El descenso del PRI
Una encuesta que se publicó recientemente muestra cambios en la opinión ciudadana que es importante considerar. La parte que más atención recibió nos muestra que la candidatura de Roberto Madrazo por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) bajó, en preferencias de voto, de 25 por ciento en agosto, a 21 por ciento en octubre. Esos cuatro puntos porcentuales de baja quedaron repartidos. Por un lado, Felipe Calderón por el Partido Acción Nacional (PAN) subió dos puntos, de 20 a 22 por ciento en el mismo periodo (en agosto Creel era el candidato sobre el que se hizo la encuesta). Por otro, Andrés Manuel López Obrador por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) aumentó sus preferencias de 40 por ciento en agosto, a 42 por ciento en octubre.
La diferencia entre López Obrador y el segundo lugar, que ahora es el PAN con Calderón, es de 20 puntos porcentuales. La ventaja es muy considerable. Y el PRI con Madrazo pasó al tercer lugar, aunque la diferencia con el PAN es muy pequeña, y para el margen de error de una encuesta de esta naturaleza, casi se podría hablar de un empate. Un riesgo muy importante para el PRI es el proceso, ya iniciado aunque por ahora en escala relativamente pequeña, de salida de afiliados reconocidos de este organismo, hacia el PAN o hacia el PRD.
Faltan ocho meses para las elecciones y en ellos pueden pasar muchas cosas. Pero la actual situación es un factor muy importante. Y no es todo lo que la citada encuesta nos muestra.
Esta incluye también otras preguntas al público consultado. Se interrogó a cada posible elector si se consideraba priísta, panista o perredista. Y se cruzó la información con la anterior, de preferencia de voto. A partir de ahí, se muestra por quién votarían los ciudadanos afines a cada partido. Y los datos resultantes no tuvieron tanto nivel de difusión.
Así, el candidato del PAN tuvo, ahora, la preferencia de voto de 63 por ciento de los panistas; de los otros, 22 por ciento de esos panistas votarían por López Obrador. Madrazo y el PRI tendrían el voto de 68 por ciento de los priístas, y del resto votarían por López Obrador 18 por ciento del total. El ex jefe de Gobierno del DF tendría el voto de 92 por ciento de los perredistas, más los ya mencionados, pero también 51 por ciento de los que manifestaron la preferencia por "otro partido", y 45 por ciento de los que dijeron que ningún instituto político contaba con su preferencia.
Es interesante el total de los que se identificaron con cada partido, y cómo cambió entre agosto y octubre. Los que se consideraron panistas bajaron de 22 por ciento del total de encuestados a 19 por ciento. Los priístas descendieron de 30 a 21 por ciento, con una baja de casi un tercio. Y los perredistas permanecieron en 14 por ciento, también entre agosto y octubre. Los que se identificaron con "otros partidos", en su conjunto fueron el uno por ciento en ambos casos. Y los que no se identifican con ningún partido pasaron de 33 por ciento en agosto, a 45 por ciento en octubre.
El gran perdedor en este periodo es evidentemente el PRI. Esto tiene que ver con el deplorable espectáculo que dieron sus precandidatos en las semanas más recientes. La "quemada" de Elba Esther Gordillo, la no fácilmente explicable fortuna de Arturo Montiel y sus hijos, el hecho de que se usara el lodo como arma de lucha "ideológica" entre los precandidatos, contaron mucho en este resultado.
En cuanto al PAN, si bien subió dos puntos porcentuales a costa del PRI, perdió en identificación partidista, al bajar alrededor de 15 por ciento en el porcentaje de ciudadanos que se consideran panistas. Los partidos chicos, ni uniéndose, podrían alcanzar el 2 por ciento necesario para conservar el registro.
El PRD se mantiene en cuanto a porcentaje de ciudadanos que se identifican con él. Su candidato, López Obrador, avanza a un nivel en el que, con 20 puntos de ventaja, se coloca como puntero sin rival cercano, al menos en el corto plazo. La pugna se ve más entre el PRI y el PAN por el segundo lugar, y de ellos el ganador se enfrentaría con el puntero.
López Obrador tiene otra ventaja. Cuenta con un proyecto alternativo articulado, expresado en los 50 compromisos. Los otros candidatos están lejos de tener algo similar. El terreno en el que se pelearon con otros precandidatos de sus respectivos partidos no fue precisamente el programático, el de las alternativas políticas. Especialmente en el caso del PRI, fueron ataques mutuos. Y de esto se desprende por lo menos una parte de los cambios que estamos analizando.
Los partidarios de un verdadero cambio debemos buscar un aumento adicional en la predilección por el proyecto alternativo. Un aumen- to que no sólo consolide e incremente la ventaja que lleva López Obrador, sino que asegure una mayoría en las cámaras legislativas en favor de este proyecto.