Usted está aquí: jueves 29 de diciembre de 2005 Capital En Cuajimalpa unas 8 mil personas viven en zonas de riesgo ante el frío

En las partes altas la temperatura llega hasta 6 grados bajo cero: Protección Civil

En Cuajimalpa unas 8 mil personas viven en zonas de riesgo ante el frío

Los habitantes se niegan a ir a los albergues por temor a que les roben sus pertenencias

ROCIO GONZALEZ ALVARADO

Ampliar la imagen Durante un recorrido por el paraje Llano Grande, Juan Delgado, acompa� de sus hijos, coment�s problemas que enfrentan durante el invierno, debido a la precariedad de su vivienda y la falta de servicios en la zona FOTO Guillermo Sologuren Foto: Guillermo Sologuren

El intenso frío cala los huesos y en las veredas se forma una ligera capa de escarcha, pero los habitantes de los parajes Cola de Pato y Llano Grande, ubicados en la parte más alta de la delegación Cuajimalpa, se resisten a abandonar sus hogares, porque "más vale dormir con cinco o siete cobertores que dejar a las ratas mis pertenencias", comentan.

Desperdigados en la montaña, bajo el cobijo de diminutas y endebles viviendas, hechas en su mayoría con techos de lámina de cartón y paredes de pedazos de plástico y madera, utilizan su ingenio para mitigar los efectos de las bajas temperaturas. Así, mientras unos han tapizado sus viviendas con cartones, otros, como Juan Delgado López, han improvisado "chimeneas" dentro de su casa, a pesar del riesgos de intoxicación por monóxido de carbono.

"Sólo que caiga nieve muy fuerte nos movemos, sino pa'qué", dice este hombre de mediana edad, quien si bien reconoce que tienen miedo de que se les caigan encima los árboles, es más el temor de que les quiten sus cosas. "Si te atontas te dejan a raiz. Si nada más cuando bajamos al mercado nos roban los tanques de gas, los tendederos y las tinas de la ropa. Imagínese si nos vamos... cuando regresemos no encontramos casa", subraya.

Al lado de un atizado anafre, del cual sobresale un tubo de latón con varillas que da hasta un agujero en el techo, "para que no se encierre el humo", don Juan, quien habita una de las 70 viviendas que bordean el camino a Llano Grande, ubicado a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, confiesa que él prefiere que le donen cobijas, porque "durante el día ponemos la lumbre y tomamos ponche para calentarnos la panza, pero en la noche el frío está tremendo".

Kilómetros abajo, sobre la carretera México-Toluca, el mismo sentir lo comparten José Rangel y María del Carmen Rivera, quienes viven en condiciones similares en el paraje Cola de Pato. Ayer por la mañana, las piletas donde recolectan el agua amanecieron con una capa de centímetro y medio de hielo. "Para lavar la ropa -platica María- me pongo guantes, pero aun así se siente muy fría".

Avecindados aquí desde hace 10 años, a este matrimonio le ha tocado vivir dos nevadas. "La última fue hace cinco años, por eso tenemos temor de que este año vuelva a caer nieve, pero ya nos estamos alistando. Desde temprano arrimamos todo, porque en la tarde ya no se aguanta la helada, quitándose el sol empieza a bajar mucho la temperatura, y luego luego se siente en la ropa; si la dejas afuera amanece congelada", comentan.

Por ahora, dice José, ataviado con su chamarra y su gorra, "nos ponemos hasta siete cobijas y no hay problema, porque ni chimenea hemos hecho. Pero si vemos la necesidad, yo creo que sí nos vamos, porque cuando nieva no se puede salir hasta que empieza a descongelarse, y por aquí cerca no hay negocios ni nada".

Explica que para irse a los albergues "lo pensamos mucho, porque aquí es muy inseguro, la gente, si sabe que no estás, se mete a robar a las casas; a nosotros no nos ha pasado, pero hay vecinos que salen a la leche o al mercado, y cuando regresan ya los saquearon". Como esos dos parajes existen 22 más en la delegación Cuajimalpa, donde habitan alrededor de ocho mil personas en mil 800 viviendas precarias, precisa el subdirector de Protección Civil de la demarcación, Francisco Sánchez Zúñiga, quien señala que durante el día se realizan rondines para orientar a los pobladores.

Ayer, durante un recorrido, quienes ya lo identifican, a su paso le gritaban: "¡A ver cuándo llegan las cobijitas, ya se las hubiera traído!" Ante la petición, sólo sonríe y comenta: "Ese luego las anda vendiendo, ni las necesita".

Otros se apartan para impedir que se les saquen fotografías. "Aquí no tienen por qué tomar fotos; ¿para qué son?", interroga una mujer acompañada de sus dos hijos adolescentes, que surgieron de entre los pinos. La razón de esa actitud, explica después el funcionario, es el temor de que sean desalojados.

Algunos pobladores son comuneros, pero otros han adquirido sus predios de manera irregular. "Pero no somos delincuentes", esgrimen quienes se sienten aludidos; "somos gente honesta y humilde, venimos a comprar acá por necesidad, y cuando supimos que no se podía habitar ya habíamos pagado todo, pero no actuamos de mala fe".

Sin embargo, asegura Sánchez Zúñiga, no hay ningún acoso de las autoridades, y agrega que durante esta temporada se realizan tres fases de auxilio: prealerta, alerta y alarma. "En enero y febrero es cuando se esperan las temperaturas más bajas; ahorita apenas están empezando. Vamos en el frente frío número 18 y esperamos 52. Las zonas más vulnerables son La Pila, Xalpa y Las Cruces, donde en años anteriores se han registrado seis grados centígrados bajo cero".

 
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