Usted está aquí: domingo 4 de diciembre de 2005 Espectáculos Directores de la Muestra (3)

Carlos Bonfil

Directores de la Muestra (3)

"Geografía es destino". Con esta expresión el joven realizador mexicano Ricardo Benet evoca su regreso a los orígenes, a ese estado de Veracruz, su epicentro sentimental, donde ubica Noticias lejanas, relato melancólico y primer largometraje. Beto, el narrador de la historia familiar, refiere las migraciones de su hermano mayor, Martín, quien 20 años atrás decidió abandonar un lugar inhóspito, azotado por las tolvaneras, conocido como el Salitral, la casa de sus padres, y aventurarse a la ciudad de México. En un largo flash-back asistimos a la educación sentimental del adolescente Martín (David Aarón Estrada), a su encuentro en otro pueblo perdido con el joven comerciante Pablo (Fernando Pérez Castro), quien le ofrece albergue, camaradería, y un fallido intento de seducción; también a su llegada a la gran ciudad y a su larga subsistencia miserable en albergues de quinta y comedores de beneficencia, hasta el momento en que descubre, con pasividad sorprendente, la docilidad afectiva de Laura (Lucía Muñoz), una mesera de café de chinos que le permite compartir su cuarto de azotea y el espectáculo de su ritual masoquista. Martín busca infructuosamente a su padre, un tal Luis Acosta, suplantado en poco tiempo por la figura de un mentor indigente.

Sorprende la habilidad de Ricardo Benet para alternar los tiempos narrativos y desarrollar un relato potencialmente plagado de clichés, sin hacer decaer el interés del público por una figura tan desgarbada, de ánimo tan indolente como Martín, cuya ambición suprema es algún día traer a su familia a la capital de sus desventuras. El realizador veracruzano, admirador del cine de Angelopolous (Paisaje en la niebla), concentra su mirada en el tema de la inocencia perdida y hace del nuevo paisaje urbano un territorio todavía más agreste que el salitral abandonado. La ciudad de los múltiples oficios de supervivencia fascina y aturde a Martín, quien siempre la recorre como un Cándido deslumbrado. Objeto fácil de la solicitación sexual y amorosa, su resistencia instintiva es la de un animal temeroso. Ricardo Benet describe así, en un relato entrecortado y nervioso, la paulatina pérdida de ilusiones que culmina con la huida al edén fronterizo. Hay una historia de violencia familiar que sacude a la cinta, confiriéndole sus mejores momentos, pero hay sobre todo, y éste es un elemento que bien podría desconcertar a algunos espectadores, un elogio de la contemplación poco explorado en el cine mexicano actual. Algo más: el cineasta no requiere suscitar la hilaridad instantánea y el favor del público con una historia urbana salpicada de giros verbales pintorescos. El forastero en la ciudad trae consigo su punto de vista, cauteloso y discreto, y es éste el que imprime a la cinta su mejor distinción estilística. Hay saltos precipitados, algo inconsistentes, en este relato que gana mucho cuando se ve de nuevo la cinta. Las relaciones familiares, la muerte accidental del hermano Juanito, el comportamiento casi bressoniano de Martín en su regreso a casa, su relación con la joven triste, de afecto menesteroso, son elementos valiosos que exigen una organización más convincente. Benet es un notable diseñador de atmósferas que, de persistir en su vena narrativa actual, afinándola, sabrá sin duda revitalizar un cine rural por largo tiempo desdeñado.

Ignacio Ortiz, otro cineasta muy dueño de sus recursos formales y su talento narrativo, elige a su vez la provincia de Oaxaca para evocar en Mezcal, otra cinta de la Muestra, una historia libremente inspirada en la novela Bajo el volcán, de Malcolm Lowry. Sin una nota de costumbrismo rutinario y sujetándose de nuevo al rigor plástico que marcó su cinta anterior, Cuento de hadas para dormir cocodrilos, el realizador explora con igual detenimiento los paisajes de la sierra y los rostros de campesinos corroídos por el mezcal y el delirio. Refiere una historia polifónica donde el tema central es la venganza familiar, como en aquella cinta memorable de Ismael Rodríguez, Los hermanos del Hierro, con una madre infundiendo a sus hijos el rencor que les trastornará la existencia. Una mujer madura (Angelina Peláez) sueña con su hermana muerta y añora impotente morir a su vez para ahogar la pesadilla; otra mujer (Ana Graham) ha huido a Europa "para matar sus fantasmas" y regresa vencida al pueblo para una reconciliación imposible con su amante ya alcoholizado. Este hombre (Dagoberto Gama) delira sin cesar: "Yo no soy yo, alguien me está soñando; el problema es que el hijo de puta se quedó dormido para siempre", en tanto Ismael (Ricardo Blume), brazo armado del odio materno, ha sobrevivido a sus hermanos y vagado medio siglo en radical desasosiego. Esta parada de seres alucinados, salidos de un relato rulfiano, apenas vivos, moralmente desahuciados, reunidos siempre con ancianos esperpénticos en una cantina del Parián, transita también por los sugerentes claroscuros rurales del camarógrafo Saldívar Tanaka, en medio de lluvias torrenciales, como productos de una irrefrenable visión etílica. Un modo arriesgado de capturar los ambientes de la novela de Lowry, y de recrearlos en una espectral serranía oaxaqueña. Uno de los trabajos más vigorosos de Ignacio Ortiz.

Noticias lejanas se exhibe hoy en el Centro Cultural Jaime Torres Bodet, del Instituto Politécnico Nacional en Zacatenco; Mezcal, en Cinépolis Miramontes y Cinemex Altavista.

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