Usted está aquí: martes 15 de noviembre de 2005 Opinión Art Fest: un concurso

Teresa del Conde

Art Fest: un concurso

Con asesoría del INBA, empresarios inquilinos del World Trade Center (WTC) patrocinaron este concurso artístico bajo la coordinación y dirección del promotor y publicista ibérico Juan Navarro Alcántara, autor del proyecto. Muchos recordarán que el edificio que lo aloja se construyó décadas atrás bajo el patronazgo de don Manuel Suárez (quien murió en 1988), en lo que antes fue el Parque de la Lama. La torre es su rasgo más distintivo, al que se anexan otras dependencias que incluyen el Polyforum Cultural Siqueiros, de allí que la idea de organizar allí un festival artístico resultara congruente con ese hecho que dio lugar a La marcha de la humanidad hacia el progreso. Sin Siqueiros como vecino, tal vez no hubiera prendido la idea de ofrecer en el WTC un festival artístico.

El edificio, construido por Guillermo Rossel de la Lama, tuvo breve vida como hotel y por largo tiempo pareció haberse convertido en elefante blanco, hasta que a mediados de los años 80 alojó en sus 55 pisos oficinas, todavía bajo la supervisión de don Manuel Suárez, a quien recuerdo debido precisamente a sus discusiones con David Alfaro Siqueiros, quien murió en 1974.

Cuatro fueron los rubros propuestos por los organizadores: animación de fachada, pintura, escultura y la exhibición de proyectos relativos al primer rubro. Sin más experiencia previa que la existencia de Art Fest (precisamente con ese título) en varias ciudades del mundo, bajo aspectos diferentes, el concurso asesorado por Elías Levín Rojo -como director artístico- obtuvo respuesta nutrida en cada uno de los rubros propuestos, si bien es cierto que el que mayor interés, tiempo y discusión suscitó entre los miembros del jurado y el equipo técnico fue el de animación de fachada.

Tal vez la convocatoria inicial, ampliamente publicitada, tuvo algunas fallas en ese aspecto, y por ese motivo no todos los proyectos que se presentaron eran de factible realización, entre ellos se cuentas los que quizá se percibían, mediante maquetas, presentaciones y audiovisuales, como más ingeniosos o pertinentes. Todos los que fueron seleccionados se exhiben.

El tiempo requerido para el montaje de la animación de fachada probó ser corto para la inclusión del proyecto que mayormente atrajo al jurado. Sus autores conforman el colectivo Laboratorio Scenika, que dirige Salomón Reyes y reune a cuatro creadores. Salomón es director, realizador audiovisual y escritor, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

La presencia en ese colectivo del diseñador industrial (con amplia experiencia en el diseño gráfico), Gonzalo Hernández, sumado a la del director de arte digital Guillaume d'Arjuzon y la arquitecta Jimena Muhlia dieron al proyecto Perpetuum (premiado) una de las mejores posibilidades. Sin embargo, su realización en fachada se vio obstaculizada por el tiempo técnico requerido para su montaje, concebido por ellos mismos. La ruta crítica de este concurso requiere de plazos muy acotados, razón por la que -de convocarse otro concurso de la misma índole- las especificaciones deben poner especial énfasis en este punto.

El proyecto montado, también considerado por la mayoría, tras arduas discusiones, corresponde a una autora mujer: Dulce María Jurado, artista y empresaria poblana y licenciada en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Su título, Mordida, deja un vacío virtual en la torre, un vacío ocupado por cielo azul y ligera nube. No está nada mal darle una mordida a la torre del WTC.

Carlos Mier y Terán presentó La invasión del miedo. Es de una metáfora visual, propuesta mediante enormes inflables, de esa moción anímica que todos conocemos bien. El autor es egresado de la ENAP (artes visuales, UNAM).

En pintura fueron premiados Miguel Castro Leñero por Paisaje en construcción (anunciado como espectacular en la fachada del edificio) y Cuadro x cuadro de Teresa Zimbrón. La obra, integrada por 108 telas de 31 por 31 centímetros fue exhibida antes en el Museo del Chopo (lo que no contravenía los lineamientos de la convocatoria), a la que hice referencia en esta sección meses atrás. En escultura, el artista aguascalentense Gilberto Esparza, en mancuerna con la duranguense Marcela Armas fueron premiados por la pieza Tensión superficial. El maestro Pedro Urbina y Jacqueline Mondragón lo fueron por su pieza Odradeck de tónica modernista (deudora, si se quiere, de artistas de la talla de Germán Cueto). Esparza ha sido profesor en el taller de producción en Querétaro. Ernesto Alvarez recibió mención por Obelisco V. La muestra se presentará hasta el 28 de noviembre.

 
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