Usted está aquí: viernes 30 de septiembre de 2005 Opinión Los problemas de la nanotecnología: omnipatentes

Silvia Ribeiro*/ III

Los problemas de la nanotecnología: omnipatentes

A diferencia de muchas otras tecnologías en sus primeras etapas, la nanotecnología es objeto de voraz interés por parte de las mayores empresas del globo. De las 500 empresas más grandes del mundo, según la revista Fortune, casi todas tienen inversiones en investigación y desarrollo nanotecnológico. En otros casos, las compañías esperaban ver los riesgos antes de invertir. En nanotecnología las trasnacionales se lanzan tras el potencial económico que avizoran si logran agenciarse porciones de ese mercado, el cual, según la Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos, superará el billón de dólares en 10 años. Más aún, fuentes de la industria estiman que para 2014 el mercado de los productos comerciales que incorporen nanotecnología tendrá un valor de 2.6 billones de dólares (15 por ciento del valor total de la industria manufacturera), igualando el volumen combinado de las industrias informáticas y de telecomunicaciones, y multiplicando por 10 el de la industria biotecnológica.

Actualmente, junto a mil 200 empresas pequeñas que comenzaron con sectores de la industria nanotecnólogica, se encuentran a otras como Exxon Mobil, IBM, Dow Chemicals, Xerox, 3M, Alcan Aluminium, Johnson & Johnson, Hewlett-Packard, Lucent, Motorola, Sony, Toyota, Hitachi, Mitsubishi, NEC, Toshiba, Phillips, Eli Lilly, DuPont, Procter & Gamble, Kraft Foods, General Mills, Nestlé, PepsiCo, Sara Lee, Unilever, ConAgra, L'Oreal, Bayer, BASF.

La nanotecnología se considera una "plataforma tecnológica" sobre la cual se puede transformar drásticamente el actual estado del arte de casi todos los sectores industriales, incluyendo alimentación, agricultura, medicina, electrónica, informática, materiales y manufacturas.

Si los productos que ya están en el mercado nos alarman porque se soslayan sus posibles impactos negativos en salud y ambiente, los impactos económicos y de formación de nuevos monopolios trans-sectoriales deberían alertarnos aún más.

El volumen e historia de las trasnacionales implicadas hace pensar que la batalla en el mercado quedará en manos de las más grandes y agresivas. Pero el factor crucial a priori será quién controla las patentes sobre aspectos claves para el desarrollo de la nanotecnología. Según Mark Lemley, de la Universidad de Stanford: "(...) las patentes arrojarán una sombra mucho mayor sobre la nanotecnología que la que tienen sobre cualquier otra ciencia en un estadio de desarrollo similar".

Para entender de forma simplificada cómo nos afectarán las patentes nanotecnológicas pensemos que fuera posible patentar el nombre "María". En ese caso, todos los que usen ese nombre deberían obtener permiso y pagar regalías al dueño de la patente. Ahora imaginen que fuera posible patentar la letra "a". Patentar elementos, átomos o construcciones moleculares tendría ese efecto: cuanto más pequeño es el objeto de la patente mayores pueden ser los campos que afecta. El premio Nobel de Física Glenn Seaborg sentó un peligroso precedente al patentar en 1964 dos elementos de la tabla periódica: el Americio (95) y el Curio (96).

Según un informe especial del Grupo ETC, titulado Las patentes de nanotecnología más allá de la naturaleza. Impilicaciones para el sur global, la fiebre de patentes nanotecnológicas está tomando proporciones epidémicas. Entre 2000 y 2003, el aumento de patentes nanotecnológicas otorgadas por la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos aumentó 50 por ciento, llegando a 8 mil 630 en 2003. Los cinco países que lideran la carrera son: Estados Unidos (5 mil 228 patentes), Japón (926), Alemania (684), Canadá (244) y Francia (183). Las cinco entidades que obtuvieron mayor número de patentes fueron IBM, Micron Technologies, Advanced Micro Devices, Intel y la Universidad de California.

IBM es la compañía privada que tiene más patentes nanotecnológicas a escala mundial. Entre las instituciones públicas, quien concentra la mayor cantidad de patentes nanotecnológicas son, en conjunto, o tres cuerpos armadoss de Estados Unidos, lo cual tiene muchas otras implicaciones que veremos más adelante.

Pero el problema no es solamente la cantidad de patentes. Peor aún es sobre qué se otorgan las patentes y sus alcances. En China, el investigador Yang Mengjun, consiguió 900 patentes sobre hierbas usadas en la medicina tradicional china, alegando formulaciones nanotecnológicas.

Charles Liebner, de la Universidad de Harvard, obtuvo una patente (la cual licenció en forma exclusiva a Nanosys Inc.) sobre nanobarras de óxidos compuestos con metales. La cobertura de la patente abarca óxidos no solamente de un metal, sino de 33 elementos de la tabla periódica (aproximadamente un tercio del total), que cubren 11 de los 18 grupos de elementos existentes. Estas barras tienen usos en múltiples industrias, incluyendo la biomédica, y ha sido identificada por varios abogados de patentes como una de las 10 patentes claves que condicionarán el desarrollo de la industria nanotecnológica.

La Universidad de Kansas obtuvo una patente de otros procesos nanotecnológicos que le otorga la exclusividad de su uso en las industrias farmacéutica, alimentaria, química, electrónica, de catalizadores, polímeros, plaguicidas, explosivos y recubrimientos.

Nunca antes habíamos presenciado un uso tan vasto de un instrumento de apropiación monopólica como las patentes nanotecnológicas. Quienes creen que la nanotecnología puede tener usos benéficos, como hipotéticos ahorros de energía y de recursos, o aplicaciones médicas, o aún más, ilusorio, que "beneficiará a los pobres", deberían repensarlo frente a este panorama. Baste ver cómo las trasnacionales farmacéuticas se comportan con las necesidades de salud pública, sobre todo en el tercer mundo, controlando patentes que no cubren ni una nanofracción del alcance de éstas.

*Investigadora del Grupo ETC

Fuentes y más información en www.etcgroup.org

 
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