Usted está aquí: martes 13 de septiembre de 2005 Opinión ¿Para qué sirve la ciencia?

Javier Flores

¿Para qué sirve la ciencia?

A la memoria de Hugo Aréchiga

El tono de la relación entre las organizaciones científicas y la administración pública de la ciencia y la tecnología en México es un síntoma del divorcio que existe entre estos dos sectores. Y no me refiero al último episodio, en el que la Academia Mexicana de Ciencias y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) nos han mostrado la profundidad de este abismo. El desencuentro no es algo nuevo. Desde que se modernizó, hace más de tres décadas, la política en este sector con la creación del Conacyt, las diferencias han aparecido en todo momento, aunque con diferentes tonalidades. Esto no se puede explicar por las personalidades de los protagonistas, ni mucho menos por sus capacidades. Se trata de visiones diferentes acerca del papel que debe jugar la ciencia en el desarrollo del país.

Para el gobierno la ciencia debe orientarse al desarrollo económico. No se trata de una idea descabellada. Las naciones consideradas más avanzadas han mostrado los beneficios de este modelo. En las potencias científicas tradicionales como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido; en las que fueron llamadas "emergentes" en Asia del Este como Corea, Singapur y Hong Kong, o en las economías más avanzadas en el inicio de este siglo, como Suecia, Finlandia o Islandia, la ciencia y la tecnología están estrechamente vinculadas con la industria. La mayor parte de la investigación es financiada por el sector privado.

El gobierno de México se ha comprometido desde hace mucho tiempo con este modelo. Pero no ha funcionado. Salvo honrosas excepciones, nuestro sector industrial no se caracteriza por ser innovador. No le hace falta. Se obtienen ganancias más que razonables sin el concurso de la ciencia local. Así funciona nuestra economía y debería tomarse como un elemento para entenderla y evaluarla. Esta es nuestra realidad. La política de ciencia y tecnología se ha dirigido a emular las experiencias de otros países en lugar de enfrentar esta realidad y crear, en vez de copiar. Se hacen llamados a los empresarios, se crean ventajosos estímulos fiscales y no pasa nada, o casi nada. La inversión privada crece de manera muy lenta. La experiencia a lo largo de 30 años debería significarnos algo.

Lo anterior tiene un claro reflejo en las características de nuestra comunidad científica. La mayor parte de los investigadores se concentran en las universidades o en instituciones de carácter público. Son muy pocos los que laboran en la industria. La formación de nuevos especialistas sigue ese mismo patrón, es decir, se reproduce esa condición. Entonces sus necesidades son diferentes, al igual que su idea de para qué sirve la ciencia. La reciente encuesta realizada por la Academia Mexicana de Ciencias entre sus integrantes revela aspectos muy importantes, que van más allá de la descalificación a la labor del Conacyt, la cual ha sido el tema más difundido. Para los encuestados, la ciencia se justifica, en primer lugar, por su papel en la creación de nuevos conocimientos. En segundo término, por su contribución a la educación.

Así, el gobierno jala para un lado y la comunidad científica para otro. No hay entendimiento. No es casual entonces que esta relación sea tensa y se exprese, una y otra vez, como un enfrentamiento entre dos visiones. Pero conviene reflexionar, desde uno y otro lados, en algo que no siempre se toma en cuenta: ¿qué es lo que espera la sociedad de la ciencia? ¿Para qué le sirve la ciencia a los mexicanos?

No se trata de una de esas preguntas que usan los políticos para presionar a los investigadores con el fin de que justifiquen su actividad a cambio del presupuesto anual. Se trata de entender cuáles son las contribuciones reales de la ciencia en México a partir de nuestra especificidad. La ciencia mexicana ha sido a lo largo de la historia, y sigue siendo, uno de los factores más importantes en la definición de lo que es nuestra nación y en su progreso. No es posible entender aspectos como el aumento en la esperanza de vida al nacer o la infraestructura con la que cuenta el país sin la participación de nuestros científicos e ingenieros.

La ciencia cumple con múltiples funciones en beneficio de nuestra sociedad. Por ahora quisiera plantear algunas ya conocidas, y otras que no lo son tanto, sobre las que, desde luego, habrá que profundizar : a) la creación de nuevos conocimientos, b) su capacidad potencial en el desarrollo económico, c) su contribución a la educación, d) su papel como parte de la cultura nacional, e) su función como "ventana" que nos permite estar al tanto de los avances en el conocimiento a nivel mundial, f) su participación en la toma de decisiones en todas las áreas del quehacer nacional sobre bases objetivas y racionales, y g) su labor de información a la sociedad para incrementar sus conocimientos y elevar la calidad de vida de los mexicanos.

 
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