Usted está aquí: lunes 31 de octubre de 2005 Opinión Vendrán más huracanes

Iván Restrepo

Vendrán más huracanes

Quienes hace casi 40 años elaboraron el proyecto para establecer un polo de desarrollo en el Caribe mexicano nunca imaginaron en lo que terminaría. La idea original era impulsar esa parte del país por medio de un centro turístico de primer nivel. Los visitantes disfrutarían el hermoso paisaje y la rica herencia cultural de la península de Yucatán, que cuenta con sitios tan imponentes como Tulum, Cobá, Uxmal y Chichen Itzá. La inversión pública se justificaba, pues se transformaría radicalmente una región hasta entonces aislada y se generarían divisas y empleos dignos. Todo parecía un cuento de hadas y, a diferencia de Acapulco, no habría la división tajante entre la ciudad de lujo para los visitantes y aquella donde viven quienes trabajan en los hoteles, restaurantes y demás servicios vinculados con la industria sin chimeneas. Cancún comenzó a funcionar hace 30 años y hoy es conocido en el mundo.

A Cancún llegaron miles de familias en busca de mejor futuro o, como los indígenas de la península, huyendo de la miseria de sus pueblos. También lo hicieron los especuladores inmobiliarios, quienes adquirieron la mejor tierra y trazaron el destino de la franja litoral. Como es costumbre desde que el Partido Revolucionario Institucional gobierna en Quinta Roo, los funcionarios alentaron y participaron de la concentración de riqueza y establecieron las redes corporativas necesarias para que el modelo funcionara: desde los sindicatos que controlan la mano de obra en hoteles, restaurantes y la construcción, hasta el transporte público, de mercancías y materiales diversos. El nuevo poder económico surgido a la sombra del turismo supo hacer sus alianzas con la administración pública y participar en la política.

El proyecto fue inicialmente tan exitoso que se extendió más allá de lo previsto y pronto surgieron problemas por la ocupación salvaje de la franja litoral y la falta de servicios en la ciudad dormitorio de los pobres. Un primer gran aviso de que algo fallaba lo dio en 1988 el huracán Gilberto, mas los funcionarios y los grandes capitales extranjeros y nacionales ignoraron esa advertencia de la naturaleza. Por el contrario, Cancún siguió creciendo más allá de sus posibilidades mientras se impulsó otra nueva área de especulación: los 120 kilómetros costeros que van de esa ciudad a Tulum. La llamaron Riviera Maya. El gobierno prometió enmendar aquí los errores cometidos y respetar, ahora sí, a la naturaleza y elevar la calidad de vida de la población.

Ocurrió lo contrario: la Riviera Maya creció, y crece, desorbitadamente, sin planificación. Hoy tiene tantos cuartos de hotel como Cancún, que cuenta con 28 mil. El poder del dinero, en ciertos casos de oscuro origen, se impuso de nuevo en la mano de los funcionarios corruptos y privatizó lo que era una de las costas más bellas del país. Surgieron las colonias de los pobres, las de los mayitas, a los que se sumaron indígenas de Chiapas, Oaxaca, Puebla y Guerrero. En julio pasado, el huracán Emily azotó la Riviera Maya y fue otra advertencia sobre la necesidad de parar el crecimiento desorbitado y atender a los pobres. El gobierno y la iniciativa privada la ignoraron.

Ahora Wilma deja su secuela de destrucción y devela al mundo los errores cometidos. El presidente Fox atribuyó los problemas al antiguo régimen, pues los gobiernos priístas alentaron la destrucción del medio y se aprovecharon de la especulación territorial y la inversión pública y privada. Pero cabe recordar que al inicio de esta administración el entonces secretario del Medio Ambiente, Víctor Lichtinger, intentó poner orden en Cancún y la Riviera Maya. No lo logró por la oposición surgida en el propio gabinete y por la fuerza del nuevo poder económico regional y su fiel aliado, el PRI estatal y local.

Los grandes empresarios piden al gobierno apoyo sin límite para reanimar el monstruo que crearon; para lograrlo solicitan hasta préstamos internacionales, que después todos pagaremos. Las familias pobres damnificadas están al final de la agenda y se pasa por alto revisar un modelo de crecimiento turístico que ya mostró sus graves fallas. De nuevo se olvida la lección. Vendrán más huracanes.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.