Usted está aquí: lunes 31 de octubre de 2005 Opinión ¿LA FIESTA EN PAZ?

¿LA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Poetas y Paredes

"FUE EL PRIMER poeta que leí", confesó José Emilio Pacheco tras obtener el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, que el pasado 10 de octubre le otorgó el ayuntamiento de Granada, España, por "la intensidad y calidad de su obra poética y por la reflexión crítica respecto al mundo actual".

FUERA DE DISCUSION están la intensidad y calidad del trabajo poético, novelístico, histórico y ensayístico de José Emilio, sin embargo, si algo se resiente en la obra pachequiana es que, en la línea de Reyes, Torri, Paz y otros grandes autores mexicanos, nunca se haya interesado por abordar, en contra o a favor, el fenómeno taurino, no obstante que "los poetas deben conocer los oficios de los hombres".

ANTE LO QUE sostiene don Juan Ramón de la Fuente, rector de la UNAM, no fue Lorca un gran aficionado -asistente asiduo a las plazas y conocedor de la técnica y suertes- sino un poeta, dramaturgo y escritor que no tuvo inconveniente en reflexionar en voz alta en torno a uno de los valores culturales de su pueblo, ya en conferencias, discursos, dibujos, artículos o poemas, sobre todo el insuperable Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, su admirado alter ego.

UN GUIÑO DESDE otro plano parece hacerle el alegre Federico a su colega José Emilio al obtener éste el premio que lleva su nombre. Quienes no divorciamos la genuina expresión tauromáquica de la cultura, agradeceríamos infinito un texto de Pacheco sobre el particular. Lorca también seguramente.

DESPUES DE QUE en sus tabernarias respuestas a una revista de mujeres inexpresivas pero encueradas, el promotor de la Plaza México dijo que "a huevo" votará por Beatriz Paredes, la candidata del PRI al Gobierno del Distrito Federal se reunió con aficionados a la fiesta brava, manifestándoles su total apoyo al hoy alicaído espectáculo.

ES UNA LASTIMA que tradicionalmente nuestros políticos sólo se acuerden de la fiesta de los toros cuando andan en busca de votos para, una vez instalados en el anhelado puesto, hacer caso omiso de ese espectáculo si no es para otorgar carta abierta a los autorregulados empresarios en turno.

SALVO EN UNA barrera para recibir brindis, no se recuerda a Paredes particularmente interesada en el discreto acontecer taurino de Tlaxcala cuando fue gobernadora, ni menos estimulando la rica tradición de toros y toreros de esa entidad, mientras que al decir de varios enterados no fue del todo ajena a la operación de invasiones a ganaderías de lidia en ese estado, en tiempos del excesivo presidente Echeverría.

EN TODO CASO, ni con Tulio Hernández, aficionado práctico además de gobernador, ni con Beatriz Paredes, la fiesta de toros en Tlaxcala recuperó algo de la importancia que tuvo durante la primera mitad del siglo pasado. En cambio, durante la gestión del neoperredista Alfonso Sánchez Anaya por lo menos se llevó a cabo una amplia labor de difusión y capacitación a través del Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino, a cargo del reconocido MVZ Javier Arriola.

 
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