Usted está aquí: domingo 4 de diciembre de 2005 Capital Libros deleitosos

Angeles González Gamio

Libros deleitosos

El diccionario define el deleite como placer del ánimo o de los sentidos, y no cabe duda que un buen libro nos produce esa sensación. Acaban de salir a la luz dos obras que lo provocan. La primera se titula La Patria en el Paseo de la Reforma, y a pesar de que suena muy solemne, su autor, Carlos Martínez Assad, nos lleva a un deleitoso paseo por cerca de 200 años de vida de la emblemática vía, que ahora está particularmente bella, especialmente en el tramo del inicio, de Chapultepec a la fuente de Petróleos, ya que está adornada con graciosas vacas, tamaño natural, decoradas con gran originalidad por distintos artistas; en el camellón central hay cientos de coloridas nochebuenas, y en las rejas enormes fotografías que muestran la arquitectura medieval española, como parte de la magna exposición sobre el medioevo en la península, que se presenta en el Museo de Antropología y en el Castillo de Chapultepec; o sea, toda una fiesta.

Volviendo al libro, hay que destacar que está fundamentado en una minuciosa investigación histórica, que se inicia en el nacimiento de la Independencia y culmina en nuestros días. Con buena pluma, el autor va entrelazando anécdotas y datos con innumerables imágenes antiguas y presentes, que hacen la lectura amena y sabrosa. Como un rico pilón, nos proporciona las biografías de los héroes independentistas, que alberga la columna de la Independencia, popularmente conocida como El Angel, y las de los próceres de los estados de la República, cuyos bustos adornan la avenida. En conclusión, todo lo que quiere saber del Paseo de la Reforma se encuentra en este excelente libro.

El otro libro deleitoso es A cuarenta años del Pasaje Savoy, escrito por María del Carmen Rión Santiesteban, como un homenaje a su padre, que falleció cuando ella era niña. José Rión fue dueño, junto con sus hermanos, de la camisería Savoy, que dio vida al entonces famoso pasaje, que comunicaba 16 de Septiembre y la avenida San Juan de Letrán.

En la busca del progenitor, Maricarmen emprendió una larga pesquisa, que incluyó investigación en archivos, bibliotecas y hemerotecas, para descubrir los orígenes del sitio. Ello la lleva a contarnos la historia del convento de San Francisco, que ocupaba el predio, en donde tras la destrucción de los edificios franciscanos, por la aplicación de las leyes de Reforma, se levantó el pasaje comercial, que en sus inicios llevó el nombre de Wong y años más tarde el cine de ese nombre y la camisería lo bautizaron como hasta la fecha se le conoce: Pasaje Savoy; ahora reducido a un sombrío túnel, interrumpido por una barda de láminas viles.

La autora realizó decenas de entrevistas a comerciantes que tuvieron y tienen negocios tanto en el pasaje como en las cercanas calles de Gante y Madero, quienes le proporcionaron información de su padre y de la vida que tenía en esos años el rumbo, que en esa época era el alma de la ciudad. Los guajolotones recordarán que en la infancia acompañábamos a la mamá a comprar todo lo importante "al centro", que todavía no tenía lo de "histórico".

Consiguió con ellos, y en archivos públicos, extraordinarias imágenes que nos llevan al siglo XIX, cuando se empieza a demoler el gigantesco convento y la zona se va transformando. Pasmosa la fotografía que muestra la calle 16 de Septiembre en los años cincuenta del siglo XX, convertida en un río que surca una canoa, transportando personas de traje y sombrero de fieltro. Hay publicidad de la época que nos saca la sonrisa y despierta la nostalgia. La última parte del libro la dedica la autora a contar la historia familiar, con tanta gracia y talento que lo personal se torna universal. Un libro esencial para los que amamos el Centro Histórico.

Al leer en el libro del Paseo de la Reforma sobre el emperador austriaco Maximiliano, quien lo inició, se nos antojó degustar comida de ese país, por lo que nos dirigimos al restaurante Los Caprichos del Emperador, situado en Citlatépetl 9, en la colonia Condesa, a disfrutar los platillos que la linda Renate Zeller ha preparado para esta temporada. De entrada, el pimiento frito con queso de cabra. La crema de jitomate cae muy bien para el frío que ya comenzó, y el agasajo mayor: los platos de caza que ahora están comiendo los austriacos: el faisán mechado con tocino y ginebra, el filete de venado en salsa de pera y croquetas de patata, o el estofado de jabalí.

Los postres son inigualables; como se antojan varios, puede pedir la "familia de canela", con strudel de manzana, lancer torte y helado de yogurt con ciruelas, o "la familia de chocolate", que lleva un pedazo de sacher torte, helado semifredo y negrito con camisa blanca. Lo ideal es acompañar el festín con un vino de la región; al día siguiente.... a pan y agua.

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