Encuestas electorales
El lunes pasado el diario Reforma publicó una encuesta que al presentar un escenario de empate virtual entre las preferencias electorales para Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador fue motivo de enojo y de severos cuestionamientos por parte de éste y de sus colaboradores cercanos, quienes en el pasado elogiaban esas encuestas como ejemplo de profesionalismo, cuando en ellas él parecía estar en alturas inalcanzables para los otros candidatos.
Me parece bastante probable, en efecto, que los resultados de la encuesta recién publicada estén alejadas de la realidad, pero igualmente tengo la impresión de que los resultados de las encuestas anteriores tampoco eran ciertos, y ello no porque el equipo de encuestas de Reforma sea malo (si de algo no tengo duda, es de su capacidad profesional), sino más bien porque en la publicación de las encuestas del periódico ha habido una intencionalidad específica, como la hubo también en sus encuestas publicadas en 2000, cuando informaban que Fox estaba un poquito abajo de Labastida, siendo que en realidad le llevaba varios puntos de ventaja. A principios de este año me llamaba la atención la ventaja que daban a López Obrador, cuando su nombre era virtualmente desconocido en todo el norte del país. ¿Por qué razón hacían esto? ¿Acaso no era para poner una luz de alerta al gobierno y a algunos sectores de la derecha?
En la primavera de 2000, la intencionalidad de Reforma era promover el voto útil para Fox, y lo hizo en forma magistral, señalando la necesidad de que éste obtuviera unos pocos votos adicionales para alcanzar al PRI, brindando confianza a los líderes de ese partido, pero también acicateando a indecisos, a simpatizantes de Cárdenas e incluso a los mismos cuadros panistas para hacer un último y decisivo esfuerzo.
La estadística no es un cuento, es una ciencia matemática y, como tal, rigurosa; los especialistas que se dedican a realizar encuestas son profesionales que conocen su oficio y son capaces de dar resultados tan precisos como sea necesario, a condición de contar con los recursos adecuados, aun en las condiciones de vacío, desconcierto y volatilidad, como las que hoy imperan en el país. De hecho su mayor complejidad no está en los aspectos matemáticos sino en decidir qué preguntar y cómo hacerlo.
En nuestra cultura política se tiene la creencia de que las empresas dedicadas a hacer encuestas, o bien no saben hacerlas correctamente o bien las alteran conscientemente para dar algunos puntos de ventaja al candidato o partido que les compró el estudio, pero esta es una idea limitada, pues las encuestas pueden ser utilizadas de muchas más formas. Las encuestas son utilizadas hoy en día como instrumentos estratégicos (para saber qué está pasando y decidir las alternativas a seguir) pero también como verdaderas armas de combate, para confundir a los adversarios, para intimidarlos, para sorprenderlos o para desmoralizarlos. Hace más de 2000 años Sun Tzu en su Arte de la guerra decía: "Si te encuentras lejos de tu enemigo, aparenta que estás cerca, pero si estás cerca aparenta estar lejos; si tu situación es de debilidad muéstrate fuerte y decidido, pero si tu situación es de fuerza, aparenta debilidad e indecisión." En el siglo XXI tiene sentido agregar "por ello, no te fíes de las encuestas de tus adversarios". Las encuestas realizadas por un partido político, para el diseño interno de sus estrategias, deben ser esenciablemente confiables y rigurosas; las que se publican en los medios de comunicación pueden no serlo, porque responden a los intereses y estrategias de quienes las mandaron hacer; por ello, mal hacen los partidos políticos al confiarse en encuestas de terceros para el diseño de sus planes de acción.
Creo que no digo nada nuevo al afirmar que el diario Reforma está indisolublemente asociado al PAN, tanto por razones pragmáticas como ideológicas, y ello nada tiene de censurable, de hecho no es el único diario que muestra una tendencia política definida. Al aceptar esta hipótesis tiene sentido pensar que sus encuestas tienen un objetivo muy claro: para los ciudadanos comunes nos proporcionan una información aproximada, más o menos cercana a la realidad; para los contrincantes políticos, forman parte de la competencia electoral, como lo forman también los contenidos de algunos de sus articulistas, y en general la línea editorial del periódico, y si sus efectos son y han sido tan exitosos como lo fueron en 2000, ello se debe a que sus contrincantes no han logrado tener ni un antídoto ni un instrumento eficaz para detener sus efectos, y por lo que se ve la situación no ha cambiado. ¿Lograrán hacerlo antes de las elecciones de 2006? Por sus declaraciones de la semana, lo dudo mucho.