4A. CUMBRE DE LAS AMERICAS
El Ejecutivo, cowboy de EU, reporta la prensa en Argentina
Mar del Plata, 5 de noviembre. Expresando su preocupación por la imposibilidad de lograr acuerdos en el documento final de la cuarta Cumbre de las Américas, el presidente de Estados Unidos, George Bush, viajó a Brasil para una visita oficial.
Según fuentes oficiales, el mandatario expresó que sería "muy preocupante que no salga un consenso de esta reunión". Aunque su anfitrión, el presidente argentino, Néstor Kirchner, lo tranquilizó al despedirlo, el rostro de Bush se veía tenso al subir al avión.
Su partida permitió un respiro a los habitantes de esta ciudad, donde se mantendrán ciertas "zonas de exclusión" hasta que culmine la cumbre. Bush dejó atrás una reunión que continuó por la tarde en un clima complejo. La mayoría de mandatarios prolongaron sus salidas y los funcionarios se veían agobiados por el esfuerzo de encontrar una solución.
Por su parte, el presidente de México, Vicente Fox, partió alrededor de las 18 horas, dejando tras de sí una nueva situación en las relaciones con Argentina, quizás no tan marcada entre gobiernos como a nivel popular.
Esto comenzó a registrarse en diversos análisis periodísticos, que mencionan al mandatario mexicano como una especie de cowboy, un reflejo de Bush y el hombre que separa a su país de América Latina para "jugar el juego" de Washington.
Se habla también de la "torpeza" mostrada por Fox, quien no buscó "refugios diplomáticos" para presentarse como "el elegido" de la administración de Estados Unidos y cumplir un "triste y lamentable" papel, degradando la larga trayectoria de política mexicana independiente.
En tanto, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, retornó a su país para recibir a Bush, pero hasta el último momento continuó trabajando activamente en la línea del Mercosur, aunque con un discurso más cuidadoso.
También partieron los mandatarios de Paraguay, Nicanor Duarte -quien se vio en una difícil situación por sus actuales compromisos con Washington y su apoyo a la integración sudamericana-, y de El Salvador, Elías Antonio Saca, quien desde su llegada mantuvo una defensa férrea del ALCA.
Por su parte, el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, deploró informaciones, según las cuales partió anoche "disgustado" con sus aliados del Mercosur.
En realidad, Uruguay apoyó en todo a los socios de la integración subregional, aunque -como en otras ocasiones- Vázquez actuó con un perfil bajo. Los mandatarios del Grupo de Río aprovecharon, mientras tanto, su presencia en Mar del Plata para aprobar una declaración que recoge los alcances y decisiones adoptados en 2005.
En su carácter de secretaría pro témpore, Argentina impulsó una declaración en la que se reafirma la calidad del Grupo de Río como mecanismo de consulta y concertación política de la región y su carácter de interlocutor privilegiado con otros actores, como la Unión Europea.
Asimismo, se reafirma el "compromiso de la región con principios fundamentales, como el fortalecimiento de la democracia, la protección de los derechos humanos, la preservación de la paz y el respeto internacional", entre otros.
Respaldaron también el papel de los países del grupo mediante la asistencia prestada a Haití a través de la minustah de la Organización de Estados Americanos, y la colaboración para el desarrollo del proceso electoral en ese país caribeño.
En este caso, se pronunciaron por continuar apoyando hasta su asunción al nuevo gobierno, que deberá tomar posesión el 7 de febrero de 2006.
También se decidió la incorporación de Belice al Grupo de Río.