La relación entre medios y gobierno
El escándalo provocado por la filtración de la identidad secreta de una agente de la CIA por motivos políticos gira en torno a la relación entre gobierno y medios. La divulgación de la identidad de Valerie Wilson (Plame) fue en los medios; algunos reporteros se convirtieron en participantes en el posible delito, investigadores del delito, reporteros de las consecuencias del delito y hasta críticos de la manera en que cubrió el asunto.
La investigación criminal detonó un debate nacional en torno a la libertad de expresión, en particular el derecho a proteger fuentes confidenciales y si el gobierno tiene derecho de obligarlos a divulgar su información en una investigación criminal. Por lo menos dos reporteros, y sus medios, batallaron por el tema en los tribunales. Judith Miller, reportera del New York Times, fue encarcelada durante 85 días en nombre de defender ese derecho, que no está garantizado por la ley federal.
Su posición, por breve tiempo, fue presentada como acto heroico y generó apoyo nacional e internacional en el gremio periodístico y otras figuras, aunque su imagen empezó a empañarse al conocerse más detalles de su papel en este asunto, y de algunas decisiones poco profesionales y cuestionables.
Pero ayer, por primera vez, el fiscal especial Patrick Fitzgerald declaró sobre sus razones para obligar la cooperación de los periodistas. En esencia, dijo que en el caso bajo investigación había dos actores -funcionarios y periodistas- y que para poder determinar lo sucedido ambos actores tenían que ofrecer sus versiones.
"No creo que los reporteros deban ser citados de manera rutinaria... debería ser un caso extraordinario", afirmó en la conferencia de prensa donde anunció las acusaciones formales contra Lewis Libby. "Si uno está abordando un crimen -y lo que es diferente aquí es la interacción entre una persona y un reportero, estos últimos son testigos oculares-, si uno lo ignora y no habla con los testigos está haciendo una tarea desordenada al acusar a alguien de un delito que podría haberse no cometido. Y eso me espanta, porque hay cosas de las que uno puede enterarse de un reportero que demuestran que un crimen no fue cometido".
Por tanto, afirmó, tenía el deber de citar a los reporteros y sus libretas, aunque lo hizo de manera renuente pero los reporteros que decidió citar sólo eran los que habían sido participantes en conversaciones que "en sí mismas podrían haber sido delito".
Fitzgerald dijo que sólo citó a reporteros esenciales para la investigación, y que había muchos más relacionados con el caso con los cuales nunca hubo contacto. Dijo que no deseaba provocar un enfrentamiento legal sobre los derechos de libre expresión y que habría deseado que "nadie fuera encarcelado", en referencia a Miller.
Sin embargo, si este caso procede ante un tribunal, una vez más es casi seguro que los reporteros serán considerados testigos clave. Si es así, periodistas como Judith Miller, Matt Cooper, de la revista Time, y Tim Russert, de NBC News, entre otros, no sólo estarán otra vez cubriendo la noticia, sino que formarán parte de ella.
David Brooks, corresponsal