416 ° DOMINGO 11 DE DICIEMBRE DE 2005
 

El PRD y los saldos de su elección interna en el DF
Paisaje después de la batalla

Arturo Cano

El triunfo de Marcelo Ebrard en la contienda interna perredista en el DF fortalece a su candidato presidencial a los ojos externos, al tiempo que complica otras decisiones dentro de ese partido. Apenas pasada la justa electoral, el PRD entra a la definición de sus candidaturas federales y también a una disputa cuerpo a cuerpo en la capital del país, donde los sondeos indican que mantendrá la mayoría de las posiciones en juego



La señal es la llegada de tres de los jefes de Los chuchos. Arranca entonces, con casi dos horas de retraso, la sesión del consejo nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), un capítulo importante porque se dará la bendición a la coalición electoral y se desatará el estira y afloja entre quienes buscan dar más candidaturas "a los ciudadanos" y quienes sostienen que éstas deben ser para los miembros del partido.

La herida está fresca. Apenas 65 horas atrás el jefe de la corriente más grande del PRD tuvo que beberse el trago amargo de la derrota, y con él lo bebieron dos tercios de los consejeros aquí presentes.

Leonel Cota, presidente del PRD, se apaña del tono fijado por Andrés Manuel López Obrador en su primera gira por el Distrito Federal tras dejar el gobierno y dice: "Vale la resaltar la actitud altamente encomiable del compañero Jesús Ortega, quien acreditando su condición de demócrata, reconoció, sin dudarlo, un resultado que le era adverso".

La mayor parte de los reunidos acompañan sus aplausos con el grito "¡Chucho, Chucho!"

Es una pequeña revancha. Las caras largas siguen entre quienes apoyaron la candidatura de Ortega, casi todas las corrientes del PRD y sus principales figuras. La elección de tres días atras ­la sesión del consejo tiene lugar el miércoles 7 de diciembre­ tuvo una participación más alta de la esperada por muchos, casi medio millón de electores y de alguna manera todas las expresiones participantes ganaron algo, pues enseñaron el músculo al doblar sus votaciones con respecto al ejercicio anterior. Pero eso no le alcanzó a Ortega para vencer a Marcelo Ebrard, quien le sacó unos 80 mil votos de ventaja. La verdadera sorpresa, para el observador externo, es que contra todos los pronósticos el desenlace ocurrió sin impugnaciones.

A otra cosa mariposa, diría el clásico. Pero es relativo. Las siguientes batallas internas del PRD tienen como punto de partida la elección del domingo 4.

Los consejeros de Nueva Izquierda (o Los chuchos o NI) retrasan el inicio del consejo porque están reunidos en otro lugar armando su estrategia.

Cuando al fin llegan, los recibe el discurso de Leonel Cota, quien solicita más candidaturas para no perredistas: "Quiero pedirles que nos apoyen para mantener espacios abiertos para candidaturas que nos permitan consolidar el Frente Social Electoral. Mantenemos pláticas con organizaciones sindicales, campesinas y sociales, con la diversidad social, con las feministas, con muchos grupos que el partido en su momento, a través de las decisiones de este consejo, tendrá que procesar y se tendrá que acordar. Por ello, es importante que el partido siga caminando en la dirección que se trazó desde el Congreso Nacional".

El problema es que las listas no son de hule. Los convenios con los partidos Convergencia por la Democracia y del Trabajo (CD y PT), se quejan muchos en la sede del Consejo, fueron muy onerosos. Los más disputados son los diez primeros lugares en las listas de diputaciones plurinominales en cada una de las cinco circunscripciones en que se divide el país. Esto es, 50 posiciones "seguras", de las cuales 24 ya se le adelantaron a Convergencia y el PT. El candidato presidencial López Obrador pidió un lugar en cada circunscripción. Es decir, 29 ya están comprometidas. El resto, 21, sería para perredistas.

Apenas baja Cota sube el diputado Pablo Gómez a dar lectura a un documento firmado por un buen número de consejeros: "Las instancias electivas del PRD deben procurar llevar a las demás candidaturas a genuinos representantes del partido que expresen con claridad y firmeza la causa que el PRD encarna como formación política nacional. Los mecanismos de elección y designación de candidaturas deben funcionar con apego a los principios democráticos y a una política unitaria de inclusión".

El tono del documento es comedido. Lo que debe subrayarse es que lo firman la inmensa mayoría de los dirigentes de las corrientes perredistas, con excepción de Izquierda Democrática Nacional (IDN) y el Foro Nuevo Sol, las dos que en el DF fueron con Marcelo Ebrard.

Con su documento, la mayoría de las corrientes quieren decir sólo una cosa: ya cedimos la mitad de las candidaturas y no habrá más.

Cierto que las negociaciones con las otras fuerzas no han terminado y que continuarán aún después de que sea registrada la coalición "Por el Bien de Todos" ante el Instituto Federal Electoral. Pero ya desde ahora muchos dirigentes perredistas la califican de "pésima" y culpan directamente a Leonel Cota quien, arguyen, ha excluido de los tratos a varios miembros de la dirección nacional.

"Es como el que va comprar una marrana, le dicen que cuesta 100 y él ofrece 150 para que el dueño esté contento, así fue nuestra negociación con los aliados", resume Juan Guerra, de la corriente Unidad Nacional y Renovación (UnyR).

Aunque la mayoría de las corrientes ganen esta jugada, el jaloneo va para largo. La noche del martes, el consejo de notables perredistas decide aplazar la Convención electoral, prevista para el 18 de diciembre, a fin de dar paso a las inacabadas negociaciones con los aliados y para procesar los propios amarres internos.

La convención que designará candidatos a diputados y senadores se realizará a mediados de enero del año próximo.

Triunfo y derrota, los motivos


Ebrard y López Obrador. La gira de la victoria Fotogarfía: La Jornada/Carlos Ramos Mamahua

"Nos dieron", resumió en dos palabras Jesús Zambrano, funcionario del Gobierno del DF y jefe ­con Jesús Ortega­ de la corriente Nueva Izquierda, la tunda del domingo 4. Algunos en la casa de campaña de Ortega no se creían la derrota; otros, la amplia ventaja conseguida por Ebrard; y los más dejaban caer los datos de sus contactos en delegaciones, azorados aún de haber perdido en lugares que consideraban seguros. Al final, se sabría que Ortega sólo había ganado en la delegación Iztapalapa, desde siempre candado de seguridad de su apuesta, pero que sola no podía darle el triunfo.

Con el paso de los días, ambos bandos irían desgranando los ingredientes del resultado. Pero lo harían otra vez bajo el fragor de una campaña porque, tal como había anunciado, Andrés Manuel López Obrador arrancó sus giras por el DF apenas unas horas después de la elección. En esas giras, se cuidó que no subieran al templete aspirantes a candidaturas y se exigió a los grupos que no llevaran propaganda, para evitar alentar el clima tenso que ya se vive en varias delegaciones.

En varios de sus actos, López Obrador se refirió orgulloso a la ausencia de conflicto poselectoral: "Nuestros adversarios ya se frotaban las manos para disfrutar de un posible conflicto interno".

Acompañado del ya candidato electo Marcelo Ebrard, López Obrador se dio tiempo para pedir aplausos y encomiar a Jesús Ortega: "Nos ayudó mucho y eso nos permitirá mantenernos unidos para ganar la Presidencia y el gobierno del DF".

En el bando de los derrotados, mientras tanto, se barajaban múltiples causas de la derrota, aunque todos coincidían en una: "Nos ganó Andrés Manuel", como dice uno de los principales operadores de Ortega.

Según los orteguistas, no supieron medir la dimensión del respaldo abierto del candidato presidencial a Ebrard.

Pero ese sólo es uno de los ingredientes. Diversos informantes hablan de una operación de "baja intensidad" para lograr el apoyo de beneficiarios de los programas sociales. Citan, por ejemplo, el caso de los beneficiados con los créditos para vivienda. Igualmente, los promotores de los programas de jóvenes, madres solteras y discapacitados trabajaron discretamente a favor de Ebrard. "René Bejarano puso a 85% de los promotores de Participación Ciudadana; los coordinadores son suyos y a través de ellos bajó la instrucción", dice Armando Quintero, jefe delegacional en Iztacalco y coordinador de la campaña de Ortega.

Las denuncias que los orteguistas ya no gritan a los cuatro vientos pasan por la Secretaría del Transporte, el sindicato del GDF e incluso rozan a funcionarios del gobierno de Alejandro Encinas.

Del otro lado no están mudos. Dolores Padierna, diputada federal y dirigente de IDN, habla de que "estaban preparando un fraude" y de unas "credenciales de elector falsificadas", un caso que fue llevado a la mesa de conciliación por el mismo Marcelo Ebrard.

No todo, claro, estuvo en el adversario. Entre los orteguistas se reconoce que en las últimas días semanas su candidato bajó el tono de su campaña, en intensidad y beligerancia. La gente del diputado René Arce, cuenta uno de los integrantes del equipo de campaña, argumentaba que "no había que desgastarse" y decían "estar guardando energías" para la elección del domingo 4.

Lo cierto es que en los últimos días Ortega canceló algunos de sus actos de campaña, especialmente una gira por Iztapalapa, y salvo el cierre masivo en esta delegación, sus actos de cierre fueron muy deslucidos.

Del lado ebrardista se piensa que tras el espaldarazo de López Obrador los apoyadores, incluso financieros, de Ortega, se retiraron. "En los últimos días les quitaron espectaculares, ya no repartieron propaganda con la misma intensidad, no actualizaron sus bardas ni apretaron las pegas", dice un integrante del equipo ebrardista.

Finalmente, aunque la propuesta de que se permitiera llevar a los votantes a las casillas salió de los orteguistas, el día de la elección "les falló" el transporte.

"Le pararon, se desmovilizaron, se enfriaron", resume Juan José García Ochoa, diputado federal y vocero de Ebrard durante la campaña.

En el trecho final, dicen los ebradistas, tres ingredientes fueron definitivos: el apoyo de López Obrador, los cierres de campaña "muy buenos" y el desempeño de Ebrard en el debate "que demostró que López Obrador lo eligió porque es bueno".

Antes de la declaración de López Obrador, Ortega había logrado, admiten, convencer a algunos sectores de que "Andrés no se va a meter".

Luego, el clima de distensión fue clave. Aparecieron juntos los dos candidatos en los días previos a la elección.

Y el "manejo de medios" el domingo 4 también fue muy importante, "porque no se dejó correr ningún rumor de irregularidades graves".

De elección en elección


Cota, Ebrard y Ortega durante el anuncio de los resultados Fotogarfía: La Jornada/Maria Melendrez Parada

El PRD tendrá su convención electoral a mediados de enero y una semana más tarde, el 22 del mismo mes, eligirá al resto de sus candidatos en el Distrito Federal.

En esas batallas locales están ocupadas desde hace varios meses las fuerzas del PRD, para las cuales la contienda Ortega-Ebrard no fue sino un impasse.

Apenas se conoció el resultados se reavivaron las disputas de los grupos locales. Los aspirantes a jefaturas delegacionales comenzaron a hacer propaganda y se multiplicaron reuniones en busca de amarres y nuevas alianzas.

El martes 6, Pablo Gómez, Jesús Ortega, Armando Quintero y otros dirigentes de las corrientes que formaron el grupo conocido como Todos Unidos con la Izquierda (Tucoi) se reunieron a comer con un propósito doble: definir su estrategia para el Consejo Nacional y pactar que el Tucoi vive y la lucha sigue, es decir, que se mantendrán unidos en la batalla por delegaciones y diputaciones del DF.

Ahora es un asunto de sobrevivencia, se le comenta a Juan Guerra. "Siempre lo ha sido, por eso hicimos el Tucoi".

Desde el lunes 5, sin embargo, una porción de los perredistas comienza a hablar de cancelar la elección del 22 de enero y optar por un mecanismo de negociación para definir las candidaturas. Una nueva elección implica desgaste y nuevamente el riesgo de escándalos, dicen. López Obrador y Leonel Cota son de esa opinión que, sin embargo, parecen no compartir la mayoría de los dirigentes de los grupos del DF.

"Sus opiniones son muy fuertes, pero nosotros perdemos en un acuerdo cupular, así que estamos por mantenerla", dice la diputada Dolores Padierna.

Saúl Escobar, miembro del comité nacional del PRD, dice que la opinión mayoritaria de los dirigentes es que la fecha y el método se mantengan.

La corriente IDN ­de René Bejarano y Martí Batres­ es de las más interesadas en que la elección se realice. Ahora va la nuestra, dicen. El pasado martes, en San Lázaro, el diputado Emilio Serrano presumía sus números en Iztacalco y con ellos en mano decía: "Cómo que no le ganamos a Quintero, ¡vamos a la elección!".

Otro sector de los ebrardistas, minoritario, está por posponer dos o tres semanas las elecciones por variados motivos: el desgaste que significó la contienda, el esfuerzo que significarán las giras de AMLO y para dar tiempo a Marcelo Ebrard de negociar espacios para gente suya (algunos hablan de que busca de cinco a siete diputaciones locales y cuatro jefaturas delegacionales).

También entre quienes apoyaron a Ortega hay muchos interesados en mantener la elección. "Pase lo que pase yo comienzo el lunes mi campaña por la delegación", había dicho el sábado 3 de diciembre la diputada federal Clara Brugada, enemiga del también legislador René Arce y del delegado Víctor Círigo.

En esa demarcación la unidad de NI con otras fuerzas, que se dio alrededor de Ortega, será imposible de mantener, porque dirigentes como Brugada acusan a Arce y Círigo de echarles todo el aparato de gobierno encima para mantenerse en el poder. "Nuestra lucha en Iztapalapa es como la del PRD en 1988", resume Brugada.

Pero los orteguistas aseguran que será un caso aislado, y que en la mayor parte de las demarcaciones lograrán acuerdos para enfrentar a los candidatos de IDN. Con ese ánimo fue el delegado Quintero a la comida del martes 6 donde finalmente se acordó mantener el Tucoi: "Mi propuesta va a ser, como dijo el presidente Mao, un frente amplio antijaponés".

La disputa de los territorios

Todavía respirando el aroma del triunfo, el diputado local Francisco Chiguil, del bando ebrardista, sugirió que las listas de candidatos a jefes delegacionales y diputados se definieran con base a la correlación de fuerzas expresada en las urnas el domingo 4.

"Esa no es la correlación de fuerzas", brincaron de inmediato los orteguistas.

"Apechugamos la derrota, pero que no quieran venir a comerse lo que no les toca", completa el delegado Quintero.

"Si no nos quieren dar más que respeten la representatividad que tenemos. No nos van a ganar a la mala sino con trabajo", entra Padierna a la réplica.

Cuando los ánimos se van atemperando, los dirigentes de los grupos convienen: los resultados de la contienda Ebrard-Ortega no se pueden trasladar mecánicamente a las otras candidaturas. "No hay que autoengañarnos, esta vez votaron muchos ciudadanos librepensadores", dice Padierna.

"La que sigue va a ser una elección de voto duro", continúa Javier Hidalgo, también de IDN, aunque de la expresión de Martí Batres y no de René Bejarano.

Mientras se alistan para una nueva elección que ahora sí ­dicen­ será de aparato contra aparato, las corrientes sacan sus cuentas.

IDN se declara mayoritaria en las siguientes delegaciones: Benito Juárez, Alvaro Obregón, Cuauhtémoc, Coyoacán, Azcapotzalco, Cuajimalpa y Xochimilco.

Nueva Izquierda gobierna en Venustiano Carranza e Izpapalapa, y es la principal fuerza en Milpa Alta.

Unidad Nacional y Renovación (UnyR) se mantiene en Tlalpan, aunque dividida, y en Tláhuac e Iztacalco.

Miguel Hidalgo y Gustavo A. Madero no están definidas y serán territorio de combate.

En enero, a diferencia del pasado 4 de diciembre, habrá muchas menos casillas y se podrían vivir las triquiñuelas que no asomaron en esta elección, porque ahí, en las delegaciones, los grupos se juegan el oxígeno y no sólo el respaldo a un candidato.

Algunos ebrardistas, dicen que después del resultado del domingo 4 a sus adversarios "les da pavor ir a la elección".

"Vamos a ir y si López Obrador se va a ir a pronunciar por los candidatos a delegados pues que lo haga", dice un dirigente de NI.

"Ya demostramos que tenemos capacidad y 200 mil votos", dice Armando Quintero.

Ganadora entre los ganadores, la corriente IDN sí tiene algo que celebrar, más allá de las ganas de seguir dando la pelea. Lo resume Dolores Padierna: "Desde hace un año y medio, con los videoescándalos, vaticinaron nuestra muerte política, y desde entonces hemos ganado tres elecciones".

En el otro bando también siguen vivos aunque hayan perdido. Por ejemplo, en Iztapalapa, el grupo de René Arce pasó de 32 mil a 57 mil votos. Y así en toda la ciudad, casi todos los grupos duplicaron sus números de la anterior elección interna.

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El Consejo Nacional perredista está lleno de puyas y bromas pesadas. "¿Ganaron, qué ganaron? Si Marcelo no les va dar ningún cargo, si acaso pondrá a dos del partido ahí, para las apariencias", se quiere burlar alguien de los dirigentes que apoyaron a Ebrard.

Los orteguistas saben que difícilmente tendrán espacios en el futuro gobierno del DF. Por eso la batalla por conservar las candidaturas legislativas para perredistas. Candidaturas que, por cierto, nunca alcanzan.

En el PRD el asunto se complica por un sistema de cuotas de acción afirmativa. Si los partidos aliados ­cosa que es muy probable­ envían una lista integrada sólo por hombres maduros, los espacios para dirigentes importantes de las corrientes se reducirán aún más. En sus estatutos, el PRD establece que al menos uno de cada tres candidatos debe ser mujer, uno de cada cinco joven menor de 30 años y uno de cada 10 indígena.

Ya está aquí el agarrón por las listas. Y la revuelta de todo el PRD para mantener las candidaturas para los suyos.

Quizá porque después del apachurrón sufrido por la mayoría de las corrientes el domingo pasado no les queda de otra, como dice Armando Quintero: "El partido va a ser nuestro espacio de resistencia para que no acabe diluido el esfuerzo histórico de construirlo".