Usted está aquí: miércoles 23 de noviembre de 2005 Capital Silencio, recurso para olvidar los sucesos en Tláhuac

Ofrecerán hoy una misa y procesión

Silencio, recurso para olvidar los sucesos en Tláhuac

"Lo que pasó ya pasó; ya para qué buscarle"

Desde el 23 de noviembre nadie sabe nada

MIRNA SERVIN Y RAUL LLANOS II Y ULTIMA

Ampliar la imagen Aunque la vida en San Juan podr�parecer m�bien com�a memoria del pueblo se perdi�ce exactamente un a�OTO Jes�llaseca Foto: Jes�llaseca

Una señora envuelta en rebozo termina sus oraciones y sale de la iglesia de San Juan Ixtayopan. Con la sola mención de los linchamientos y al preguntarle cómo es la vida ahora en este lugar, se persigna tres veces antes de contestar: "Yo no vi nada. Yo no sé nada. Usted, ¿por qué viene a preguntar?"

La memoria del pueblo se perdió ese día, hace un año, aunque la vida ahí podría parecer más bien común, aunque no sea así.

En San Juan Ixtayopan las calles parecen las de cualquier otro pueblo. Una pequeña plaza central con un quiosco, la iglesia y una señora que vende quesadillas a la orilla de una de las jardineras que rodean el lugar.

Es como si aquí no hubiera pasado nunca nada. Las personas salen a hacer sus compras a algún local de la calle, van por sus hijos a la escuela a mediodía y aparecen un par de perros buscando un poco de sol enmedio de las calles sin tránsito vehicular. Pero basta preguntar a alguien, a cualquier persona que pase, sobre las mantas que hace un año pendían del quiosco en contra de los operativos policiacos realizados en el lugar, para recibir la misma respuesta una y otra vez: "No sé qué pasó, yo casi no salgo". O simplemente el silencio total.

Las reacciones son unánimes en los lugares principales del pueblo: no hay nada que decir sobre el tema. Primero en la plazuela central. También en la iglesia donde los pobladores realizaron hace un año una misa en nombre de los agentes muertos y por la salud de Moreno Nolasco, quien convaleció siete meses en un hospital debido a las heridas causadas. Ahí mismo también pidieron que las 29 personas que fueron detenidas volvieran a sus casas.

"Vamos a hacer otra misa este miércoles, porque aunque queremos que todo esto se acabe, nadie lo olvida", apunta, y continúa su camino para evitar alguna otra pregunta una mujer mayor que camina por la plaza.

Otra acólita cuenta que hoy los vecinos subirán el camino que lleva hacia la colonia Peña Alta con una vela blanca, en una especie de procesión.

Dice que durante el recorrido, que dura alrededor de 15 minutos caminando, ningún poblador de San Juan Ixtayopan hablará, ni mucho menos contestará preguntas. "Todo se hará en silencio." Tal como ahora, y desde hace un año, hacen.

Al subir por este mismo camino, por el que fue bajado Moreno Nolasco tras dejar muertos a sus dos compañeros: Víctor Mireles y Cristóbal Bonilla, en lo alto del pueblo, las calles se ven algo desiertas.

Sobre la calle Educación Tecnológica hay dos casas vacías, de aquellos que huyeron por tener una de las 10 órdenes de aprehensión que asiguen pendientes en el proceso.

A la mitad de esa cuadra, en una cerrada, está la escuela Popol Vuh, en cuya esquina, durante días, quedó el rastro de sangre de aquellos que fueron golpeados durante horas.

Los niños que salen de la escuela después del mediodía toman la mano de su acompañante, mamá, abuelita o tío en cuanto un extraño se acerca a preguntar.

Juan tiene nueves años y desde entonces ha vivido en la colonia Jaime Torres Bodet, justo en la línea que los separa de Peña Alta y donde el rumor que personas extrañas vigilaban a los niños para robárselos alertó a la comunidad.

El asiste al turno matutino, y para las seis de la tarde que sale el segundo turno, Juan usualmente ya está en su casa, tal como aquel día en que a pesar de los gritos que escuchaba, sus abuelos le impidieron salir.

Cuenta que los maestros no les dicen nada sobre aquel día "porque los niños no tienen que saber"; repite lo escuchado.

Sin embargo, su carácter reservado, su voz apenas audible reflejan parte de sus propias tristezas por los hechos, ya que su mamá está en la cárcel acusada de alentar a la turba y su abuela dice que desde aquel día el niño ya no es igual.

Los pobladores han quitado toda señal que al visitante le recuerde lo que ahí sucedió.

"Yo sólo me voy a trabajar y regreso hasta en la tarde, por eso no me entero de nada", apunta otra voz.

"No, en el mercado no comentamos nada, ni en la calle. ¿Para qué? Lo que pasó, ya pasó. Ya pa' qué buscarle. Queremos que nos dejen en paz".

 
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