Homenaje a Julio Scherer
¿Cómo entender la realidad de México sin la pluma de Julio Scherer García?
Hace más de 50 años, un muchacho que abandonó sus estudios de leyes y apenas cumplía la mayoría de edad entró por primera vez a la puerta del periódico Excélsior, en Paseo de la Reforma número 18, y se inició de mandadero en 1947. Fue reportero de la Extra. En los años 50, la época de Carlos Denegri y Manuel Becerra Acosta padre, consiguió grandes exclusivas. De subdirector editorial en 1963 llegó a ser el director general de ''El periódico de la vida nacional" en 1968.
Julio Scherer García ha sido periodista de tiempo completo durante más de medio siglo: ''Como reportero que soy nada valoro por encima de los hechos (...) La cirugía y el periodismo remueven lo que encuentran. El periodismo ha de ser exacto, como el bisturí. Si algo me apasiona es el periodismo sin imaginación, el toque de la realidad como es (...) en nuestra profesión nada supera al dato estricto y a la palabra exacta".
Julio es nieto de Hugo Scherer, un banquero alemán que llegó a México a mediados del siglo XIX y se hizo amigo de la alta sociedad porfiriana. Fue invitado de honor en la boda de la hija de Joaquín Casasús con el hijo de Justo Sierra, así como lo fue de don Porfirio en las fiestas del centenario de la Independencia. De los 2 mil 500 inmigrantes alemanes que vinieron antes de la Revolución, muchos regresaron con don Porfirio en el Ipiranga, pero Hugo Scherer permaneció en México y destacó como director de uno de los bancos más importantes de la época, el Banco Nacional de México, que abrió al gobierno nuevas fuentes de recursos.
Pablo, el padre de Julio, se casó con Paz García, de notable inteligencia y modales aristocráticos, quien poseía un encanto especial en el trato con la gente, rasgo que habría de heredar Julio. Así, el 7 de abril de 1926 nació Julio Scherer García, el tercer hijo del matrimonio que vivía en el número 11 de la Plaza San Jacinto, en San Angel (donde ahora se pone el ''Bazar Sábado"), casa en la que los Scherer pasaron los mejores años de su vida.
También Julio tuvo una formación alemana. No sé si fue buen alumno, pero sí sé que el Colegio Alemán era uno de los más exigentes en México, mucho más por ejemplo que el Liceo francés.
En los años que permaneció en Excélsior, Julio Scherer García documentó con entrevistas, crónicas y reportajes los sucesos nacionales e internacionales más importantes de su tiempo. Entrevistó a Fidel Castro, al Che Guevara, Augusto Pinochet, Olof Palme, Chou En Lai, Salvador Allende, John F. Kennedy, Dimitri Shostakovich, André Malraux y Pablo Picasso. Me confió que una de sus grandes añoranzas era no haber entrevistado a Nelson Mandela. Asimismo, escribió sobre la hambruna de Bangladesh, la ruptura de México con Guatemala, la visita de Lázaro Cárdenas a La Habana en 1959, los documentos secretos que el Ejecutivo uruguayo envió para rechazar las elecciones, que causaron gran polémica, e hizo un gran retrato del estado de salud física y mental insuperable de El Coronelazo David Alfaro Siqueiros, quien se movía en la cárcel de Lecumberri como pez en el agua.
En las páginas de Excélsior Julio escribía semanalmente, junto con Alberto Ramírez de Aguilar y Manuel Becerra Acosta hijo.
En el México de los años 50 el periodismo tenía tabúes: el Presidente y su familia, el Ejército y la Virgen de Guadalupe. La actividad periodística no podía escapar del contexto en que se desenvolvía la sociedad mexicana de la posguerra. Los grandes medios, esencialmente los escritos y la radio, orientada a la música popular, a las radionovelas, a los concursos banales, y la televisión comercial, que daba sus primeros pasos, se enfocaban a resaltar las virtudes, los aciertos y los logros de la Revolución institucionalizada: poco periodismo y mucha propaganda. Empezaba en nuestro país la danza ''alemanista" de los millones, las trácalas, y para los periodistas el famoso chayote.
José Pagés Llergo dirigía Hoy y tuvo que salir de ella tras publicar una fotografía de Carlos Girón Peltier, recién casado con Beatriz Alemán de Girón (hija del ex presidente Miguel Alemán Valdés), porque en plena luna de miel miraba con verdadero interés en un centro nocturno el trasero de la bailarina Simone Claris cubierta únicamente por un velo.
Tres meses después habría de surgir la revista Siempre!, el jueves 27 de junio de 1953. Siempre! ha sido una publicación con una línea editorial plural, crítica y en sus páginas han convivido y reñido las más diversas plumas. Pagés fomentó la discusión política abierta, nada lo gratificaba más que sus colaboradores convirtieran su revista en ring de box o plaza pública. Cada editorialista defendía su punto de vista sobre la política y eso caldeaba la revista. Podría decirse que los ánimos hervían como agua para chocolate. A vuelta de hoja, un artículo color chocolate desmentía a otro y Pagés, los pies sobre su escritorio, atizaba los ánimos. Eso sí, Pages era el rey de la pluralidad.
También el diario Novedades lanzó en 1961 el suplemento cultural México en la Cultura, que inició Fernando Benítez, quien antes dirigiera en El Nacional el suplemento Revista Mexicana de Cultura. Extrovertido y lúdico, Benítez hablaba y escribía acerca de las desviaciones de la Revolución hecha gobierno de Miguel Alemán Valdés, quien traicionaba los principios de la Revolución Mexicana.
Dentro de ese periodismo mexicano destacaba Julio Scherer por su apasionamiento. Los intelectuales del Siempre!, de Pagés Llergo, y los de México en la Cultura, de Fernando Benítez, lo admiraban. ''Ese muchacho vale", decía Pagés. Octavio Paz llegó a estimarlo tanto que la revista cultural que dirigió en México al renunciar a la embajada de México en la India y regresar a México la hizo con Julio Scherer García. ''En 1971 -escribe Octavio Paz- el director de Excélsior, Julio Scherer, nos propuso la publicación de una revista literaria, en el sentido amplio de la palabra literatura (...) Aceptamos con una condición: libertad. Scherer aceptó como los buenos y jamás nos pidió suprimir una línea o agregar una coma. Actitud ejemplar, sobre todo si se recuerda que más de una vez los puntos de vista de Plural no coincidieron con los de Excélsior.''
Julio Scherer era (y sigue siendo) un periodista temerario y totalmente curado de espanto. ¿A qué le teme Scherer si nunca le tuvo miedo a nada, salvo quizá a la traición del amigo? (¡Y vaya que lo traicionó el abyecto Regino Díaz Redondo, que además acabó con Excélsior!)
En 1968, al llegar el grupo de Scherer a la dirección del diario, entre batallas en la cooperativa y voces de alerta, inició un cambio en el periodismo mexicano que eliminó de tajo lo que hasta entonces se publicaba: una prensa servil, como se vio luego de la matanza de Tlatelolco en el cartón de Abel Quezada: un espacio negro con el título ''¿Por qué?", que tuvo más fuerza que mil palabras, como esas fotos que Julio ha ponderado, el niño judío que sale del gueto de Varsovia con su estrella acusadora en el pecho y los brazos en alto y la niña vietnamita también con los brazos en alto que corre desnuda a media carretera perseguida por las bayonetas de los soldados estadunidenses.