El ecosistema, barrera de contención de huracanes y tsunamis, expone especialista
Acelerada destrucción de manglares deja inermes a poblaciones costeras
La voracidad de empresas turísticas, principal factor por el que se degradan estas zonas
Ampliar la imagen Zona de manglares en Punta Chueca, Sonora, reducto de la cultura seri FOTO Jos�arlo Gonz�z Foto: Jos�arlo Gonz�z
El manglar es el ecosistema que más rápido desaparece en México, debido a los desarrollos turísticos y la acuacultura. En el Golfo de México queda 50 por ciento de la superficie original de la vegetación, que funciona como barrera natural contra los huracanes; en el sureste prácticamente ya no existe, y en el Golfo de California hay lagunas costeras con 90 por ciento de pérdidas. Es una situación "potencialmente trágica", señala el investigador Exequiel Ezcurra.
Ezcurra, director de la División de Investigación Científica del Museo de Historia Natural de San Diego, es especialista en manglares. En entrevista con La Jornada señala que el mangle no crece en cualquier lado. ''Siempre hay un río, está la laguna costera, la ribera del mar y la barra arenosa, sin la cual no puede existir, ya que no tolera la erosión de las olas''. Se trata, precisa, de un ecosistema complicado que se formó hace 12 mil años, cuando acabó el último periodo de glaciación.
La destrucción de los manglares, agrega, va asociada a la devastación de lagunas costeras: "se abren las barras arenosas para dragado, se modifica el curso del agua, se cortan los mangles y se rellenan, por necesidades de los hoteles y la acuacultura. No sólo se destruye el mangle en sí mismo, sino todo el ecosistema y los procesos que ahí mantienen la vida".
Es dramática la velocidad a la que desaparece esa vegetación en México por la expansión agrícola, la actividad hotelera y la acuacultura. En el Golfo de California se ha perdido 80 por ciento de los manglares en sitios como laguna de Lobos, aunque hay áreas, como las marismas nacionales, que están bien conservadas. En el Golfo de México, desde la Laguna Madre de Tamaulipas, hasta la Laguna de Términos, en el sur, se ha perdido 50 por ciento de los manglares por la contaminación, la tala y las granjas acuícolas.
''En este momento en México es el ecosistema que más rápido está desapareciendo, más que el bosque mesófilo o la selva tropical; necesitamos de manera urgente normas para proteger los manglares".
El ex presidente del Instituto Nacional de Ecología advierte que la crisis por los humedales costeros la acabamos de ver con los huracanes, ya que buena parte de sus estragos se debe a que en los 20 años recientes la expansión urbana en esos lugares se ha dado sobre ecosistemas costeros frágiles, en manglares y en las barras costeras que los sustentan.
''Es el ecosistema que protege al continente de los embates del mar; al desaparecer y construirse grandes hoteles o centros urbanos, el impacto de los huracanes llega completo a esos centros urbanos. Si se construyen hoteles en donde había una barra arenosa llena de manglares, como es el caso de Cancún, ¿cuál es la sorpresa de que la zona sea afectada por los ciclones?"
El especialista expresa su preocupación porque a pesar de esto el año pasado se puso en marcha la tercera etapa de Cancún, que trae consigo una mayor devastación del ecosistema. Recordó que en el caso del impacto del tsunami en el sureste de Asia, las regiones más afectadas fueron aquellas donde se habían talado los manglares, mientras donde había una franja costera de este ecosistema el fenómeno perdió energía y no llegó a impactar las regiones costeras.
''Lo veo como un problema potencialmente trágico: la repercusión en Cancún ya se vio, en el delta del Mississippi también. Lo que preocupa es que no parecemos estar aprendiendo. A pesar de que tenemos la información científica, las presiones individuales de los desarrolladores para rellenar manglares y erigir complejos turísticos, o para hacer granjas acuícolas, siguen siendo muy fuertes", señala Ezcurra.
El cambio a la norma 022 de manglares, que se dio en 2004, fue un error, evalúa. ''La norma habla de compensar, pero el problema es que los manglares no están en cualquier lado; están en una angosta franja entre la tierra y el mar. Entonces si vas a ocupar una parte de esa franja para construir hoteles, ¿cómo compensar?"
En el caso de selva, puntualiza, se puede cortar una hectárea y en un potrero sembrar árboles, "pero si se corta una hectárea de mangle para hacer un hotel, no hay otro lugar donde se pueda plantar. Lo que se hace es un cambio de uso de suelo. Hay un problema conceptual muy serio alrededor de la norma. No es posible ni restaurar ni compensar manglares, porque una vez que se tala se pierde para siempre".
Dice que esto es lo que se hace en la tercera etapa de Cancún; se rellenarán mangles para hacer campos de golf y más hoteles. Menciona que se plantea la posibilidad de compensar económicamente, pero "yo honestamente me opongo ferozmente a eso, porque sería dar autorización a las empresas para que talen y den dinero para hacer conservación en otro lado, mientras la destrucción del ecosistema ya ocurrió".
Reconoce que hay zonas, como Baja California, donde la única opción de la economía es el turismo, pero debe haber claridad sobre el tipo de modelo a seguir, porque hay experiencias de turismo sustentable, como la observación de ballenas en San Ignacio o de pinturas rupestres en la sierra de San Francisco.
En el otro extremo "está el turismo con enormes canchas de golf y hoteles, que demanda servicios y con gran impacto ambiental". Si bien el turismo es la vocación de varias regiones de México, indica, "falta una discusión seria acerca de qué es turismo sustentable, sin que se pierdan los recursos naturales".