Usted está aquí: domingo 4 de diciembre de 2005 Política Sacrificar principios en pos del pragmatismo, dilema panista

El grupo de los doctrinarios vuelve por sus fueros

Sacrificar principios en pos del pragmatismo, dilema panista

CLAUDIA HERRERA BELTRAN

Los panistas defensores de la doctrina regresan hoy por sus fueros con el ungimiento de Felipe Calderón como su candidato presidencial, pero con un dilema: reivindicar o sacrificar los principios que los llevaron al triunfo con tal de impedir que llegue al poder el que han catalogado el enemigo a vencer, el perredista Andrés Manuel López Obrador.

Bastó un mes desde su triunfo en las urnas para que el michoacano enviara señales de estar dispuesto a desdibujar o "enviar la doctrina de vacaciones" -como dijo el presidente Vicente Fox cuando conquistó la candidatura- aunque sea temporalmente y abrir su espectro más allá del partido.

Su precipitada reunión con la polémica lideresa magisterial priísta, Elba Esther Gordillo, su repentina proclividad al foxismo defendiendo incluso a quienes fueron estrechos colaboradores de Santiago Creel y sus desesperados llamados a sostener alianzas con cualquier actor, son los primeros síntomas.

Vista en retrospectiva, la nueva carta del PAN, encarnada en un panista de cepa, representa una apuesta antitética a la del empresario y ranchero Vicente Fox en 2000. Pero, ¿hasta cuándo?, se preguntan los propios panistas.

Hijo de Luis Calderón Vega, uno de los fundadores de Acción Nacional, al michoacano no sólo le ha tocado vivir de cerca, sino ser protagonista de los cambios que ha experimentado su partido en las pasadas cuatro décadas.

De aquel partido de su niñez, que se conformaba con dejar testimonio en las elecciones con candidaturas presidenciales como la de Efraín González Morfín, el PAN se convirtió luego en un partido competitivo, con Manuel J. Clouthier Maquío, y en el que sacó al PRI de los Pinos, con Vicente Fox. En palabras de Germán Martínez, vicecoordinador de la fracción parlamentaria del blanquiazul en la Cámara de Diputados y uno de los políticos más cercanos a Calderón, en el pasado el PAN "no tenía ese apetito legítimo, válido de ganar la Presidencia de la República. El que nos dio el apetito, el coraje, las ganas fue Maquío y a partir de ahí competíamos por la Presidencia".

Paradójicamente, esos empresarios broncos como Maquío y después Vicente Fox llevaron el "apetito de ganar" al PAN, pero también fueron desplazando a los panistas que tomaban las decisiones con la doctrina en la mano.

En ese tránsito, Calderón se insertó en la política nacional precisamente en 1988, cuando Clouthier compitió por la Presidencia de la República. Aquel joven ganó su primer puesto de elección popular como representante en la Asamblea del Distrito Federal.

De la mano de sus mentores, Carlos Castillo Peraza y Luis H. Alvarez, tuvo una carrera meteórica. En 1991 fue diputado federal, en 1993 secretario general del partido y en 1996, a los 34 años, se convirtió en el presidente más joven del blanquiazul.

Como líder del partido no tuvo más remedio que hacerse a un lado -ya no buscó la relección- y dar paso a un escenario más cómodo para Fox Quesada que, sin competidor enfrente, terminó por montar su candidatura en las siglas de Acción Nacional.

Vistos a distancia, los perfiles de Fox y Calderón encarnan las tensiones que ha vivido el PAN en las dos décadas recientes entre la praxis y la teoría.

Por un lado, el guanajuatense pragmático, ex gerente de Coca Cola, el ranchero de San Cristóbal, que obtuvo su título de licenciatura en administración de empresas 33 años después de haber concluido sus estudios y más para efectos de sus aspiraciones presidenciales.

El político bravucón que desafió al partido imponiendo una estructura paralela, como fue la organización Amigos de Fox, de la que salieron los más cercanos colaboradores del guanajuatense en el gabinete.

Y por otro, el abanderado de raigambre azul y con una destacada trayectoria académica, abogado con estudios de maestría en el ITAM y en administración pública en la Universidad de Harvard.

El que no gozó de la cercanía del Presidente. Cuando estuvo más próximo fue regañado por el mandatario por su destape adelantado como aspirante presidencial y no le quedó otra alternativa que renunciar a la Secretaría de Energía.

A diferencia de Santiago Creel Miranda, el entonces secretario de Gobernación y delfín de Los Pinos, tuvo que construir su precandidatura marginado del gabinete, incluso de la dirigencia del partido luego de la llegada de Manuel Espino.

Así, en contraposición con Fox, Calderón tuvo que competir y lo hizo con los principios del PAN como estandarte, esos que el foxismo había desdeñado. Ya en el registro de su precandidatura aludía a su frase de batalla: "Ganar el gobierno sin perder el partido".

Con esta promesa, el 23 de octubre obtuvo un triunfo contundente sobre Santiago Creel y Alberto Cárdenas. Ese día aquellos doctrinarios que habían sido desdeñados por los pragmáticos del PAN recobraron no sólo el partido, sino por primera vez la posibilidad de conquistar lo que les faltaba: la Presidencia de la República.

El viraje

Pero en apenas unas horas se dio una especie de corrimiento al foxismo.

La primera reunión que sostuvo fue con Gordillo Morales -antigua amiga del Presidente-, a pesar de que unas semanas antes acusó airadamente a Creel por sus acercamientos con la lideresa magisterial.

A partir de ese momento también hizo una férrea defensa del foxismo argumentando que si Fox no pudo lograr más fue porque le había tocado "sacar a las víboras prietas y a las tepocatas".

Luego justificó las pifias diplomáticas del presidente Fox, sacó la cara por Carmen Segura, que fue destituida de la Coordinación de Protección Civil por haber hecho compras indebidas, aunque después intentó desmarcarse.

Contrario a la tradición de pureza panista, hizo denodados intentos por aliarse con el Verde Ecologista de México, no obstante que éste dejó colgado al PAN en 2001, e intentó pactar hasta con partidos que se proclaman de izquierda, como Convergencia y el del Trabajo.

Así, en su estrategia de establecer alianzas con otros partidos políticos, el michoacano fracasó pero dejó ver su disposición a pactar con diversos sectores, incluso los que son ajenos al PAN, para cerrarle el paso a López Obrador.

 
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