Los toros de Fernando de la Mora
El domingo próximo se inicia la temporada grande de corridas de toros con Enrique Ponce, Fermín Rivera, El Zotoluco y los toros de Fernando de la Mora, que gentilmente me invitó a verlos en la propia ganadería. No son los toros de Madrid, mas, para nuestro "carácter" taurino, están bien presentados. En especial, uno, que mucho le gusta al ganadero.
Entre los toros va una vaca temblorosa, transmisora del ritmo de la antigua Tequisquiapan. La vaca canta y canta canciones rancheras añejas, que recuerdan el azul intenso y limpio del Bajío y los crepúsculos en la noche estrellada, en la que contemplamos la corrida que abrirá la puerta de toriles.
Los toros de don Fernando de la Mora son los llamados "artistas" que piden los públicos, los toreros y por ende los empresarios. Astados que cuando traen el ritmo antiguo tienen su estilo. Mezcla de los toros de antes, encastados por todas las demás virtudes y la nobleza o "suavidad" que se exige hoy en día.
En la ganadería se quedará esa vaca y sus vaquillas en angustiosa espera, perdidas en la montaña coronea, rincón de tranquilidad, oasis de frescura, de tupidas hojas que repican los cantos de las cigarras, mientras las vacas esperan, esperan, sabedoras de su destino, si aquel toro, toro negro, regresa indultado del embudo de Insurgentes.
Los aficionados, a su vez, esperan, esperan que surja el toreo soñado, que sólo aparece muy de vez en cuando. ¿Se acoplarán Ponce, Zotoluco, Rivera a la artística embestida de los toros de Fernando de la Mora, ganadero estremecido que sabe del dolor?