Usted está aquí: domingo 4 de diciembre de 2005 Sociedad y Justicia Evidencia experta rezago en prevención del sida entre militares mexicanos

La tropa puede ser la mejor activista contra la pandemia, dice miembro de Onusida

Evidencia experta rezago en prevención del sida entre militares mexicanos

Censida aguarda propuestas de la Sedena que respeten garantías, señala Jorge Saavedra

ANGELES CRUZ MARTINEZ ENVIADA

Oaxaca, Oax., 3 de diciembre. Los militares pueden ser los mejores activistas en la lucha contra el VIH/sida. Además de que están en todos lados, también forman parte de los grupos con mayor vulnerabilidad frente a la epidemia, aseguró Andrea Boccardi, asesora del Programa de Naciones Unidas sobre VIH/sida (Onusida).

Durante la última sesión del noveno Congreso Nacional sobre VIH/sida, la especialista, médica militar, impartió una conferencia magistral en la que advirtió sobre la necesidad de diseñar acciones encaminadas a la prevención y educación de los miembros del Ejército, como las que ya se empiezan a aplicar en nueve países de América Latina, donde los titulares de los ministerios de Defensa han tenido la voluntad y compromiso políticos para reconocer la existencia del problema y la necesidad de solucionarlo, lo que en México todavía no se ha logrado.

Jorge Saavedra, director del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/sida (Censida), señaló que está a la espera de las propuestas que en esta materia presente la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), a fin de garantizar el respeto a los derechos humanos de los militares, quienes en la actualidad son dados de baja una vez que se les diagnostica la enfermedad.

Desde 2000, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas determinó que el VIH/sida afecta a las fuerzas internacionales de mantenimiento de la paz, lo que representa una amenaza a la seguridad global. En ese momento convocó a los países miembros a diseñar estrategias de prevención, detección y control de la infección.

Más recientemente, en junio de 2005, el organismo multilateral reafirmó ese compromiso y solicitó a Onusida encabezar las acciones preventivas, de supervisión y evaluación de las intervenciones en cada nación.

Ahora Onusida cuenta con un programa de corto y largo plazos, y herramientas que incluyen una guía programática, un equipo de capacitación para la educación entre pares en temas de derechos humanos, drogas y uso del condón, entre otros.

La estrategia del organismo tiene presencia en 118 países. En América Latina, 18 naciones elaboran su plan de prevención, de los que nueve han iniciado su aplicación. Son los que han reconocido que el sida en el ejército constituye una amenaza a la seguridad nacional.

Boccardi destacó que antes de 2003 se desconocía por completo la problemática del sida entre los militares de la región, debido, principalmente, a que los altos mandos de la milicia negaban la existencia del problema.

Sin embargo, señaló la experta, ya se ha comprobado que los soldados son aún más vulnerables que el resto de la población a contagiarse con el VIH/sida, debido a sus condiciones de trabajo y entrenamiento.

Recordó que la edad de los uniformados está entre los 18 y los 40 años, el rango de mayor riesgo de exposición al virus, provienen de las zonas más pobres; tienen una movilidad constante nacional e internacional, además de que su actividad está vinculada con el peligro y el estrés.

La posibilidad de contagio aumenta porque las instalaciones militares suelen estár rodeadas de prostíbulos y venta ilícita de drogas, aunque también contribuyen los mitos y la ignorancia en torno a la epidemia.

Riesgo para la seguridad nacional

El impacto del VIH/sida en los ejércitos se refleja en todas las áreas: en su capacidad operativa, en la pérdida de personal entrenado y de liderazgo, que es la base de la cadena de mando militar. Ello redunda en un riesgo para la seguridad nacional de los países, subrayó la especialista.

El programa de Onusida plantea que los programas nacionales de combate a la epidemia deben incluir a los militares como parte de la población general.

Respecto de los países latinoamericanos, Boccardi mencionó que Perú fue el primero en responder en 1992, cuando conformó el Comité de Prevención y Control de VIH/sida (Coprecos). A partir de 1994 empezó a bajar la prevalencia de la infección en la milicia y actualmente las cifras indican que la situación se ha revertido.

Le siguieron Uruguay, Brasil, Dominicana, Costa Rica, Honduras, Panamá, Nicaragua y El Salvador. Todos aplican acciones preventivas, garantizan el acceso de los infectados a los medicamentos antirretrovirales, y ofrecen consejería y pruebas de detección del virus en forma voluntaria. Lo anterior a pesar de que en la mayoría, el examen clínico sigue siendo obligatorio.

Asimismo, en sus programas de entrenamiento y reclutamiento han incluido módulos de capacitación sobre VIH/sida y cuentan con un consejo responsable del seguimiento de cada una de las acciones y de la administración de los recursos económicos.

La tarea de Onusida se ha concentrado en facilitar las acciones, proveyendo de la asistencia técnica, material y financiera de inicio, para que después cada país se haga cargo de sus programas. Los objetivos principales son fortalecer el liderazgo nacional y regional en la materia y garantizar el respeto a los derechos humanos de quienes viven con VIH/sida.

 
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