Usted está aquí: domingo 6 de noviembre de 2005 Opinión ¡México debe repudiar el bloqueo genocida a Cuba!

Guillermo Almeyra

¡México debe repudiar el bloqueo genocida a Cuba!

En la votación en la Organización de las Naciones Unidas sobre el bloqueo estadunidense a Cuba nuestro país debe asumir una posición independiente y principista, así como repudiar, por las razones expuestas más adelante, esta violación de la legalidad internacional que configura el delito de genocidio.

La tesis sobre la responsabilidad colectiva de los pueblos por las posiciones políticas de sus líderes es una tesis nazi que Estados Unidos ha hecho suya después del fin de la guerra y durante casi cinco décadas.

El bloqueo es genocida según la Convención de Ginebra de 1948 (inciso c del artículo II sobre la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio) que define como tal "(...) los actos perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso".

El bloqueo es un acto de guerra inaceptable en tiempos de paz y sólo posible en una situación bélica, según lo estableció ya en 1909 la Conferencia Naval de Londres, en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

El bloqueo es una conspiración criminal, ya que un informe secreto del Departamento de Estado de Estados Unidos (Department of State: Foreign Relations of USA, vol. VI, 1991, pág. 886), elaborado el 6 de abril de 1960, fija como objetivo de esa agresión "(...) negarle dinero y suministros a Cuba para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno", todo lo cual Estados Unidos ha llevado a cabo puntualmente, mechado además con agresiones militares (como la de Playa de los Cochinos o Playa Girón) y con la organización de atentados terroristas contra Fidel Castro, los bienes y los ciudadanos cubanos.

El bloqueo es un atentado contra México y contra todos los países que ejercen su derecho legítimo a vivir en paz con Cuba, a comerciar con ese país, a tener con el mismo relaciones turísticas, culturales, deportivas, científicas o de cualquier otro tipo, ya que sanciona a quienes no acaten las ilegales y unilaterales disposiciones estadunidenses, como las leyes Helms-Burton o Torricelli, según la cual un buque de otro país que toque un puerto cubano no podrá atracar en Estados Unidos antes de obtener un nuevo permiso y de que pase medio año.

El bloqueo es un acto de descarnada ilegalidad y prepotencia imperialista, mediante la cual un país, basado sólo en su superioridad militar, unilateralmente y violando el derecho internacional se arroga la facultad de determinar cuál debe ser a su juicio el gobierno de un país soberano y de pisotear, en consecuencia, el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Es la siniestra continuación de la famigerada Enmienda Platt por otros medios.

El bloqueo ignora y pisotea la soberanía de los pueblos latinoamericanos y su unidad de destino, establecida desde la lucha común por la independencia ante las potencias colonizadoras. En los hechos, es un ataque contra todos los latinoamericanos, porque nadie podrá ser libre mientras una potencia colonialista e imperialista oprima un rincón de la tierra común y a un grupo de hermanos. La infamia del carácter colonial de Puerto Rico pretende repetirse en el caso de Cuba. Estados Unidos ha nombrado ya, oficialmente, siguiendo el ejemplo de la ocupación de Irak, un gerente-administrador para una "transición" (léase derrocamiento del gobierno cubano) que coincidiría con la ocupación militar de la isla y el desmantelamiento de todas sus conquistas sociales, culturales, científicas y deportivas. El bloqueo es la viga maestra de ese plan recolonizador.

El bloqueo se opone a la democracia tradicional de México y al sentimiento común de los pueblos latinoamericanos, que no se refleja en la composición de ese ministerio de colonias estadunidense que es la Organización de Estados Americanos. México armó y apoyó a César Augusto Sandino, se opuso a la invasión de Playa Girón, se opuso igualmente a las agresiones y la guerra virtual de Estados Unidos contra el gobierno sandinista de Managua. Salvo prueba en contrario, forma parte de América Latina y debe reconocer el Pacto de Río de Janeiro, mediante el cual ningún país latinoamericano puede apoyar a una potencia colonial contra otro país latinoamericano (sólo violado por las fuerzas armadas de Pinochet durante el conflicto de las Malvinas). En la guerra de Washington (no del pueblo estadunidense) contra el gobierno y el pueblo cubanos sólo una posición es admisible: el apoyo irrestricto al derecho a la autodeterminación de Cuba, el repudio claro y contundente al bloqueo y otras agresiones imperialistas.

El bloqueo es particularmente inmoral porque sus víctimas principales son los niños a los que pretende hambrear y cuya educación piensa impedir, los ancianos a quienes les impide tener medicinas, los enfermos que no pueden contar sino con los recursos que la isla, heroicamente, y con magnífica creatividad, produce por sí misma. Para colmo, el gobierno de Estados Unidos es el principal responsable del recalentamiento de los mares, con huracanes cada vez más devastadores y numerosos, y de la elevación del nivel de los mares, lo que provoca que el agua salada destruya las costas de un país pobre y bloqueado.

El bloqueo ha causado, hasta ahora, a una población de poco más de 11 millones de habitantes, pérdidas por 82 mil millones de dólares (unos 8 mil dólares por persona) dificultando el desarrollo cubano, causando escasez y desigualdades artificiales. Es ilegal, inmoral, infame, brutalmente violatorio de todas las normas internacionales. México, por tanto, debe rechazarlo, condenarlo, romperlo, ignorarlo, en nombre de la solidaridad latinoamericana, de la decencia, de su propia lucha por la independencia.

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