Usted está aquí: jueves 22 de diciembre de 2005 Cultura Universum, el lado atractivo de la ciencia, con señas de deterioro

MUSEOS DE MEXICO

Universum, el lado atractivo de la ciencia, con señas de deterioro

Los artefactos didácticos y la ''plática entre amigos'' de los guías, claves del exitoso proyecto

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen Los instrumentos con que cuenta el museo fueron creados ex profeso por universitarios FOTO Yazm�Ortega Cort� Foto: Yazm�Ortega Cort�

Una chispa de sorpresa ilumina la mirada de niños y jóvenes que asisten al Museo de las Ciencias Universum cuando descubren que se puede jugar con el teorema de Pitágoras, con el axioma de las paralelas o con el espacio euclidiano.

Los conceptos propios de las matemáticas o la química, que a algunos les pudieran parecer aburridos por como se enseñan en las aulas, en este recinto de la UNAM se vuelven casi mágicos. Aquí la ciencia, con sus alas infinitas de conocimiento, atrapa, cautiva.

La electricidad y el magnetismo, la biodiversidad, los hoyos negros y la fotosíntesis se comprenden mejor mediante experimentos creados especialmente para el museo por científicos, ingenieros y artistas universitarios.

Pero es indispensable que los visitantes reciban las explicaciones de los ''anfitriones'', de lo contrario los niños pasan de largo frente a aparatos en apariencia complejos, a los cuales tan sólo hay que apretar un botón para echar a andar.

No basta con que el motor gire o la luz se encienda. Los experimentos, aunque no requieren de sofisticados mecanismos y prescinden de la cibernética, deben ser apreciados en el contexto de cada sala temática, acompañados por una charla ''entre amigos'', ligera pero aleccionadora.

Por eso, la visita a Universum se sustenta, básicamente, en las actividades y explicaciones de los ''anfitriones'', jóvenes universitarios que se asumen con orgullo como ''divulgadores de la ciencia''. Ellos saben qué tipo de dinámicas ofrecer ya sea a niños de prescolar o a estudiantes de bachillerato para fascinarlos con temas como la geometría o la óptica.

En la sala de la enciclopedia de la reproducción humana una ''anfitriona'' pregunta a un grupo de alumnos de una secundaria de Tultepec cuáles son las características de la pubertad. Un chavo de secundaria, responde de inmediato: ''los pelos''. Todos ríen y la ''anfitriona'' empieza su ''cátedra'': ''¿Pelos? Sólo los perros y los puercos tienen pelos. Que yo sepa, los humanos tenemos vellos. Los vellos aparecen en la adolescencia''.

Los niños tratan de contener la risa y poco a poco se meten en la explicación detallada que ofrece la universitaria. El momento cumbre de la visita a esta sala es cuando miran a través de un microscopio un grupito de espermatozoides inmóviles.

El entusiasmo suple la escasez de recursos

Universum depende presupuestalmente de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia, en la que algunos funcionarios han declarado desde hace años que si bien la UNAM ''es generosa'' con el recinto, los recursos operativos ''no son tan sustanciales'' para todo lo que se quiere hacer. Además, son pocos los patrocinadores.

Quizá por ello, en conjunto, el museo luce deteriorado. Por ejemplo, a la máquina de pompas de jabón geométricas le hace falta una estructura; en otra sala, un mapa de la ciudad de México está roto y en varias áreas hay monitores que no funcionan.

Pero nadie se amilana ante esos contratiempos. En cualquier rincón hay un espacio para sorprenderse, como el tubo lleno de agua donde se forma un huracán y, de paso, se aprende que al movimiento espiral de la materia se le llama vórtice.

La pequeña colección de insectos y mariposas es otra de las zonas estelares del lugar. Los visitantes se arremolinan ante las vitrinas para observar por las lupas patitas y formas multicolores de animales con nombres rarísimos, como solifugo.

Los ''anfitriones'' organizan concursos: distribuyen tarjetas con preguntas a grupos de niños y les piden que busquen en toda la sala para encontrar las respuestas. Este juego entusiasma a los pequeños que corren de aquí para allá en el área donde se ''cosecha el sol'' o en el rincón del naturalista.

Ante la mirada incrédula de maestros o adultos que los acompañan, los chicos aprenden muy rápido qué es el amaranto, para que sirve el zinc o cuál es la energía eólica.

Al dar un paso, alguien cae bajo una campana que pende del techo. La melodía Química de la suite de las ciencias, de Eugenio Toussaint, comienza a sonar, sólo para los oídos de quien se ha detenido en ese sitio. Es una más de las maravillas que suceden en el Museo Universitario de las Ciencias.

Así, Universum, aun con su bajo presupuesto, cumple con decoro el objetivo por el cual fue creado: ''brindar ambientes propicios para que se descubran y desenvuelvan vocaciones científicas'' en los visitantes.

 
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