Usted está aquí: domingo 4 de diciembre de 2005 Cultura Reglamentar la globalización, plantea el escritor Claudio Magris

Considera benéfico que exista "un politeísmo de valores que rebasa toda frontera"

Reglamentar la globalización, plantea el escritor Claudio Magris

La literatura, viaje difícil hacia el otro; se manifiesta en favor de la protección a los migrantes

ANGEL VARGAS

Ampliar la imagen Aspecto del �o d�de actividades de la Feria del Libro de Guadalajara FOTO Arturo Campos Cedillo Foto: Arturo Campos Cedillo

El anuncio de la presencia del escritor italiano Claudio Magris no fue suficiente imán para llenar la sala Ponce del Palacio de Bellas Artes la noche del viernes.

Algo inexplicable, si se considera la talla y el renombre del autor, quien en su palmarés ostenta el Premio Príncipe de Asturias 2004.

También muy evidentes las cinco decenas de sillas que, previniendo la llegada de multitudes, se colocaron a las afueras de la sala, frente a un televisor en el que se transmitió en circuito cerrado el acto, y sólo fueron ocupadas por un puñado de personas que seguramente creían desbordado el butaquerío de adentro.

Al margen de esa rara y lamentable situación, la hora y media de plática ofrecida por el también ensayista y traductor resultó una interesante y entretenida autodisección de sus motivaciones, ideas y obsesiones literarias y creativas, así como de sus posiciones y planteamientos políticos y sociales.

Correspondió al poeta mexicano Marco Antonio Campos encauzar la charla, bajo la tónica impuesta por el título de la misma: Entre el Danubio y el mar: escrituras de frontera, lo cual hizo mediante una serie de preguntas específicas sobre el tema.

Así, en lo extraliterario, Magris indicó que hoy más que nunca la humanidad se enfrenta a "un politeísmo de valores que rebasa cualquier frontera", aspecto que consideró benéfico ante el enriquecimiento mayúsculo que representa el encuentro entre las diferentes culturas y civilizaciones del planeta.

Agregó que el de hoy es un mundo ya sin fronteras, y tras asumir a la globalización como una realidad innegable de nuestros tiempos, la calificó de proceso positivo, justificando que no sería deseable una autarquía.

Sin embargo, en ese sentido, precisó que es necesario aún observar cómo ocurre y cómo se da esta nueva realidad, para después subrayar que, como todo fenómeno político y social, la globalización debe ser reglamentada, aunque no de manera totalitaria, sino a través del individuo, la sociedad y el Estado.

De acuerdo con el catedrático nacido en Trieste en 1939, uno de los aspectos negativos de la globalización ha sido el nacimiento de "pequeños y feroces micronacionalismos, que son peores que los grandes", por lo cual "creo que deben crearse reglamentos, normas que deben tutelar a estos grupos más pequeños".

Consideró que los micronacionalismos son explicables y comprensibles, toda vez que son pequeñas entidades que se sienten negadas y relegadas; no obstante, enfatizó que se trata de "fenómenos regresivos", ya que lo único que producen es patriotismo, no cultura, a diferencia de los nacionalismos grandes.

A su decir, por vez primera en la historia de la humanidad existe un verdadero "ambiente mundial en el que cada ciudadano es realmente ciudadano el mundo; es decir, lo que ocurre en el mundo nos concierne a cada uno de sus habitantes".

Señaló que esto ha acarreado una enorme disparidad entre grupos y clases sociales, que a su vez se traduce en problemas prácticos que hasta la fecha han debido resolverse "con una cínica aceptación de la injusticia".

A instancias de Marco Antonio Campos, Magris abordó también el fenómeno de la migración, la cual, dijo, cada día genera más problemas sociales en los países ricos, desde la incapacidad para atender las demandas básicas incluso de la población local hasta la creciente xenofobia y violencia.

Recurrió a una cita bíblica para dejar bien clara su postura al respecto: "Una bella frase del Antiguo Testamento nos dice: deberás recibir al extranjero, porque tú también lo fuiste en la tierra de Egipto".

Ya en la parte creativa y de las letras, el autor de El Danubio indicó que la literatura representa un viaje difícil hacia el otro, en el cual se verifican las capacidades de encontrarse con los demás y de amar, además de encontrar también el valor y los miedos.

Aceptó que en él como escritor cohabita una gran contradicción entre amar a sus personajes épicos, pero inclinar su escritura a hablar también de seres frágiles, negativos, opacos, casi invisibles.

"Siento mucha esa necesidad; es algo que percibo por causas personales de las que no hablaré porque no estamos en una sesión colectiva de sicoanálisis", apunto entre risas.

Empero, señaló que ese interés o inclinación responde a ese afán de confrontación que pervive en todo ser humano. Es decir, aclaró, la forma en que cada persona ve su extrema negatividad con el fin de encontrar en ella "una especie de cura homeopática" de sus males.

"Es una manera de encontrar bienestar contra el malestar aclimatándonos en él", continuó. "Es una forma de encontrar la esencia de la vida en las cosas insignificantes".

Para Magris -quien aclaró que el mar es un elemento fundamental en su existencia, por representar el origen de la vida-, el intelectual debe caracterizarse por la reflexión crítica y frente al pesimismo generalizado en la sociedad siempre debe haber un pequeño margen para el optimismo.

 
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