Usted está aquí: sábado 29 de octubre de 2005 Opinión La ciencia y la tecnología en México

Enrique Calderón A.

La ciencia y la tecnología en México

El papel que la ciencia y la tecnología han tenido en el desarrollo de las naciones a partir del siglo XVI y aun antes es un hecho conocido y aceptado. Este papel se ha venido incrementando de manera incesante, hasta convertirse al inicio del siglo XXI en factor estratégico de supervivencia e integridad nacionales.

Por ello resulta inadmisible y suicida la escasa importancia que la sociedad mexicana y de manera especial el gobierno le han dado al tema. La actividad es similar a la de muchos hombres y mujeres que conocen y aceptan la importancia que el ejercicio tiene para la salud individual y la calidad de vida, pero que nada hacen al respecto.

Un gravísimo error del gobierno ha consistido en destinar recursos importantes a la formación de científicos y tecnólogos, para luego ignorarlos en los procesos de adquisición de tecnologías que bien podrían desarrollarse en México, o inclusive solicitando servicios de asesoría en materia tecnológica a empresas extranjeras, impidiendo la formación de experiencia y capacidad propias para realizar desarrollos tecnológicos que el país necesita y que nos permitirían dar un giro en la dirección que llevan otras naciones que sí se están tomando en serio la necesidad de crear una capacidad tecnológica real, como India y Corea.

Un ejemplo claro de la incongruencia institucional en que vivimos como país está en el programa Prosoft, establecido por la Secretaría de Economía para desarrollar la industria nacional de software, cuyas metas son, entre otras, lograr que México esté entre las primeras naciones a escala mundial en este campo dentro de tres o cuatro años; sin embargo, los montos que destina para este fin se reducen a unos cuantos millones de pesos, los cuales son utilizados en su mayor parte a pagar los sueldo de un grupo de funcionarios, supuestamente para asesorar a dichas empresas, a base de buenos deseos.

Al mismo tiempo, cuando un productor de software, después de mil penalidades, logra consolidar el desarrollo de un producto o de una herramienta atractiva de software, y la ofrece a una institución gubernamental para resolver un problema específico, la mayor parte de las veces la oferta se verá rechazada, porque el producto no ha sido probado y usado antes en otras instituciones, o porque la empresa no brinda las condiciones de solidez económica que sí ofrecen las empresas norteamericanas y europeas.

Para una empresa de software ofrecer sus productos al sector privado resulta más difícil aún, porque dichas empresas cuando son grandes dependen de una oficina corporativa que reside en otro país; tal es el caso de los bancos, las cadenas comerciales y las grandes industrias. De esta manera las empresas mexicanas productoras de software cuando sobreviven lo hacen en condiciones de penuria, mediante contratos migaja que obtienen en forma errática y casual. ¿De veras es posible que los planes de la secretaría se cumplan?

El caso de la industria de software es un ejemplo importante, pero no el único: los fracasos se repiten en electrónica, electricidad, mecánica, hidráulica y biotecnología, por más que queramos imaginar. ¿Cómo podemos cambiar esta realidad? ¿Será éste un tema relevante para el próximo gobierno?

En lo personal considero que el problema es muy serio, porque a diferencia de otras naciones no contamos con cultura tecnológica, ni con una historia de desarrollos científicos y tecnológicos propia. Los libros de texto de la escuela primaria plantean el desarrollo de la ciencia y la tecnología como una serie de hechos fortuitos e inconexos, ignorando los enormes esfuerzos que los hicieron posibles y las consecuencias brutales que de ellos se derivan. Mientas esta realidad se siga ignorando, México estará condenado a seguir en el subdesarrollo.

 
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