Para
el combate contra la epidemia del VIH/sida en nuestro país,
el año se cierra con dos buenas noticias, y las dos tienen su origen
en el Congreso de la Unión.
Las
reformas a la Ley General de Educación aprobadas por el Senado
de la República, que prohíben se discrimine a estudiantes
por diversos motivos, entre ellos por sus preferencias sexuales y condición
de salud, significan un avance importantísimo en el esfuerzo
por erradicar todas las formas de intolerancia en las escuelas.
Todos los motivos de discriminación son igual de graves y deben
ser sancionados, pero llama la atención que se incluya el término "preferencias
sexuales" en una ley que protege los derechos de los menores de edad.
El reconocer de manera implícita que niñas o niños
pueden ser discriminados a causa de un comportamiento divergente al de
su género son verdaderos avances en el entendimiento de la diversidad
sexual y de géneros.
Por otro lado, la aprobación por los diputados de más de
cien millones de pesos destinados a las labores de prevención
del VIH/sida para 2006 constituye un logro largamente esperado. El aumento
contribuirá a
equilibrar la balanza del combate a la epidemia, toda vez que la inversión
en prevención se encuentra muy rezagada en comparación
con los recursos invertidos en la atención de ese padecimiento.
Si bien esos millones aún serán insuficientes para hacer
frente a los retos de la prevención, permitirán ampliar
la respuesta a la epidemia a escalas mayores y "pasar de los pequeños
proyectos con horizontes a corto plazo a las estrategias integrales
a largo plazo", como recomienda Peter Piot, director de Onusida.
De no conseguirlo se estará desaprovechando la primera gran
oportunidad para alcanzar resultados tangibles y duraderos.
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