La película se estrenará hoy en el contexto del Festival de Nuevo Cine de Montreal
Las vueltas del Citrillo, crítico retrato de los jodidos: Cazals
Lo que no hace dirvertido al filme es recordar que en México aún hay gente en la miseria, señala
Me interesaba recuperar los giros idiomáticos de principios del siglo XX, afirma el cineasta
Ampliar la imagen En la cinta no muestro la mediocridad, s�la injusticia, y le pongo un poco de sabor, asevera Cazals FOTO Jes�llaseca Foto: Jes�llaseca
Las vueltas del Citrillo es la reciente película del reconocido cineasta mexicano Felipe Cazals, quien estrenará su trabajo en una función esta noche en el teatro Saint-Denis en el contexto del Festival de Nuevo Cine de Montreal, en el que también es jurado. Su estreno en México será para la próxima Muestra Internacional de noviembre, en tanto espera promoverla antes de ese tiempo en España e Italia. El festival canadiense también presentará otros de sus trabajos: Canoa, que se exhibirá al término de Las vueltas...
Cazals regresa con otra crítica e irónica historia en la que se refiere "a las mismas personas de siempre, es decir, como en Canoa, Las poquianchis, Los motivos de Luz: a los jodidos, no tengo otro tema, políticamente no sé qué más se pueda citar al respecto", dice el director, quien ya presentó este año en otro festival internacional clase A como la Berlinale, su anterior trabajo, Digna... hasta el último aliento. A Cazals le tomó cuatro años terminar Las vueltas... coproducida por el Instituto Mexicano de Cinematografía, Cuatro Soles Films, Estudios Churubusco y la Universidad de Guadalajara.
Regreso a principios del siglo XX
Las vueltas del Citrillo es un retrato del México de principios del siglo XX, de sus primeros signos de desintegración arquitectónica, de esos asentamientos de bebidas alcohólicas como las pulquerías, del comienzo de la inseguridad y la visibilidad de una injusticia social.
"Esta cinta está mucho más cercana a El apando; contiene una voluntad de humor de los personajes que están en la misma situación límite, su ámbito social es el mismo, su posibilidad social es nula, viven alrededor del precipicio. Son personajes sin ilusión, ni piensan en superarse, ni son consumistas; no les interesa el futbol, lo único que quieren es beber para olvidar de que son unos miserables sin futuro. La pulquería es un lugar donde se sienten a gusto, en el anexo donde sí entraban militares y mujeres. Si hablamos de que hay 45 millones de personas en el hambre en nuestro país, sabremos que hay 45 millones de personas en situación límite como mis personajes", comenta.
Para Cazals, cineasta comprometido cuya trayectoria incluye más de 20 títulos, muchos de los cuales son referentes en el cine nacional en la actualidad, esta película "es una jornada trágica, es la historia de un bautizo que hay que cumplir. Hay una costumbre en México que cuando se bebe abundantemente se habla de los que no están con nosotros y se hace contando cuentos sobre los ausentes. Las historias cambian porque los que las relatan le añaden cosas y las historias se vuelven fantásticas. Los desaparecidos se vuelven héroes que nadie conoció. Esos personajes están allí mismo presentes. Me tomé la libertad de presentar a las almas en penas que son las de los vivos (ironiza el realizador), porque las de los muertos no tienen ninguna pena".
"El cine inevitablemente es testimonial"
El cinerrealizador habla, con un lenguaje coloquial y divertido que se ha perdido en nuestro país, de esos soldados razos ignorantes, de esa gente pobre sin ilusión...
"Lo que ya no hace tan divertida -asegura el cinematografista- a la película es recordar que aún en México hay gente en la miseria, no ha habido cambio, no necesariamente el cine que hacemos es una crítica a las estructuras políticas, pero inevitablemente es una situación testimonial y referirme a 1903 no es evadir 2002, es porque encuentro que las situaciones son más cinematográficas en esa época, pero cuando vean la cinta se darán cuenta de que me refiero a las mismas personas de siempre: a los jodidos. En esos años en la ciudad de México a la gente acomodada le comenzaba a molestar que la canalla (el lumpen), comenzara a beber en las calles, les incomodaba ver a mujeres y hombres de una clase baja, totalmente pedos en las calles. Todo esto anunciaba que tarde o temprano alguien iba a tomar la rienda de ese rencor y malestar y provocar lo que pasó en 1910."
Y asevera que no retrata "la mediocridad", sólo "la injusticia porque la situación de esa gente se convierte en un señalamiento, sólo testimonio el hecho y le pongo sabor. El cine actual se refiere a situaciones urbanas como las vividas en el DF, Tokio o Roma. Lo que me interesaba eran los giros idiomáticos que hemos perdido con el tiempo, y esta cinta trata de recuperar esos giros, esos modismos del lenguaje que aún por ahí se encuentran, pero que en este trabajo se hace un estudio a profundidad de ese juego de palabras, de esos refranes, de esos albures, que era el modo de expresarse de este grupo social (no olvidemos que estos lenguajes eran una forma de escabullirse de ese duro castellano coño diciente). De alguna forma los mexicanos acababan diciendo lo mismo pero al revés, mientras esto pasa están hasta la madre de pulque y que de los muertos de quienes hablan resultan estar pegados a ellos sin darse cuenta".
Regocijo de barbarismos
Para las presentaciones en el extranjero, las traducciones las hizo en México una experta en traducción de modismos. "La gran mayoría de los mexicanos encontrarán con regocijo las expresiones que hemos perdido con esta cantidad de barbarismos que hemos incluido en la dieta coloquial diaria, nada más hay que ahora acercarse a un mall, para descubrir que ya no hay establecimientos. Estamos llenos de anglicismo y similares".
Cazals agradece a los actores "porque mi método de trabajo no es el usual y durante un mes ensayamos antes de filmar. Y ensayar quiere decir probar el rico neutle. Debo decir que hicieron el mejor esfuerzo posible. Lo que se ve en la cinta no es el resultado de una situación circunstancial, fue un trabajo a fondo".
El elenco del largometraje -que costó 15 millones de pesos- lo conforman Damián Alcázar, José María Yázpik, Vanesa Bauche, Jorge Zárate, Giovanna Zacarías, Carlos Cobos y Mario Zaragoza. La fotografía es de Angel Godet y el arte es de Lorenza Manrique.
Jorge Zarate dice que fueron a pulquerías para "llegar entrados y no inventarle; estuvimos al borde de la cirrosis. Mientras que Yázpik asegura que "el maestro nos pidió varios estados de borrachera: cuando empiezas, cuando te lloran los ojos y cuando ya no sabes nada".