416 ° DOMINGO 11 DE DICIEMBRE DE 2005
 

Narco en Michoacán, capítulo II
La guerra llega al DF

Alberto Nájar

Delegación Tlalpan. Cinco personas aparecen ejecutadas a bordo de una camioneta propiedad del Ayuntamiento de Lázaro Cárdenas, Michoacán. La Procuraduría General de la República señala a sicarios de Joaquín El Chapo Guzmán del homicidio múltiple. Una de las víctimas es hermano del síndico de ese municipio, Enoc Tafolla Torres, acusado por la PGR de trabajar para el Cártel del Golfo y de cuyas andanzas Masiosare dio cuenta hace unas semanas. La señal es clara: la narcoguerra por Michoacán extendió su territorio



Ilustración: Bogotá
La historia empieza con un cayuco que guía a cuatro lanchas rápidas cargadas con 4.5 toneladas de cocaína casi pura, hacia una playa desierta en la frontera entre Michoacán y Guerrero, a la mitad del camino entre Zihuatanejo y el puerto de Lázaro Cárdenas.

Tal vez por la inexperiencia ­al parecer era la primera vez que los tripulantes del cayuco participaban en un alijo de droga­ el desembarco se retrasa, lo que permite a una fragata de la Armada de México interceptar a los botes extraviados.

Ese cinco de junio, 13 presuntos narcotraficantes fueron detenidos, entre ellos dos originarios de Sinaloa. Fue el mayor decomiso de cocaína en el año para la Armada; más de 14 millones de dólares perdidos para el dueño de la droga, Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, tercero en el mando del Cártel del Sinaloa y vecino desde hace cinco años del fraccionamiento Las Brisas de Acapulco.

Allí tiene un par de lujosas mansiones, en una de las cuales solía hospedar a su compadre, Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, hasta que en julio pasado estuvo a punto de ser detenido por la Policía Ministerial de Guerrero tras un incidente de tránsito.

Esa vez escapó a bordo de un discreto Volkswagen rojo tipo sedán.

La historia sigue con la guerra entre sicarios por el control de la zona, una de las más activas en el trasiego de cocaína transportada en lanchas rápidas desde Colombia.

La batalla ­cuyo saldo incluye una treintena de ejecuciones y ataques con granadas a cuarteles policiacos­ empezó a librarse en Acapulco, pero se extendió a toda la zona costera de Guerrero y Michoacán, especialmente en el puerto de Lázaro Cárdenas.

Es aquí donde aparece Enoc Tafolla Torres, ex síndico de este municipio y acusado por la Procuraduría General de la República (PGR) de trabajar para el Cártel del Golfo. La misma organización que, se cuenta en ese puerto, habría puesto el dedo a la cocaína decomisada en junio por los marinos.

Masiosare dio cuenta de algunas andanzas del síndico en la edición del pasado 20 de noviembre. Una semana después, el cuerpo de su hermano David Tafolla apareció ejecutado junto con otros cuatro paisanos, a bordo de la camioneta asignada por el cabildo a su familiar.

Enoc Tafolla está arraigado desde finales de octubre en la ciudad de México. El día que murió, su hermano fue a visitarlo.

Según la PGR, los responsables del múltiple homicidio son empleados de El Barbas, una muestra de que en la batalla por las playas michoacanas, los narcos no conocen de fronteras.

Una bonita familia

Los Tafolla Torres son originarios de Buenavista Tomatlán, uno de los municipios ­junto con Tzitzio y Uruapan­ más calientes en el trasiego de drogas, según datos de la PGR y la procuraduría estatal.

Desde hace varios años, sin embargo, la familia emigró a Tijuana donde la fortuna le sonrió, tanto que al avecindarse en Lázaro Cárdenas Enoc financió parte de la campaña del actual presidente municipal, Gustavo Torres Camacho.

No fue gratis, pues apenas al tomar posesión el ex síndico acomodó a su familia en la nómina municipal, como su padre Juan Tafolla, ex oficial mayor; su hermano Román, actual tesorero, su cuñado Daniel Guillén Valladares, subdirector de la Policía Municipal ejecutado el 16 de octubre junto con el jefe de la corporación, así como Bonifacio Ramírez, otro cuñado quien hasta hace dos meses era inspector de reglamentos del Ayuntamiento.

Bonifacio es uno de los ejecutados que aparecieron en Tlalpan junto con David Tafolla. Los tres restantes eran guardaespaldas de la familia.

Curiosamente, la camioneta en que murieron no le gustaba a Enoc Tafolla, quien para sus traslados solía utilizar una lujosa Ram Charger blindada, a la cual acompañaban seis guardaespaldas y una patrulla municipal.

En Lázaro Cárdenas se cuenta que, antes de su arraigo, el ex síndico era el poder real en el Ayuntamiento, e incluso se dio el lujo de gastar casi la mitad del presupuesto de este año ­unos 43 millones de pesos­ en la compra de 30 patrullas.

Las unidades se utilizaron, por cierto, para rescatar a dos uniformados detenidos por la Ministerial porque dejaron libres a los presuntos responsables de un ataque con granadas al cuartel de la policía de Zihuatanejo, en agosto pasado.

El operativo fue encabezado por Enoc Tafolla, a quien le gustaba entrar en acción. De hecho, en el puerto se le recuerda como una persona de trato prepotente, capaz de gritar incluso a su jefe, el presidente municipal.

Paradójicamente, fue su mal carácter lo que le condujo a prisión. En marzo pasado se le ocurrió encarcelar a una mujer que protestó por la detención arbitraria de su marido, y meses después golpeó al árbitro que lo expulsó de un partido de fútbol (Masiosare 413).

El resultado fueron dos denuncias penales por abuso de autoridad y lesiones. El día de su arraigo por la PGR, Enoc Tafolla iba a ser arrestado por la procuraduría michoacana pero el ex funcionario, enterado de la orden de aprehensión, se presentó ante el juez, quien de inmediato le otorgó libertad bajo fianza.

Al salir del juzgado, elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI) se lo llevaron al Distrito Federal. Su arraigo concluye a finales de enero próximo.

El adiós

David Tafolla Torres era músico y aprovechó la prosperidad de su familia para fundar su propio grupo, Los Corazones del Pacífico, especializado en ritmo tropical. Tocaba en un bar de su propiedad, cerca del palacio municipal.

De carácter bohemio, en el puerto dicen que es una víctima inocente pues nada tenía que ver con las actividades de su hermano.

Mientras, la suerte se le volteó a la familia Tafolla Torres. El jueves 1 de diciembre, el mismo día del sepelio de David, fue allanada la casa del ex síndico por un grupo de desconocidos que fijaron un plazo de ocho días a la familia para que abandone la ciudad.

Ganaron. La semana pasada Román Tafolla anunció que huyen de Lázaro Cárdenas. "Nos vamos, pero vivos, que no nos saquen en féretros", dijo.

Quién sabe si con eso los dejen en paz.