Usted está aquí: viernes 30 de diciembre de 2005 Estados Damnificados de los Tuxtlas vuelven a zonas de alto riesgo

Se cansaron de esperar la reubicación prometida por autoridades hace cuatro meses

Damnificados de los Tuxtlas vuelven a zonas de alto riesgo

Míseras despensas, colchonetas y permiso para dormir en el centro comunitario, única ayuda

ANDRES T. MORALES CORRESPONSAL

Ampliar la imagen En la comunidad de Chuniapan de Arriba, municipio de San Andr�Tuxtla, Veracruz, a� observan vestigios del desbordamiento del arroyo El Zapote, ocurrido antes de la entrada del hurac�Stan. Pese al riesgo, los pobladores han vuelto a construir casas de madera en las orillas FOTO Horacio Zamora Foto: Horacio Zamora

San Andrés Tuxtla, Ver., 29 de diciembre. Cansados de esperar la reubicación que las autoridades les prometieron hace cuatro meses, cuando una avalancha de lodo, piedras y árboles destruyó sus viviendas, indígenas de la comunidad de Chuniapan de Arriba volvieron a levantar sus chozas y a sembrar maíz a las orillas del arroyo El Zapote.

La avalancha no solamente los dejó sin hogar; también cobró la vida de cuatro niños. La ayuda oficial únicamente consiste en despensas, algunos camastros y permiso para que 19 familias pernocten en un salón comunitario.

Los habitantes de este poblado fueron de los primeros damnificados por los meteoros que azotaron la entidad este año (Bret y José), incluso antes del huracán Stan, pero cuatro meses después siguen esperando la ayuda para rehacer su vida.

A cuentagotas fluyen los recursos para reparación de caminos y viviendas y para indemnizar a campesinos afectados por Stan, que el 4 de octubre golpeó la costa de Roca Partida, en San Andrés Tuxtla, y en seis horas cruzó el territorio veracruzano, afectando directamente los municipios de Los Tuxtlas y los ubicados en la cuenca del Papaloapan.

El Zapote golpeó de noche

La medianoche del 18 de agosto una avalancha de lodo y piedras expandió el arroyo El Zapote hasta 25 metros en cada orilla y arrasó decenas de viviendas localizadas en sus márgenes. Hoy aún quedan reminiscencias de la tragedia: escombros, laminas de metal retorcidas como si fueran de papel y enseres semisepultados en el lodo.

Desprevenidas, la mayoría de las familias que habitan las comunidades de Chuniapan de Arriba y El Salto lograron escapar de la furia del agua trepando a los árboles más altos o subiendo a los cerros cercanos.

En Chuniapan de Arriba, los pequeños Jesús Cobix Cagal e Isaac Cobix Mil, de cuatro y ocho años de edad, respectivamente, perecieron ahogados y golpeados contra las rocas.

''Ya no los pudimos sacar. Una de las mamás se aventó al agua para rescatarlo pero no pudo; la corriente se lo llevó y ella apenas alcanzó un árbol para no morir'', relata Andrea Velasco, tía de los niños.

Francisco Cobix, de 10 años de edad, salvó la vida de milagro, pues dormía en un camastro junto a una ventana; cuando el agua golpeó la vivienda pudo salir por ahí y subir a un enorme tronco. En El Salto, los niños Jorge y José Antele también fueron arrastrados por la corriente.

''Hace más de 30 años que no pasaba una desgracia como ésta. El arroyo El Zapote nunca creció tanto'', dice asombrado Vicente Mil Cobix, un anciano que fue designado representante de los damnificados.

A la fecha, acusa, el apoyo de los tres niveles de gobierno se limita a la entrega de una despensa semanal (dos kilogramos de frijol, uno de arroz, una lata de leche y dos kilogramos de harina de maíz), colchonetas, ropa usada y la oportunidad de comer y pasar la noche en el salón ejidal de la comunidad.

''Para muchas familias no quedó de otra que volver a la orilla del arroyo a levantar sus casitas y sembrar allí junto para sobrevivir'', afirma.

Siniestros y migración

Aunque hace seis semanas descendió el nivel de los ríos que en octubre inundaron decenas de municipios de la región, los alcaldes de Tlacotalpan, Chacaltianguis, Salta Barranca, Lerdo de Tejada, Angel R. Cabada, Catemaco, Hueyapan de Ocampo, Santiago Tuxtla y Cosamaloapan, prevén que se recrudecerán la pobreza y la migración.

En esta zona se calcula que más de cien mil hectáreas de cultivos básicos como maíz , frijol y caña de azúcar resultaron siniestrados, en perjuicio del consumo familiar y de la zafra actual. ''La pobreza aumentará y el flujo de migrantes se va a disparar en una zona que históricamente ha sido expulsora de indocumentados hacia Estados Unidos'', advirtió la alcaldesa de Santiago Tuxtla, Yazmín Copete Zapot.

Margarita Melchi vive en Hueyapan de Ocampo, uno de los municipios más afectados. Sus hijos perdieron ganado, pastizales y ocho hectáreas sembradas con caña de azúcar. Ahora sólo espera que llegue enero para que sus cinco vástagos emigren a Estados Unidos.

En Tlacotalpan y Salta Barranca, por lo menos 25 poblados y ejidos quedaron incomunicados durante casi dos meses por las inundaciones. En Santiago Tuxtla siguen esperando que se levanten ocho puentes para llegar a las comunidades más lejanas.

La tierra se volvió inestable

En el poblado de Cerro Amarillo, en San Andrés Tuxtla, causaron alarma la presencia de una gran grieta en los campos de cultivo y el deslizamiento de toneladas de tierra, que amenazan el caserío.

Inicialmente se creyó que esto se debía a movimientos geológicos, pues en las últimas semanas ocurrieron seis sismos en la zona, pero expertos del Centro Sismológico Nacional y del Cenapred que visitaron la comunidad descartaron esta posibilidad.

Asustado, el campesino José Hernández, propietario de la parcela donde se observó el fenómeno, muestra un enorme montículo que se alzó en medio de su milpa. Mientras, las autoridades del lugar se preparan para desalojar a por lo menos 70 familias, pues existe el riesgo de un alud.

 
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