Usted está aquí: martes 15 de noviembre de 2005 Política El hombre sin trabajo

José Blanco

El hombre sin trabajo

De acuerdo con la nota de Juan Antonio Zúñiga y Víctor Cardoso, publicada por La Jornada el pasado 12 de noviembre, "cifras oficiales dadas a conocer por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) indican que la desocupación abierta ha tenido un crecimiento de 169.5 por ciento durante el gobierno del presidente Vicente Fox, periodo en el cual se han integrado al desempleo pleno más de un millón de personas".

Decía el viejo Marx que por medio del trabajo los hombres ponen la naturaleza a su servicio, la humanizan y al mismo tiempo se elevan sobre ella: se humanizan a sí mismos. Si el trabajo es autoexpresión del hombre y del proceso de su autodesarrollo (fuente directa del conocimiento) tendría que ser fuente de satisfacción, pero pierde esta posibilidad en el proceso de su conversión en mercancía. Pero le quedan recursos: organizaciones auténticas para su defensa, crecimiento de la conciencia por un mundo mejor.

El hombre sin trabajo es llevado a una escala inferior; es socialmente ninguneado, es borrado como hombre, es volverlo nada. Un ser deprimido, con nula autoestima, sin poder estar frente a la oportunidad de acumular experiencia laboral y conocimientos empíricos, según su temperamento y carácter huirá por lo caminos de la delincuencia o del alcoholismo, o se hundirá en un mundo lumpen subhumano.

Muchos evadirán a toda costa ese destino brutal y engrosarán las filas salvadoras de la emigración jugando con la muerte en el paso a la tierra prometida, donde hallarán pan que llevarse a la boca y remitir una parte de lo ganado a sus seres queridos, trabajando bajo alta intensidad en un espacio hostil de discriminación racial permanente.

De acuerdo con datos del INEGI en 1990 una cifra equivalente al 17 por ciento del incremento natural de la población emigró (con mucho hacia Estados Unidos), y esa proporción no ha dejado de crecer hasta llegar a casi 20 por ciento en 2005. Se fueron porque aquí no hubo una plaza de trabajo para ellos, como no la hay para la alta proporción de los desempleados. Hemos sido incapaces de crear las plazas de trabajo para los desocupados de hoy que mañana serán más, ni para los millones que se fueron.

Perogrullo sabe al dedillo que el crecimiento económico requiere hoy infraestructura moderna (puertos, aeropuertos, caminos y comunicaciones, tan precarios hoy en el país), una PEA altamente formada y capacitada para la era del conocimiento y la información, y una política específica para corregir la extrema desigualdad socioeconómica que genera mercados estrechos y concentrados que mantienen la injusticia social y obstaculizan el desarrollo. El Informe sobre desarrollo humano 2005 (PNUD) afirma que 5 por ciento del ingreso de la quinta parte de los hogares más ricos de México serviría para sacar de la pobreza a 12 millones de mexicanos.

Perogrullo sabe bien que ésas son las condiciones mínimas para que haya inversión y, por tanto, creación de empleos, y aumente así el ingreso. También sabe que el actual marco de relaciones internacionales es adverso al crecimiento de los países subdesarrollados; Perogrullo lo sabe: no habrá acuerdo en la OMC porque los ricos seguirán subsidiando la agricultura y, por tanto, no habrá acuerdo sobre el ALCA con las actuales asimetrías, pese a la mise en scène del amor apasionado de Giacomo Fox Casanova, rodilla en tierra, declarado al Mercosur. No habrá acuerdo sobre el ALCA aunque haya sido una propuesta de las propias naciones latinoamericanas a Clinton en la primera cumbre de "las Américas" en Miami, en 1994; aquella propuesta se dio en el marco de la en su momento tan entusiasta, como ominosa por sus resultados, imposición ideológica del Consenso de Washington.

No tienen caso quejarnos del trato infame que nos dispensa el gobierno estadunidense. Es un dato del mundo real, del que hay que partir para resolver nuestros problemas. Es un hecho que no supimos aprovechar todas las potencialidades del TLC y China ya se nos adelantó. Es verdad que hay capítulos de este instrumento que fueron mal negociados. Pero nuestra productividad no avanzó como debiera haber ocurrido, entre otras cosas porque no llevamos a cabo lo que era menester organizar para convertirnos de una vez por todas en un país con alta educación y alta productividad en todas sus ramas de actividad económica. No hemos sido capaces ni de poner sobre sus pies el nivel educativo básico, a efecto de contar con una base sólida para capacitar para la vida, y formar con amplitud en la alta educación superior.

Pasan los lustros y la clase política continúa tomando decisiones "políticas" para la educación básica "negociando" con ese horror salido de la cabeza de Lovecraft que es el SNTE, en lugar de tomar decisiones educativas para la formación y la capacitación de la población.

Ciertamente Perogrullo sabe muchas cosas más que la clase política y debiéramos convertirlo en mentor de dicha clase. De otra suerte continuaremos produciendo lo que sí sabemos hacer: muchos hombres sin trabajo.

 
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