Malena Durán, Eugenia León y Negro Ojeda, invitados
Mendoza, Haro y Marcial festejan 10 años de compartir la bohemia
Ampliar la imagen David Haro, Marcial Alejandro y Rafael Mendoza, trovadictos FOTO Francisco Olvera Foto: Francisco Olvera
La vida tiene sus problemas, pero mientras haya vida... todo va bien..., cantaron al unísono los trovadictos Rafael Mendoza, David Haro y Marcial Alejandro al iniciar su concierto-festejo el pasado sábado, que duró tres horas y en el cual compartieron con el público la amistad bohemia hecha canciones, que los ha unido a lo largo de 10 años, en bares y foros de la República Mexicana y del extranjero.
A las 22:40 horas, los haces que rebotaban de las maderas lustrosas de sus guitarras encandilaron a varios, sobre todo a los sentados en las primeras filas. Ante unas fallas de sonido, Marcial Alejandro bromeó al decir que tales yerros se debían a que "el Diablo no existe; es Dios el que anda borracho".
Lo expresado marcó el tono del recital de los tres carnales que se echaron el típico volado para decidir quién comenzaba y marcaba el ritmo. El disparejo lo ganó -con sol- Haro.
Entre sones, rancheras y boleros
De ahí en adelante todo fue una charla de tres. A un son siguió una ranchera, o un bolero, siempre con letras pensadas. Muchos de los asistentes se sabían las letras y las cantaron. Apenas musitaron, para sí, alguna frase que les revivía algún hecho de su vida, un pensamiento para alguien que lejano en el espacio está presente en la mente, sellado.
Recuerdos de 10 años, del trajín de conseguir contratos, de los largos trayectos en carretera, del llegar, aposentarse, cantar, dormir y tomar el camino de regreso. Una y otra vez. Del bar Los Intimos y antes en El Arcano, festivales...
Mendoza reivindicó la dimensión creativa de la trova, el esfuerzo de ingenio y experiencia que exige. Dedicó lo que siguió a Mendoza y Haro: "Para mis dos compañeros, quienes en 10 años han aguantado mi carácter". Esa noche se celebraron 10 años de bohemia, de un experimento que nació espontáneo, "de una broma", y que creció hasta hacerse serio, "un compromiso", dijo.
Rafael Mendoza dijo que iban las de amor. "Me están doliendo los labios de tanto pensar en ti." Es el amor y sus múltiples aristas. Marcial interpretó Ven, súplica sencilla pero dolorosa, que al final él modifica con un grito: "¡Ven, no seas méndiga!"
Un punto de vista sobre una pregunta eterna: "¿Qué es el amor?". Mendoza formuló a su manera: "¿Con qué palabra nombro tanto amor?"
Cuando Haro interpretó Color morena la piel el concierto ya estaba a tono. Un poco de bravío: "Hermosa flor de pitaya... que habiendo tanta potranca... ¡sólo por la mía relincho!", que Marcial modificó por "¡sólo por la mía... rebuzno!" Mendoza respondió con una ranchera y Haro con Si morir es dormir. Marcial: "Dos caderas frente a frente sólo pueden hablar de amor". Un duelo de frases: "No es fácil arañar la piel del cielo".
Luego una "presencia remota": Oscar Chávez, quien por estos días se halla en Argentina "abriendo brecha". Se proyectaron tres videos en los que el Caifán interpreta una pieza de cada uno de los bohemios.
Una trova bluseada
Prosiguió Mendoza con "díme una mentira que la vida es una absurda realidad". Al piano, Leonardo Sandoval. Se escuchó un blues trovadoresco o una trova bluseada. Marcial presentó a Malena Durán, quien cantó acompañada de Angel Chacón en la guitarra. Expresó que el trío de bohemios "son los culpables de que me dedique a la trova".
Cantó Lo sabemos (que vendrá en su segundo disco) y La fiera, de Marcial. La pieza 17 de la noche la interpretó el flaco Salvador Negro Ojeda. Antes de cantar dijo de sus tres amigos: "En mis 60 años de carrera han sido puntales. Interpretó Que me lleve la tristeza, de Marcial.
Marcial expuso: "Dios no es una religión... en un mundo de mortales sigue tú siendo eterno". Entró el pianista Omar Guzmán y acompañó a Eugenia León, con Luz. Cerró con La laguna del ostión, de Haro, que incluirá en su próximo disco.
Acabaron en coro todos los participantes, menos Eugenia León, con ¿Qué me pasa?, de Mendoza, que se ligó con No voy en tren -"por El Pelusa"-, de Charly García, y ésta con Oye cómo va, de Santana. Cerró el telón y la bohemia inició un camino de otros 10 años.