Usted está aquí: domingo 23 de octubre de 2005 Opinión La guerra del mundo

Bárbara Jacobs

La guerra del mundo

Hoy en día, cuando a un escritor le va bien, los demás atribuimos su éxito a "los medios de comunicación". Sería raro que admitiéramos que nosotros tuvimos dichos medios a nuestra disposición sin que, no obstante, a nosotros nos resultaran tan eficaces como al otro, pues esto nos dejaría sin argumentos cómodos a la hora de justificar el éxito ajeno. Dan ganas de preguntarse no tanto cuáles son esos medios sólo arbitrariamente todopoderosos, como por qué funcionan unas veces y no todas, o qué hay que hacer para que funcionen por lo menos para mí.

La primera vez que oí hablar de ellos fue a finales de los años sesenta, en relación con la anécdota de Orson Welles. En 1938 él era un actor veinteañero y prometedor cuando propuso a la estación de radio CBS en la ciudad de Nueva Jersey llevar a cabo un experimento. Para entonces, en calidad aún de niño prodigio, había actuado tan talentosamente que, en una ocasión, descalificaron de un concurso a la compañía de aficionados en la que actuaba, de hecho con dos papeles shakespeareanos en una misma obra, aduciendo que entre los actores había uno profesional. En cambio, el drama que tenía escrito había pasado de mano en mano sin que ningún productor hubiera mostrado interés en montarlo.

Eran los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial; corría la Guerra Civil de España, y en el mundo, aunque en especial en Europa, había un clima de desánimo general. En esa atmósfera, y en un Día de Muertos, los directivos autorizaron a Welles la transmisión de su programa con la condición de que, en una que otra pausa, advirtiera y recordara al posible auditorio que lo que escuchaba era ficción. Welles dramatizó en forma de noticiero La guerra de los mundos, de H. G. Wells, en la que se narra una invasión de marcianos a la ciudad de Londres y, a pesar de la advertencia, los radioescuchas entraron en pánico. En unos cuantos minutos, el terror y sus consecuencias cundieron en todo el país, con el resultado de que llegada la calma Welles se convirtió en figura mundial. Su ocurrencia fue la noticia principal del New York Times, y el semanario Time dio a Welles y su experimento la portada internacional.

¿Qué había sucedido? ¿Qué fue lo determinante para que Welles pasara de la promesa a la fama? Quedaba claro que el giro que tomó la situación no se debía al relato de ciencia ficción de H. G. Wells. La prueba saltaba a la vista. Si ésta hubiera sido la causa, ¿por qué la misma obra no fundamentó el éxito de su propio autor? En las enciclopedias, después de todo, se define La guerra de los mundos como la obra de H. G. Wells que Orson Welles dio a conocer al mundo. Entonces, ¿a qué se podría atribuir que de la noche a la mañana Welles se hubiera hecho mundialmente famoso?

Tampoco habría podido afirmarse que la causa del éxito yacía en el talento de Orson Welles, pues los unánimes rechazos de la obra de su autoría demostraban que hasta ese momento los profesionales no creían en él. Estas conclusiones no dejaban lugar a dudas en cuanto a que lo decisivo habría sido el medio de comunicación que transmitió la adaptación de Orson Welles de la ciencia ficción de H. G. Wells.

Muy bien. La CBS, la estación a través de la cual se llevó a cabo el experimento, hizo famoso a Welles. Tanto así que, con la seguridad que le dio saberse por fin reconocido, Welles escribió, filmó y protagonizó El ciudadano Kane, largometraje que respaldó y superó las expectativas de su autor y su público internacional respecto del gran éxito que fue.

Sin embargo, que de ahí en adelante Orson Welles no lograra igualar, ni mucho menos acrecentar, dicho éxito de Kane con ningún otro de sus inagotables proyectos, no podría deberse los medios de comunicación en su calidad de ausentes, pues esos proyectos (salvo el del ambicioso Quijote, que ni siquiera llegó a concluirse) en efecto fueron llevados a la pantalla, y el cine, no se puede negar, es todo un medio de comunicación.

Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Qué determinó la fama instantánea de la que Orson Welles se hizo tras la dramatización de La guerra de los mundos transmitida a través de la estación de radio CBS? Si no fue la obra de H. G. Wells, pues en sí misma habría hecho famoso a su autor; si no fue el propio talento de Orson Welles, pues su propio talento, aparte de alcanzarle para la creación de El ciudadano Kane, no le alcanzó para ningún otro proyecto; y si no fueron, finalmente, los mencionados medios de comunicación, pues éstos resultaron ineficaces con las otras propuestas de Orson Welles, ¿a qué cosa o qué combinación de cosas se podría atribuir la fama mundial y hasta inmortal de Orson Welles?

Quizá la única respuesta posible sea que no hay respuesta pues, de haberla, Orson Welles la habría conocido y, o bien habría dejado de tentarla, o se habría seguido beneficiando de ella. De manera que, cuando a un escritor le va bien, y los demás atribuimos su éxito a los medios de comunicación, lo único cierto es que no sabemos de qué estamos hablando.

 
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