Usted está aquí: lunes 31 de octubre de 2005 Opinión ASTILLERO

ASTILLERO

Julio Hernández López

Pablazos

Policías y cárcel para periodistas de Chiapas

(Nueva) Discriminación contra el Soconusco

"Insólito valor" de Everardo Moreno

PABLO SALAZAR MENDIGUCHIA será recordado, como Vicente Fox, por la gran desilusión que generó entre los ciudadanos al frustrar las esperanzas de un verdadero cambio político al relevar al PRI en el poder. Además, el actual gobernador de Chiapas será recordado como un aplicado represor del ejercicio periodístico. El más reciente Pablazo se produjo el jueves, cuando nueve agentes estatales cumplieron con extraordinaria celeridad una orden para "presentar" ante autoridades judiciales a Enrique Zamora, director de El Orbe, diario que se edita en Tapachula. Durante 12 horas fue interrogado Zamora, a partir de una denuncia por difamación que a través de su representante jurídico interpuso el propio gobernador. La acusación contra el periodista -que ya está en libertad, al menos provisionalmente- surge por haber publicado señalamientos críticos respecto de la manera en que se reparte la ayuda a damnificados por el huracán Stan (maltratos a los solicitantes y sospechas de corrupción), en especial de parte de la presidencia municipal que ocupa Angel Barrios Zea.

SALAZAR MENDIGUCHIA puede utilizar contra los medios de comunicación a policías y al aparato de la fiscalía estatal (ocupada por el temible Mariano Herrán Salvatti) porque oportunamente hizo acomodar las leyes locales a sus propósitos intimidatorios, abriendo la posibilidad de que presuntas difamaciones periodísticas sean enfrentadas por la vía de la fuerza pública y la cárcel (yendo así Chiapas en sentido contrario a la mayoritaria corriente mundial, que reserva la vía civil, y no la penal, para investigar y, en su caso, castigar las presuntas pifias o excesos de los periodistas). Esa ley mordaza fue la coronación jurídica de una larga campaña de ataques a medios que hasta antes de El Orbe había sido especialmente dirigida contra el diario Cuarto Poder, de Tuxtla Gutiérrez, cuyo director, Conrado de la Cruz, ha sufrido acoso fiscal y judicial en su persona, familia y empresa editora. Un articulista de Cuarto Poder, Angel Mario Ksheratto, había sido detenido durante dos horas el pasado 12 de octubre a cuenta de un expediente judicial de "difamación" armado igualmente a Pablazos. El ambiente de acoso es tal que incluso horas antes de apresar a Enrique Zamora, director de El Orbe, dos columnistas de ese diario habían sido interceptados por policías estatales que registraron sus vehículos, hicieron preguntas varias y luego los dejaron en libertad. Ese ambiente profundamente adverso a la prensa ha permitido también que se produzcan amenazas no esclarecidas contra la editora de La Foja Coleta de San Cristóbal de las Casas, doña Concepción Villafuerte, viuda de don Amado Avendaño.

PERO HAY EN ESTA OCASION algo que va más allá de las causas personales que motivan el encono del gobernador de Chiapas contra la prensa (un punto importante de desencuentro fue la información difundida en junio de 2000 de que Salazar Mendiguchía se hacía pasar por licenciado en derecho sin serlo) y que está por encima, desde luego, del hecho innegable de que el ejercicio mediático no puede ni debe servir de escudo de empresarios, directivos, columnistas, reporteros o periodistas en general, en busca de impunidad frente a evidencias de enriquecimientos oscuros, abusos o agravios cometidos contra la integridad de las personas. En el fondo de las maniobras represivas pablistas está el hecho de que la zona históricamente independista del Soconusco exige que se produzca una declaración de zona de desastre en términos reales y amplios, no condicionados y restrictivos, y que, así como se ha hecho en Quintana Roo, específicamente en la zona de Cancún, haya exenciones y condonaciones de pagos de impuestos, así como otras medidas fiscales y financieras de apoyo que hagan sentir a los pobladores de la región con cabecera en Tapachula que son tratados de manera equitativa y no discriminatoria por el gobierno federal foxista, tan amable con empresarios y hoteleros cancunenses pero desatento y desmemoriado respecto de la separatista zona del Soconusco (otra consecuencia dañina del mal gobierno pablista está siendo la resurrección política de Roberto Albores Guillén -el croquético ex gobernador provisional priísta-, que pretende regresar al poder aprovechando los yerros de quien en 2000 le echó de la silla tuxtleca a patadas electorales).

ASTILLAS: El madracismo hizo a Everardo Moreno co-brar plena conciencia del insólito valor político que la salida de Arturo Montiel le permitió ganar. Cuando menos tres enviados de buen nivel trataron de convencer al improbable aspirante oaxaqueño de que dejara de una buena vez el camino libre al inevitable ganador que será Roberto Madrazo. Pero ello nada más hizo ver la nueva importancia de su papel al precario precandidato -que no cumple siquiera con uno de los requisitos fijados por la convocatoria, pues no ha tenido cargo de elección popular, aunque se le permitió hacer pasar como tal una suplencia no ejercida de diputado federal. Ahora Moreno está empecinado en llegar al final de la elección interna contra Madrazo, y ello preocupa al tabasqueño, no por una posible derrota -escenario que el madracismo descarta por completo-, sino por el hecho de que el desánimo competitivo hará imposible al mapachaje fijar una base alta de presuntos votantes, lo que podría mostrar públicamente el verdadero peso del infladamente cacareado voto duro del priísmo... El estado de México tiene un peso electoral fundamental para definir al futuro presidente de la República. El encono de los grupos perredistas en esa entidad puede permitir que marrullerías atlacomulcas -antes monsieur Montiel, ahora Enrique Peña y sus aliados como Chuayffet- compliquen el escenario a Andrés Manuel López Obrador en una campaña que, como sucedió ayer, llegue a mostrar las trifulcas internas como signo distintivo... ¡Hasta mañana, mientras la Norbertiada sigue dedicando los sermones mediáticos dominicales a Santa Eutanasia!

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