Usted está aquí: viernes 9 de diciembre de 2005 Política Derechos sexuales de mexicanos migrantes

Gabriela Rodríguez

Derechos sexuales de mexicanos migrantes

Hoy como cada año, el 10 de diciembre recordamos la Declaración universal de los derechos humanos. Uno de los importantes grupos que están lejos de ejercer los derechos humanos fundamentales son los mexicanos y mexicanas que se van a trabajar a Estados Unidos. Aunque sabemos la importante aportación económica que representan para México las remesas, segunda fuente de divisas, y las ganancias vinculadas con el de-sarrollo industrial del país vecino, a la fecha no ha sido posible firmar una agenda bilateral para garantizar sus derechos humanos.

Los estudios y el trabajo de diversas redes que trabajan con las comunidades latinas denuncian la permanente discriminación hacia estos grupos, que en principio se refleja en que reciben ingresos más bajos que los blancos (33 mil dólares contra 50 mil mediana anual), mayores horarios laborales, así como falta de condiciones ambientales saludables y servicios de salud. Los derechos sexuales y reproductivos reflejan asimismo condiciones lamentables, toda vez que caminan en arenas movedizas, particularmente contrarias a las políticas federales de la administración de George W. Bush.

En relación con esos derechos, la discriminación acumula diversas variables: de género, raza, clase social, lengua y orientación sexual; por si faltara algo, la condición de trabajador indocumentado es otra fuente de estigmatización.

Algunos de los datos son claros: 37 por ciento de las familias latinas no cuentan con seguro de salud, tres de cada cinco se embarazan antes de los 20 años, comparadas con dos de cada cinco entre el resto de las estadunidenses; las mujeres latinas recurren al aborto dos veces más que las blancas, 28 por ciento no reciben atención durante el embarazo y presentan las más altas tasas de infecciones de transmisión sexual y cáncer cervico uterino. El sida está siendo una de las expresiones más visibles de la discriminación y violencia hacia los derechos humanos de nuestros migrantes, particularmente de hombres jóvenes que tienen sexo con otros hombres: 20 por ciento de los casos de sida en Estados Unidos son de latinos; entre ellos la enfermedad ha crecido de 36.55 por ciento en 1995 a 47.7 por ciento en 2000. La emergente epidemia en comunidades rurales de México se vincula a la migración: 33 por ciento de los casos ocurren en los estados con mayor movimiento hacia Estados Unidos.

Como escribiera el poeta español Leopoldo Maria Panero: La herida es una enfermedad de la piel/ como si sólo lo que hay no bastara para hundirnos y construir la poesía/ como una enfermedad de la piel.

El creciente abismo entre países pobres y ricos ha venido acelerando las emigraciones del sur al norte. Rota la bipolaridad de la guerra fría, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha cobrado un reposicionamiento como espacio institucional residual para cambiar las condiciones de desigualdad entre las naciones y para construir un mundo más justo. De ahí que la agenda de los derechos humanos está tomando un lugar central de la lucha social, y tiene que ser parte sustancial de las plataformas electorales de los partidos de izquierda. Tal vez por eso la actual administración de Estados Unidos ha venido retirando fondos a los programas de desarrollo de la ONU, sobre todo, los enfocados a las políticas de población y a los derechos de las mujeres, y ha intentado eliminarlos en las recientes reuniones internacionales.

Yo esperaria mayor compromiso de los candidatos a la Presidencia de la República frente a la incorporación de los derechos económicos, sociales y culturales (incluyendo en este último rubro la sexualidad y las relaciones de género) en la actual negociacion de las Metas del Milenio de la ONU, así como mayor claridad hacia el establecimiento de un acuerdo bilateral México-Estados Unidos. Al buscar atar de manos al próximo presidente de Mexico (al virtual presidente AMLO, coincido con Felipe Calderón), e imponer funcionarios en la banca nacional como pretendieron en días pasados el PRI y el PAN, estos partidos dejaron ver su visión servil al capital internacional.

Para comprometerse con los derechos laborales de los migrantes, el hombre más rechazado de la política en México (Roberto Madrazo, también coincido con Calderón) tendría que clarificar su posicion ante los derechos de los migrantes; por su lado, el PAN tendría que cambiar de su doctrina social, además de su agenda privatizadora, los principios antifeministas y antiderechos sexuales. Pero el PRD no puede confundirse frente a esta agenda: su plataforma debe colocar con alta prioridad la agenda bilateral y la defensa de los derechos humanos y laborales, incluyendo los sexuales y reproductivos de todos las mujeres y los hombres trabajadores que migran a Estados Unidos.

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