracán. "Mire -señala lo que quedó de su palapa: palos y pedazos de lámina- ahí estaba mi casa, no salvamos más que la televisión."
Ahora vive en la casa de su madre, una construcción de block y techo de láminas de cartón. "Aquí estamos refugiados mi hermana, con su marido y sus hijos, y mi familia. Apenas levantamos entre todas una palapa, la de mi hermana, nada más que nos falta un poco de lámina para terminarla."
En esa colonia Bertha Vázquez, originaria de Guerrero, muestra su jacal: "Ya lo reconstruimos. En dos semanas lo levantamos con la ayuda de mis cuñados". La palapa está forrada del techo con hule azul. "Es para que no entre el agua, porque como ha llovido..."
Afuera aún hay escombros de lo que fueron el ropero y la mesa, destruidos por el meteoro, y unos colchones. "Esos ya no sirven, se mojaron varios días; ahora hay que esperar a que mi esposo junte un dinero para comprar otros."
La entrada común de las colonias Santa Cecilia y La Libertad quedó inundada en los días posteriores al huracán Wilma, y la única manera de que sus moradores pudieran llegar a casa era por lanchas o caminando entre el agua, que llegó a una altura de metro y medio en la parte más baja y hasta dos y medio en el lado más alto. Hoy ya desapareció el anegamiento y se aprecia la hondonada para atravesar hacia esas zonas.
Albañiles, peones, cargadores, mecánicos, empleados de intendencia en la zona hotelera, taqueros, lavacoches, despachadores de gasolina y subempleados habitan en Santa Cecilia y La Libertad. Carecen de servicios básicos -luz, agua, drenaje, calles pavimentadas-, y a la pérdida de sus palapas y escasas pertenencias suman otra desgracia: se quedaron sin empleo.
Entre los cientos de casas destruidas algunas ya están levantadas; en otras trabajan familias completas, como la de Guadalupe Chol, quien con su esposo y tres hijos reconstruye la palapa.
"Venimos de Yucatán, porque allá no había trabajo; aquí nos iba bien, pero el huracán nos tiró la casa y no recibimos ayuda. Bueno, sí, nos dieron dos despensas, mentiríamos si dijéramos que no, pero no nos ayudaron para la casa. A unos vecinos sí les dieron un atado de láminas de cartón, pero a nosotros nada más nos apuntaron y no llegó la ayuda."
Originaria de Carrillo Puerto, Veracruz, Mayra Vázquez muestra su palapa ya de pie. "El huracán me la dejó en el suelo, y como mi marido trabaja y sólo descansa el domingo, tuvimos que contratar un palapero. Nos cobró 5 mil pesos, y cada atado de láminas nos lo venden en 185 pesos."
En estas zonas de pobreza y marginación las familias se apoyan unas a otras para levantar sus casas.
Los habitantes de estos asentamientos, que todo lo perdieron y parecen estar acostumbrados a enfrentar la adversidad, recibieron de algunos centros comerciales tarimas, cajas de cartón, hules y pedazos de madera, con lo que algunos nuevamente construyen las palapas.
Las escenas se repiten en Tres Reyes, La Libertad, Avante y Santa Cecilia. En el Cancún olvidado, sus habitantes tienen esperanzas de salir adelante otra vez, aunque sean declarados inexistentes por las autoridades.