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Ambito regional: Jalisco
3 de octubre de 2005
LA GUERRA DE LAS DROGAS

Desde Guadalajara germina la creación del primer corredor de biotecnología en el país, que busca integrar a empresas para que intercambien tecnología orientada a la producción de fármacos. “Si la industria farmacéutica nacional no se une, en 10 años desaparece por la competencia china”, dice uno de los promotores del proyecto.

Juliana Fregoso Bonilla, Guadalajara

labA la hora de tomar un antigripal sólo se espera que la milagrosa pastilla elimine los síntomas del molesto resfriado, pero pocas veces uno piensa que detrás de ese compuesto existen al menos cinco años de investigación y un gasto anual mínimo de 100 millones de dólares para su desarrollo. Esto ayuda a explicar por qué en México sólo 38 de cada 97 laboratorios establecidos realizan investigación farmacéutica.

A partir de este año las cosas podrían cambiar gracias a la integración del Biocluster de Occidente, conglomerado de empresas de biotecnología, proyecto que busca crear sinergias para que las firmas que intentan desarrollar investigación en biotecnología sepan dónde y cómo obtener recursos y conocimientos para florecer.

El proyecto, formado por académicos, los gobiernos federal y jalisciense, además de empresarios, tendría su sede en Guadalajara. Aunque no contempla la creación de un parque industrial que aloje las distintas compañías, busca facilitar el intercambio de tecnología, abaratar los costos y acortar los tiempos de investigación, así como tener un papel central en la repatriación de científicos mexicanos.

Es el primer proyecto de este tipo en México y eslabón inicial para la creación, a largo plazo, de un corredor nacional de biotecnología, al que se integrarían otros estados.

“El proyecto trata de juntar empresas; que no se vean sólo como competidoras, sino como complementos para acrecentar su presencia en el mercado. Si la industria farmacéutica nacional no se une y comienza a cooperar, los chinos en 10 años desaparecerán la industria farmacéutica mexicana. Se trata de hacer labor de vinculación, pues un gran obstáculo es que existen capacidades, pero dispersas”, explica Enrique Martínez, director de Gestoría Empresarial (Gesem), firma avalada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que se dedica a detectar, evaluar y desarrollar proyectos y compañías consagradas a la biotecnología y a conseguir fondos para su desarrollo.

Según la Encuesta Industrial Anual del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en México sólo 5 por ciento de las firmas farmacéuticas se clasifican como “gran industria”; las empresas medianas y pequeñas constituyen la mitad de establecimientos del ramo y se caracterizan por su rezago tecnológico e incapacidad para elevar con rapidez sus volúmenes de producción.
En el país trabajan 200 laboratorios que generan 40 mil empleos directos y unos 200 mil indirectos. Con este biocluster, empresas farmacéuticas con productos para uso humano y veterinario, así como productores de alimentos podrán disminuir 60 por ciento sus costos de investigación y reducir un promedio de siete años sus tiempos de investigación.

Uno de los principales beneficios es la formación de alianzas para desarrollar nuevas moléculas con recursos y tecnologías conjuntos. “Así, habrá más facilidades para que las empresas tengan su propia infraestructura. La consecuencia será una mejor calidad, la innovación tecnológica, la riqueza del conocimiento y la creación de empleos”, señala Gregorio Cuevas, coordinador del proyecto.

Pros y contras

Existen 42 empresas integradas, entre ellas Chocolates Hershey’s y Laboratorios Pisa y Sophia, este último principal exportador de gotas de manzanilla oftálmicas a Europa, pero el número podría llegar a 140. Se prevé que antes de finalizar el año puedan firmarse los primeros convenios para transferencia de tecnología y financiamientos de investigaciones.

En los últimos seis años surgieron en el mundo 1,100 nuevas empresas en el sector biomédico y biotecnológico
Hoy existen 4,471 empresas dedicadas a este rubro
Más de 50% están ubicadas en Europa

Fuente: consultora Ernst & Young
Ante la duda de que la dispersión geográfica de las empresas participantes pudiera dificultar el funcionamiento del biocluster, el coordinador del proyecto cita ejemplos como el de Alemania. Empresas de Hannover, Bonn y Berlín preparan proyectos conjuntos con mucho éxito y de ahí proviene el ejemplo para el caso mexicano.

El primer biocluster mexicano será una asociación civil que tendrá apoyo económico y científico del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, el Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (CIATEJ), dependiente del Conacyt, la Secretaría de Economía, la Universidad de Guadalajara, y Gesem.

Acerca de los problemas que puede enfrentar un biocluster en el país, Gustavo Viniegra, reconocido especialista y profesor del Departamento de Biotecnología de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, explica: “Hay la escasez de capital de riesgo y la falta una estrategia de promoción gubernamental para competir con productores como los chinos y otros asiáticos. No se tiene tradición empresarial para calcular y enfrentar el riesgo de la innovación y, es escasa la de investigación para crear productos en función de las necesidades del mercado local”.

Un desarrollo de este tipo –prosigue– podría resultar muy atractivo para proyectos que requieran inversiones menores al millón de dólares, basados en productos locales que puedan ponerse en el mercado en uno o dos años. Por ejemplo, nuevos principios activos derivados de la herbolaria que entren en el mercado intermedio que hay entre esos productos y las medicinas de patente y no requieran estudios pesados de toxicidad y pruebas clínicas, como pueden ser los extractos de epazote o de valeriana. También los elementos probióticos (microbios ricos en bacterias beneficiosas) derivados de productos naturales como nopales, cáscaras de camarón, extractos o jugos de magueyes y otros, como bacterias amistosas derivadas de fermentaciones tradicionales, como el pozol y el xocoatole.

Sin ser pesimista, Viniegra da pocas posibilidades para desarrollos farmacéuticos nuevos que cuesten 100 o 200 millones de dólares de inversión y tarden más de 10 años para madurar. Lo cierto es que en México es necesaria una innovación en biotecnología y creación de nuevas patentes médicas, pues siete de cada 10 fármacos adquiridos actualmente por el gobierno se comercializan desde hace más de 40 años § 

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