Usted está aquí: sábado 22 de octubre de 2005 Cultura Exaltan la fortaleza moral y ética del pensador y académico

Debate sobre filosofía y política

Exaltan la fortaleza moral y ética del pensador y académico

ANGEL VARGAS

Ampliar la imagen S�hez V�uez corea el goya en el Aula Magna de la Facultad de Filosof�y Letras FOTO Carlos Cisneros Foto: Carlos Cisneros

A partir de su convicción de que las rupturas revolucionarias han fracasado siempre, el filósofo Luis Villoro volvió a manifestarse por la liberación o el cambio social basado en el gradualismo, es decir, no romper de tajo con el pasado ni con el antiguo opresor, como hicieron Nelson Mandela en Sudáfrica y Gandhi en la India.

De esa forma, el investigador emérito y docente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reavivó una añeja polémica con su amigo y colega Adolfo Sánchez Vázquez, con quien discrepa no sólo por no sostener una posición crítica hacia el proceso revolucionario, sino por reconocer la necesidad de la revolución como acto de liberación radical.

Ese fue el colofón de las casi dos horas que duró la mesa redonda Filosofía moral y política, efectuada anteanoche en la Facultad de Filosofía y Letras como parte del homenaje que la UNAM rinde a Sánchez Vázquez por sus 90 años y en la que participaron también las filósofas Juliana González y Ana María Rivadeo, y el ex dipomático Víctor Flores Olea.

Antes, Juliana González había exaltado la fortaleza moral y ética que Sánchez Vázquez ha ejercido no sólo en el terreno de la reflexión intelectual, sino como premisa misma de su longeva vida.

Tras resaltar la relación de amistad que lo liga con el autor de Filosofía de la praxis, Villoro comentó que son varias las críticas y disquisiciones de posiciones que a lo largo de los años han mantenido uno del otro.

Una de ellas concierne a la noción de ideología, y así aclaró que en tanto su colega propone un concepto amplio que ve a la ideología como creencias condicionadas por las relaciones sociales, el suyo es un concepto restringido que la ve como creencias que funcionan como instrumento de dominación política.

Sostuvo que este concepto estricto de ideología es el que se ha utilizado con la pretendida justificación de toda forma de poder autoritario en los totalitarismos y, por tanto, está dirigido a los intereses de dominación y no a un interés libertario.

El gradualismo, una alternativa

De acuerdo con Villoro, la tensión permanente entre la acción política o el poder y los valores éticos explican en la historia la dialéctica de las revoluciones.

''Las revoluciones son el caso histórico de cómo se puede dar una ruptura violenta entre lo deseable y lo deseado, entre el poder real y la exigencia de la realización del valor y la dominación existente", señaló.

De allí que ''la ruptura revolucionaria ha fracasado siempre, porque buscando la realización plena de los valores sociales logró exactamente su contrario: la opresión. Por querer buscar el bien, las revoluciones han logrado el mal", y citó como ejemplos el caso de los jacobinos y el estalinismo como resultados de las revoluciones francesa y rusa, respectivamente.

Puntualizó que el mal de la revolución no consiste en la praxis y en la voluntad de una transformación radical de la sociedad, sino en que esa transformación se realice como una ruptura súbita que no admite grados ni subordinaciones con el mal presente. ''La destrucción del pasado no genera entonces un bien superior"

Y resaltó cómo el propio marxismo propone al gradualismo en el cambio como una alternativa frente a la revolución.

Villoro manifestó su desacuerdo con la postura de Adolfo Sánchez Vázquez de reconocer la necesidad de la revolución, sin embargó dijo ''darle la razón" en lo referente a admitir que frente a la ruptura revolucionaria puede aceptarse cierto gradualismo.

 
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