Enrique Ortiz, de la Coalición Internacional Habitad
Especulación con el suelo expulsará a pobres del DF
Incorrecto, el procedimiento para aplicar el bando 2, dice
El Distrito Federal puede transformarse en una ciudad con altos niveles de segregación social si no se hace nada para frenar la especulación del suelo urbano y la vivienda nueva en las delegaciones Cuahtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza, donde los precios de las casas son tan elevados que terminarán por expulsar a los sectores pobres de esas localidades, advirtió el presidente de la Coalición Internacional Habitad, Enrique Ortiz Flores.
Y es que si bien el bando dos fue necesario para detener el crecimiento de la mancha urbana hacia las zonas de reserva ambiental, las cuales dan sustento a la ciudad de México, el procedimiento que se utilizó para aplicarlo no fue el correcto, y provocó que desde su anuncio el precio del suelo se disparara a más del doble en esas demarcaciones, indicó.
El bando dos -que restringió la construcción de vivienda en esas cuatro delegaciones ubicadas en el centro de la ciudad- "no fue una política con instrumentos de regulación, control, fomento y desarrollo, elementos que debe contener una política pública, por ello, tras su emisión, "las fieras se han desatado sobre la tierra", afirmó el especialista.
La consecuencias pueden ser muy claras: "si uno prohíbe que la gente se establezca en las delegaciones periféricas y en el centro no se puede acceder a la vivienda, entonces ¿dónde va a vivir la gente?
De no corregirse esto el objetivo de la política, que es bueno, lo que podría motivar es que se repitieran prácticas como la invasión de predios en zonas de reserva o vulnerables a desastres provocados por fenómenos naturales, porque mucha gente se instala donde puede. "Es por eso que creo que aunque la política es buena, en cuanto a que su objetivo era evitar el crecimiento urbano hacia las zonas de reserva, el procedimiento ha sido malo" añadió.
Ortiz Flores dijo que existen diversos instrumentos para corregir el procedimiento, pero tiene que haber voluntad política para ello, ya que si la tierra se concibe como mercancía y su regulación se deja al libre mercado, "esto no va a ser posible".
Entre otras regulaciones, consideró que el Estado puede apropiarse de la plusvalía que genera la inversión pública que se destina a vivienda, así como de lo que se produce por la generación de suelo, para luego con ello atender la demanda habitacional de la gente pobre, con un programa que disponga de suelo barato, bien trazado, con tenencia segura y equipado a fin de impedir el caos provocado por el descontrol en el precio del suelo.
De no encontrar mecanismos de regulación sobre éste, lo que se está fabricando es una ciudad segregada, pues desde el momento en que los terrenos con mayor potencialidad pueden ser adquiridos baratos por compradores, para después construir en ellos edificios de "cierta calidad" para subir el precio del suelo y obtener grandes utilidades, lo que se obtiene es una tendencia a expulsar a los pobres de las zonas céntricas donde residen.
Respecto de la presión que ya se está dando sobre habitantes de colonias populares como la Anáhuac y la Pensil, por parte de inmobiliarias interesadas en ampliar Polanco, la zona elegante de la ciudad, la delegación Miguel Hidalgo habla de que es posible "reciclar" a 70 de las 80 colonias populares en esa localidad.
Señaló que "esa es una presión en la que los más pobres van a ser expulsados porque mucha de la vivienda que se va a construir ahí, por más que se diga que va a ser para la gente del barrio, esto no va a ser posible porque para acceder a una vivienda de interés social, que se las ofrecerán cara, se tiene que solicitar un crédito; sin embargo, en su mayoría las personas que radican en estas colonias no son sujetas de crédito, simplemente porque están al margen de la seguridad social y no cuentan con Infonavit o Fovissste; son personas que pertenecen a nada y que van a ser expulsadas".
Indicó que mientras las autoridades no hagan nada para regular el precio del suelo y no intervengan, los inversionistas continuarán convirtiendo la vivienda en mercancía que se puede volver escasa, indicó.
No obstante, advirtió que tanto la tierra como el agua no se pueden manejar con la teoría de la escasez, "al transformarlas en mercancías escasas, de que el que tiene dinero las puede comprar y el que no tiene o cuenta con poco dinero se tiene que conformar con lo peor", agregó.
La más pura expresión de esto la reflejan los fenómenos naturales y los desastres que se desprenden de éstos, porque les pegan más fuerte a los pobres.