Usted está aquí: lunes 31 de octubre de 2005 Política En la carrera

Armando Labra M

En la carrera

La carrera presidencial sigue dando sorpresas. El jueves por la mañana una encuesta telefónica del programa del señor Trujillo indicaba que entre los dos precandidatos del PRI, Everardo Moreno reunió casi 90 por ciento de las respuestas afirmativas sobre quién debería ser el candidato de su partido.

Nos guste o no, el camino mexicano hacia la democracia sigue cruzando por el PRI, sea para avanzar pero lo mismo para estancarse, retroceder o sufrir cualquier desviación. Lo aconteceres recientes dentro del tricolor muestran que su capacidad de contribuir al avance positivo de la democracia en nuestro país son exiguas. Más allá de los protagonistas específicos, pareciera que en el Revolucionario Institucional predomina, hasta ahora, lo peor sobre lo mejor, pudiendo no ser así. Sin duda en ese partido existe un elenco variado y destacado, para las buenas y malas razones, pero, como suele suceder en la economía, la moneda viciosa tiende a desplazar a la buena.

El horizonte está aparentemente mezclado. En el caso del PAN la carrera se ha perfilado hacia un candidato interno de unidad que ha liberado a su partido de otros aspirantes de etiqueta ciertamente perdedora. No que Calderón vaya a ser el próximo presidente. Su aparente deslinde del foxismo es tardío y quizás compensado adversamente por el inacabable pertrecho de despropósitos y dislates presidenciales. El deslinde más que unificar dividirá, no tanto a los panistas como al voto ciudadano proclive a la derecha. Como sea, de Calderón se vislumbran actitudes hasta ahora, pero no ideas.

De otra parte, AMLO sigue una ruta de movilizaciones exitosas que lo mantiene muy al frente de sus adversarios y que a no dudarlo habrán de acarrearle muchos votos de los indecisos y los abstinentes electorales. Va como la liebre del cuento, y sólo que se duerma lo rebasarán las tortugas opositoras.

Si México fuera una democracia transparente y ejemplar hasta ahí daría el análisis, pero no. Falta poner sobre la mesa la persistencia de los aparatos electorales de los partidos, ésos que funcionan por debajo del nivel de flotación. La mezcla de corrupción electoral y tecnología ha hecho ya estragos y puede dar la voltereta a cualquier expresión de la voluntad popular inserta en las urnas. Si agregamos la manipulación y el negocio mediáticos, tenemos enfrente una singularidad antidemocrática real y afrentosa que todos los partidos comparten. Es parte de la competencia política mal entendida, pero bien deformada por todos.

El horizonte político se apreciaba gravísimo de cara al proyecto de presupuesto de egresos enviado por el Ejecutivo a la Cámara de Diputados en septiembre, que implica menores recursos públicos respecto al presente año. En cualquier país, una propuesta presupuestal que decrece provocaría la caída de cualquier régimen. Hasta que finalmente la propia Cámara aprobó, la semana pasada, ingresos superiores en más de 90 mil millones de pesos a los originalmente propuestos por el Ejecutivo, comenzó a distenderse lo que ya se veía venir como otra cena de negros similar a la que ocasionó la controversia constitucional que apenas concluyó este mes.

Al pasar de 1.8 a 1.9 millones de millones de pesos los ingresos públicos, al menos el gasto público no decrecerá, pero tampoco aumentará en medida suficiente para alcanzar las metas sexenales ni las necesidades de crecer, emplear, exportar y distribuir. Las previsiones del crecimiento económico para 2005 y 2006 están siendo sometidas a revisiones hacia la baja, y si bien la coyuntura presupuestal se ve más tersa que el año pasado, persisten algunas circunstancias de incertidumbre que no debemos soslayar.

Por una parte, no existe claridad respecto a cómo el gobierno federal resolverá en 2005 y 2006 la caída de la actividad económica por la falta sostenida de inversiones productivas, más lo que llegue a sumar el impacto de los recientes huracanes en el sector turismo. El esfuerzo por resarcir lo destruido abre la oportunidad de nuevas inversiones menos nocivas para el medio ambiente, como muchas de las que fueron destruidas por Stan y Wilma. Se requiere, claro, no sólo dineros, sino estrategias, al menos de mediano plazo. No hay noticias al respecto.

Tampoco -y eso es peor aún- se tiene noticia de cómo resolverán o qué plantean respecto a esas mismas interrogantes los partidos y los suspirantes a la presidencia. La ausencia de ofertas políticas sigue siendo dramática y lamentable. Si no los aspirantes, al menos los partidos ya deberían exponer sus plataformas ideológicas y políticas a la nación para que los ciudadanos puedan discernir sus analogías y diferencias, y después, la aptitud de los candidatos que resulten para llevarlas al cabo.

Por ahora la carrera se torna, más que en una competencia, en despiadada contienda por encima, pero más aún, por debajo del agua. Aquilatarla con certeza requiere más, mucho más que un simple esnórquel.

 
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