Usted está aquí: lunes 31 de octubre de 2005 Sociedad y Justicia Evade Norberto Rivera preguntas sobre supuesta protección que brindó a pederasta

Esta semana no hay nada relevante que declarar, señala su vocero

Evade Norberto Rivera preguntas sobre supuesta protección que brindó a pederasta

Es labor del Poder Judicial perseguir los delitos, no de la Iglesia, dice Hugo Valdemar

ALMA E. MUÑOZ

Esta vez el arzobispo primado de México, el cardenal Norberto Rivera Carrera, evadió a la prensa para no hablar sobre las acusaciones que pesan en su contra por brindar supuesta protección, cuando era obispo de Tehuacán, Puebla, al sacerdote Nicolás Aguilar Rivera, a quien investiga la policía de Los Angeles por abuso sexual de más de un centenar de menores, tanto en Estados Unidos como en México.

De acuerdo con una investigación del diario Dallas Morning News, Rivera Carrera, junto con el cardenal Roger Mahony, arzobispo de Los Angeles, habrían encubierto al clérigo a finales de los años 80, con el traslado del religioso de un país a otro. Las autoridades judiciales del vecino del norte tienen como evidencia la correspondencia privada de los jerarcas católicos sobre el asunto, cartas que se encuentran en sus archivos criminales.

Tras oficiar su misa dominical en la Catedral Metropolitana, donde el cardenal Rivera Carrera aseguró que la Iglesia "defenderá siempre" el valor de la vida "ante cualquier desprecio o agresión de los que promueven una cultura de la muerte", envió a su vocero, el sacerdote Hugo Valdemar, a decir que esta semana "no hay nada relevante, así que no hay nada que declarar".

-Pero se acusa al cardenal de encubrir a un sacerdote pederasta -se insistió, ante lo cual el clérigo descartó que exitiese encubrimiento por parte del arzobispo, para evitar que Aguilar Rivera fuese castigado por la justicia. Recordó que el cardenal "condena totalmente" esas "problemáticas que desgraciadamente han venido aquejando a la Iglesia católica. Incluso ya van varias ocasiones que públicamente ha invitado al pueblo católico a que, cuando se sepa de un caso semejante, denuncien".

Reconoció que cuando el sacerdote fue transferido de Puebla a Los Angeles -en 1987, a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y dos meses después a St. Agatha, dentro de la misma circunscripción eclesial, el arzobispo primado de México "hizo lo que tenía que hacer, al informar al cardenal Mahony sobre la problemática del clérigo, acusado formalmente de abuso en 1997, en nuestro país, y hallado culpable el año pasado, aunque evitó una sanción -según el Dallas Morning News- gracias a un tecnicismo".

El cardenal Rivera, siguió Hugo Valdemar, tan informó al cardenal de Los Angeles sobre la situación, que éste después "le pidió que le enviara una vez más esa carta". Además, agregó, "debemos entender que es labor del Poder Judicial perseguir los delitos, no de la Iglesia. La Iglesia no debe encubrir, debe denunciar cuando hay una situación grave. Las autoridades deben tomar cartas en el asunto".

-¿El cardenal Rivera considera que no hay nada de que hablar?

-Soy su vocero y estoy dando la cara a los medios. Tengo instrucciones. Hoy no consideró prudente (hablar). Yo estoy dando la cara en nombre suyo. Estoy dando las explicaciones, contestando todas las inquietudes. No estamos ocultando nada.

Valdemar dijo desconocer si el sacerdote fue castigado. "No sabemos, es trabajo de las autoridades." Pero apuntó que después del intercambio epistolar entre los jerarcas católicos "debo aclarar que (Aguilar Rivera) no trabaja en nuestra arquidiócesis. Se fue a otro lugar, no lo sabemos". Sin embargo, apuntó que ya son varios años en que no ha ejercido su sacerdocio. Descartó que el Vaticano haya pedido información sobre el asunto al arzobispo Rivera. "Es un asunto que se ha tratado entre los cardenales Mahony y Rivera", sostuvo.

Por otra parte, el arzobispo mexicano aceptó en su homilía que "la vida de nuestras Iglesias está marcada también por sombras y problemas que no se han eludido, ante todo la pérdida del sentido del pecado y la crisis persistente en la práctica del sacramento de la penitencia", pero ubicó al celibato como "don precioso y signo del amor indiviso hacia Dios y hacia el prójimo".

Recordó que la undécima asamblea general del Sínodo de los Obispos, celebrada en Roma este mes, pidió a los que gobernantes que "con diligencia aseguren a todos el bien común y promuevan la dignidad de cada persona, desde su concepción hasta su muerte natural. Les pedimos que promuevan leyes respetuosas del derecho natural respecto al matrimonio y la familia", dijo.

 
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