Usted está aquí: miércoles 30 de noviembre de 2005 Mundo Bush, atrapado entre dos sectores polarizados en el tema migratorio

De gira por Texas y Arizona, presenta una propuesta con rango de "seguridad nacional"

Bush, atrapado entre dos sectores polarizados en el tema migratorio

Sostiene que la reforma es prioridad para 2006, pero mantiene rechazo a una "amnistía"

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen George W. Bush, con su chamarra de la Patrulla Fronteriza "Hecha en M�co", en su visita ayer a El Paso. Lo acompa�l gobernador texano Rick Perry FOTO Reuters Foto: Reuters

Nueva York, 29 noviembre. Entrampado entre la necesidad de complacer a sus bases conservadoras que se oponen a cualquier reforma migratoria, y satisfacer las necesidades de otra base clave -el sector privado que depende de la mano de obra inmigrante- el presidente George W. Bush intentó rescatar su propuesta de una reforma migratoria al definirla como una "estrategia de seguridad nacional".

Hoy y ayer en su gira por la zona fronteriza de Texas y Arizona, Bush presentó su propuesta ante un país cada vez más polarizado sobre el tema, con divisiones tanto dentro del Partido Republicano como del Demócrata, y entre la población en general. Ante eso, y las presiones de los conservadores, Bush reformuló la presentación de su propuesta, y aun así, por el momento, no ha logrado superar la resistencia entre las filas de su propio partido y de amplios sectores en este país que han sido convencidos de que los migrantes y la frontera están "fuera de control". También, intentó defender su propuesta de un programa de "trabajadores temporales", algo de vital importancia para amplios sectores del empresariado estadunidense.

"Aquí hay un enfrentamiento entre los capitalistas de libre mercado y los conservadores sociales -dos sectores claves de esta presidencia- sobre este tema en particular", indicó un veterano observador del mundo político de Washington a La Jornada. Esto se manifiesta en varios ámbitos, entre ellos el Congreso.

En la Cámara de Representantes se debatirá próximamente un proyecto de ley para establecer que antes de considerar cualquier propuesta de "trabajadores temporales" u otro mecanismo para regularizar la presencia de inmigrantes indocumentados, se tendrá que recuperar el "control de la frontera".

A la vez, hay varias iniciativas en el Senado que según el liderazgo serán debatidas a principios del próximo año que consideran tanto el aspecto de seguridad como el de la presencia de unos 11 millones de indocumentados y su importante papel para ciertos rubros de la economía nacional.

En su gira por la zona fronteriza en el suroeste, el mandatario afirmó que la reforma migratoria es una prioridad de su gobierno para 2006, pero tuvo que reiterar una y otra vez que se opone a una "amnistía" o cualquier otro mecanismo "automático" para legalizar a los migrantes indocumentados.

Complacer a las bases antinmigrantes

Para intentar mantener su base conservadora, la Casa Blanca ahora define el tema migratorio casi en términos militares, de defensa de la nación. En sus mensajes hoy y ayer, el énfasis de la propuesta de Bush fue más sobre fuerzas de seguridad, más tecnología militar y de seguridad (incluyendo aviones espía no tripulados utilizados hoy para rastrear sospechosos en la llamada "guerra contra el terrorismo"), y barreras para prevenir el ingreso de indocumentados y más centros de detención.

A la vez, Bush habló de más mecanismos para expulsar rápidamente a "ilegales" y empleó más retórica de "defensa" de la patria ante los indocumentados. "Cuando la gente viola las leyes de inmigración, serán enviados a casa, y deberán quedarse en casa", subrayó ayer.

Agrupaciones y políticos derechistas han logrado generar un clima cada vez más hostil a los inmigrantes a lo largo y ancho del país al explotar el vacío de propuestas y políticas nacionales creado por los gobiernos federales de Estados Unidos y México desde 2001.

Estas fuerzas han logrado establecer la idea de que las fronteras están fuera de control y que la presencia de indocumentados es una amenaza a la economía y la seguridad del país. Y ante la falta de políticas federales, gobiernos estatales y locales han buscado abordar la presencia de nuevos inmigrantes, en algunas instancias buscando resolver los problemas de una manera racional, pero frecuentemente respondiendo con medidas que promueven el racismo y el temor.

Encuestas recientes de la empresa Gallup señaladas por opositores a liberalizar las leyes migratorias registran que 70 por ciento de los estadunidenses se opone a facilitar el ingreso de inmigrantes a este país, y por un margen de 63 contra 32 por ciento se oponen a propuestas para permitir que indocumentados soliciten visas de trabajo. De hecho, señalan que las mayorías de ambos partidos se oponen a las políticas de migración del presidente; un 77 por ciento de los demócratas y un 52 por ciento de republicanos.

Satisfacer al sector privado

Bush insistió, una vez que detalló sus medidas para asegurar la frontera e implementar las leyes migratorias al interior del país, y sólo al final, en un "programa de trabajadores temporales" para ofrecer la "oportunidad" a los inmigrantes de trabajar por hasta dos periodos de tres años antes de ser obligados a regresar a sus países de origen.

Al subrayar que esto no era una "amnistía", Bush señaló que tal programa era parte integral de su propuesta de una reforma migratoria con fines de seguridad nacional, ya que esto establecería un tipo de válvula de escape, y lograría sacar a muchos de "las sombras", beneficiando así los esfuerzos de seguridad pública. Pero todos saben que lo "urgente" de este programa no es la seguridad pública, sino la seguridad económica de amplios sectores económicos de este país que dependen de la mano de obra inmigrante.

"Necesitamos a estos inmigrantes de la misma manera que ellos nos necesitan", declaró Pat Ricchiuti Jr., presidente del Buró Granjero del Condado de Fresno al Wall Street Journal, haciendo eco de empresarios y granjeros de varias partes del país. Alarmados por el mensaje de mano dura de Bush contra los migrantes, y si esto implica una decisión de distanciarse de su propuesta inicial hace un año sobre una verdadera reforma migratoria que tome en cuenta la dependencia de la economía estadunidense de la mano de obra inmigrante, empresarios están insistiendo en que una propuesta sin un programa para regularizar la presencia de los indocumentados es inaceptable.

Mientras las fuerzas antinmigrantes intentan definir cualquier tipo de programa de trabajador huésped como una "amnistía", los empresarios señalan que sectores como el de los procesadores de carnes, el de jardinería, productores industriales, restaurantes, hoteles y otros sectores de servicios, el de salud y por supuesto el agrario (donde se calcula que hasta la mitad de los jornaleros son indocumentados) no podrían sobrevivir sin la mano de obra de los inmigrantes.

De hecho, el déficit laboral ya está amenazando a varios sectores, tanto en la rama industrial como la agraria, así como la de servicios en los últimos años, y representantes empresariales señalan que no hay forma de resolver este problema sistémico sin los inmigrantes, incluyendo a los millones de indocumentados en este país.

La Cámara de Comercio de Estados Unidos y diversas asociaciones nacionales de las ramas empresariales más dependientes de la mano de obra inmigrante, se han declarado en favor de algún mecanismo para legalizar a los trabajadores indocumentados, y la Casa Blanca tiene que responder a esta poderosa demanda.

El problema es que Bush es hoy un presidente políticamente debilitado y cada vez hay más dudas sobre si cuenta con el capital político para navegar entre las demandas de estas bases -además de otras como de organizaciones latinas y las iglesias, entre otras, que también forman parte de este debate- y lograr un consenso.

Entre hoy y ayer, las primeras reacciones son que no logró complacer ni a uno ni a otro lado en este debate.

Mientras, hay un pequeño escándalo: algunos "patriotas" han denunciado el hecho de que los uniformes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos son Made in México. Alertando que esto podía ser una amenaza para la seguridad nacional, ya que algún criminal o "terrorista" fácilmente podría obtener uno en México e infiltrarse para hacer daño de este lado de la frontera, hay iniciativas para ordenar que los uniformes sean fabricados sólo de este lado.

Bush viajó hoy por un tramo de la frontera entre El Paso y Ciudad Juárez vestido con una chamarra de la Patrulla Fronteriza para hablar de cómo controlar la frontera, pero no se sabe si una costurera mexicana le había confeccionado su ropa.

 
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