Las televisoras comerciales, culpables de la ignorancia y la mala información, dice
Giovanni Sartori: la televisión cultural universitaria, una apuesta por las ideas
"Progreso extraordinario", el Canal Cultural de los Universitarios, de la UNAM
Ampliar la imagen El derecho a al informaci�xiste, pero no se ejerce, asegura el escritor y polit�o FOTO Cortes�de Difusion Cultural UNAM Foto: Cortes�de Difusion Cultural UNAM
Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales 2005, el politólogo y escritor italiano Giovanni Sartori es considerado protagonista del debate político contemporáneo. El análisis exhaustivo sobre la influencia de los medios de comunicación en la sociedad actual, plasmado en su libro Homo videns, plantea los peligros de la exposición exhaustiva a la televisión en lo que llama la generación del videoniño.
En entrevista, Sartori ofrece una visión amplia de las posibilidades que tiene un medio masivo como la televisión y las opciones reales de contar con un instrumento que apueste por las ideas y la reflexión. La conversación se llevó a cabo en Roma, Italia, en el contexto del inicio de las transmisiones de El Canal Cultural de los Universitarios.
-La UNAM lanzó El Canal Cultural de los Universitarios. En este contexto, quisiéramos que nos hablara de cuál debería ser el papel de un medio de comunicación de estas características de cara a la sociedad del siglo XXI.
-Como la televisión, desde mi punto de vista, es el medio de comunicación más importante, el más eficaz, el que integra un público más vasto, ahora más que nunca resulta decisivo también para la cultura, lo mismo que para la información y la política. En sus inicios, en los años 50, no se esperaba esta potencia del medio, nadie lo había previsto. Sin embargo, ahora es el instrumento usado no sólo con fines negativos, también como beneficio, como el árbol de la ciencia que produce el bien y el mal.
-¿Cómo debería distinguirse un canal de televisión que pretende promover el arte, la ciencia y la cultura, y dirigirse a un público de intelectuales, académicos y jóvenes universitarios?
-El objetivo de una televisión seria y responsable es instruir, educar y acercarse a un público que desea ver una mejor televisión. El impacto de la televisión cultural es mucho más importante que los ratings, porque cuenta con un público específico, que a su vez transmite la información de lo que aprende en la televisión, por lo que hay un efecto multiplicador que las estadísticas no registran, pero que es importante porque integra a un público y crea una opinión.
-Entonces, ¿cree que se puede lograr una televisión que no merezca el adjetivo de caja idiota?
-La caja idiota se refiere a la televisión comercial, cuyo objetivo es ganar mayor público, llegar a una audiencia popular. Por lo tanto, el nivel cualitativo de su programación es bajo. Sin embargo, existe, en parte, una saturación de esos contenidos, lo cual se contrarresta con una televisión no idiota que no existe para hacer dinero, sino para hacer cultura, y el medio lo permite. Si esta función la asume una institución como la UNAM, no sólo dará un extraordinario ejemplo a toda América Latina, sino que se convertirá en algo importantísimo, ya que por el momento hay un vacío a este respecto. Un vacío que debe atenderse, porque la televisión tiene que asumir una función educativa.
-¿Hasta qué punto puede aceptarse que la televisión es capaz de formar públicos, fomentar la cultura y penetrar en el terreno de las ideas y la reflexión?
-En el libro Homo videns me declaro alarmado por el hecho de que un niño de tres años comienza a ver televisión y se forma mirando imágenes, pierde la capacidad conceptual, la capacidad de abstracción. Si una persona pierde esta capacidad no logrará entender el mundo en que vive, y si no entiende el mundo en que vive no comprende nada. Es necesaria la palabra para comprender el mundo en que vivimos, para controlarlo y, posiblemente, para mejorarlo.
"Existe, además, un problema grave de información adecuada y correcta que no es atendido por la televisión comercial. Los telediarios son cada vez más locales; se habla de muertos, homicidios, huracanes, desgracias, pero no se discuten problemas de fondo. Esto es una desgracia, pues vivimos en un mundo globalizado y tendríamos que estar preparados para saber qué sucede, abrir ventanas hacia otros horizontes, sin embargo, las cerramos cada vez más.
Responsabilidad de las cadenas comerciales
"Ahora la gente ya no se interesa, porque para estar interesada hay que tener un mínimo de conocimiento. Uno no se interesa en la música si no conoce la música, tiene que conocerla. Por lo tanto, primero debe comprenderse qué es la música, el arte, la poesía y entonces uno se apasiona; pero si esto no se enseña en ningún lado, la gente buscará una diversión frívola.
"Un caso escandaloso de esta falta de interés es la caída del Muro de Berlín. Un hecho histórico, de proporciones colosales y además inesperado. No era un gran evento televisivo, pero se podría haber explicado, discutido. En cambio, la gente prefirió ver el beisbol y las cadenas estadunidenses se retiraron y argumentaron que al público no le interesaba. Claro, no le interesaba porque nunca explicaron cuál era la importancia del problema. Así que la culpa de que exista un público ignorante y mal informado es de las televisoras, porque son ellas quienes crean a los consumidores.
-¿Qué valores debería tener un canal de estas características frente a una sociedad globalizada y saturada de información?
-La universidad debe tener capacidad de difundir programas serios, competentes; presentar diversas opciones de pensamiento, alternativas sobre problemas y temas culturales. El mejor instrumento para esto es la televisión cultural. Es importante que este instrumento exista como instrumento universitario.
"La libertad de información, en principio, existe, pero no se ejercita. Hay que romper el círculo vicioso de la audiencia. La audiencia es importante para la televisión comercial, pero la televisión cultural no debe tener esta postura, tiene que concentrarse en su deber. Si logra 3 por ciento de audiencia, es mejor que nada; si logra 4 por ciento, aún mejor; si logra una audiencia mayor, qué bien, pero decir que no debe existir porque el público es insuficiente, es vergonzoso, bastante vergonzoso."
-En Homo videns, el análisis profundo de la sociedad teledirigida, usted alerta sobre los peligros del impacto que tiene la televisión en la sociedad contemporánea y los riesgos de convertirnos en una generación digital. A casi una década de haber publicado esta tesis, ¿cuáles son sus observaciones?
-Cuando digo que la televisión es un desastre, que produce un animal mentalmente empobrecido, esto debe tomarse como alerta para combatirla.
"Es un hecho que la tecnología no se puede detener, pero debe quedar claro que se trata de un instrumento por sí mismo neutro, que puede ser usado para bien o para mal.
"No me opongo a la tecnología, sino a su utilización, que -según yo- es catastrófica desde el punto de vista social y civil. Ahora hay más conciencia, pero es necesario pasar a la acción y la iniciativa de la UNAM resulta de una importancia extraordinaria para toda Latinoamérica, porque si una gran universidad se empeña en esto usando la tecnología actual, quiere decir que entiende la importancia de ese instrumento e interviene sobre el mercado del conocimiento transmitido por televisión. Esto es un progreso extraordinario".
-¿Qué piensa de esta iniciativa y qué le augura a Tv UNAM en esta etapa?
-No sólo estoy contento por este desarrollo, por esta iniciativa y esta nueva capacidad de difusión. Mi augurio es que se logre y, según yo, las personas están ahí para hacerlo.
"El efecto multiplicador de este suceso resultará extraordinario, porque implicará la movilización del mundo académico. Se puede y se debe hacer, no es una cuestión de audiencia, es una cuestión moral.
"Tenemos que buscar la manera de hacer una televisión que sirva para educar a los hombres. Es mi augurio", concluye el escritor y politólo.