Usted está aquí: sábado 24 de diciembre de 2005 Opinión Nuevo Trío en el Colón

Juan Arturo Brennan

Nuevo Trío en el Colón

Ampliar la imagen Abogada de profesi�escritora por vocaci�

Buenos Aires. Así como el Palacio de Bellas Artes en la ciudad de México tiene su Sala Manuel M. Ponce, el Teatro Colón de la capital argentina tiene su Salón Dorado, espacio ideal para la práctica de la música de cámara. El Salón Dorado, sin embargo, es más parecido en su arquitectura, distribución y aspecto al Salón de Recepciones de nuestro Museo Nacional de Arte (Munal), aunque está mejor aislado acústicamente. Es decir, nada que ver con la disfuncional, ruidosa e inhóspita Sala Ponce.

Hace unos días se presentó en el Salón Dorado del Teatro Colón el Nuevo Trío Argentino (Elías Gurevich, violín; Marcelo Bru, violoncello; Fernando Pérez, piano) para ofrecer el último recital de su serie 2005, la cual, a lo largo de ocho sesiones (algunas de las cuales debieron ser reprogramadas debido a los conflictos laborales surgidos en el seno del Teatro Colón), ofreció un interesante panorama de obras para trío, enmarcado en una programación que no transgredió los límites de lo clásico: Mendelssohn, Schumann, Mozart, Brahms, Beethoven (la integral de sus tríos), Saint-Saens, Dvorák, Debussy, Chausson.

Para esta sesión de clausura de la temporada, el Nuevo Trío Argentino propuso un programa con base en opuestos: Haydn para iniciar, Rajmaninov para concluir. El trío de Haydn elegido para este recital recibió una ejecución transparente, con buenos apuntes de estilo, destacando la presencia bien perfilada de ciertos gestos pianísticos que habrían de aparecer más tarde, con mayor profundidad, en la música de Ludwig van Beethoven. En todo momento, el Nuevo Trío Argentino enfatizó el aspecto lúdico y el estado de ánimo gentil que caracterizan los dos movimientos de este trío de Haydn, de engañosa apariencia fácil.

En la segunda parte del programa, el trío abordó con mucha autoridad una de las obras fundamentales del repertorio para su dotación, el Trío elegíaco Op. 9, A la memoria de un gran artista, de Sergei Rajmaninov. Buena parte del éxito de esta ejecución se debió a la congruencia con que los tres músicos establecieron, desde las primeras páginas de la obra, el ambiente expresivo justo para anclar todo el discurso del compositor ruso. Como parte de ese ambiente, fue posible percibir desde el primer movimiento del Trío Op. 9 algunas sombras fugaces de la música de Piotr Ilyich Chaikovski, a cuya memoria está dedicado este apasionado trío. El pianista del ensamble, Fernando Pérez, entendió claramente que en esta obra el protagonista no es el Rajmaninov virtuoso de la filigrana y las explosiones en el teclado, sino el Rajmaninov emotivo e introspectivo, y realizó un muy buen trabajo de conjunto, colegiado y bien equilibrado, con sus dos colaboradores. De ese equilibrio surgió un auténtico trío para violín, violoncello y piano, y no un falso concertino para piano y cuerdas, como suele ocurrir en otras versiones menos cuidadas de esta compleja obra. A la vez, la profundidad expresiva de la interpretación nunca atentó contra la claridad y la concisión de la estructura, gracias a la ausencia de los excesos expresivos que suelen ensuciar las versiones grandilocuentes del Trío elegíaco. Muy bien matizadas y contrastadas resultaron también la seudo-variaciones que Rajmaninov propone en el segundo movimiento de la partitura. También es posible señalar de manera particular la sutileza tímbrica y el balance logrados en el episodio del primer movimiento en el que las cuerdas tocan con sordina, así como la sutil decantación progresiva de la sonoridad hacia el final del mismo movimiento.

Para este recital de media tarde, con entrada gratuita al Salón Dorado, el público bonaerense llenó el espacio a reventar, bastante más allá de la capacidad instalada para el efecto. De manera análoga a lo que ocurrió días antes en la sala principal del Teatro Colón, con motivo de la representación de la ópera Capriccio de Richard Strauss, pude percibir que el público era fundamentalmente mayor de edad, de hecho muy mayor. Como ocurre en nuestro país, es escasa la juventud que se acerca acá a la música de concierto, incluso cuando se trata de eventos gratuitos. (Es un hecho, sin embargo, que la cartelera musical de Buenos Aires tiene una oferta muy variada de música para la juventud, a diferencia de la escasez habitual que caracteriza a nuestra capital). Como elemento redentor puedo mencionar, al menos, que los pocos jóvenes que asistieron esa tarde a escuchar a Haydn y Rajmaninov en el Salón Dorado estuvieron, literalmente, extasiados con la música, particularmente con el intenso y conmovedor Trío elegíaco.

 
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